Palacio real de Nájera, 19 de octubre de 1068
-¿Pero cómo que no se puede tejer aquí algo semejante? ¿Es que no hay en todo mi reino artesanos y costureras capaces de replicar el arte de esos bárbaros?
-Por Dios, alteza, considerad que estáis llamando bárbara a vuestra propia esposa y a su cuñada...
-¿Y qué otra cosa sino bárbaros son esos condenados hombres y mujeres de Normandía? No en vano sus antepasados fueron los vikingos, que arrasaron todo el occidente en sus correrías.
-Pero ahora son reyes de Inglaterra...
-¡¡¡Cuando el abuelo de mi cuñado Guillermo "el conquistador" era sólo un vulgar pastor de cabras, el mío, Sancho el Mayor, ya gobernaba todos los reinos cristianos a este lado de los Pirineos!!! Y ahora tengo que soportar que mi mujer, la reina Placencia, me esté todo el día pasando por las narices la "heroica campaña" de su hermano con ese condenado pañuelo que no se quita ni para ir a la cama, en el que su cuñada doña Matilde bordó todos y cada uno de los hechos que llevaron a la muerte al rey Harold el sajón. ¿Y vos os atrevéis a decirme que no puedo yo pagarle con la misma moneda ordenando tejer las hazañas de don Sancho? ¡Con razón me dice que somos nosotros y no ella, los auténticos bárbaros, y también que no soporta a sus cuñados, mis hermanos, don Ramón y doña Ermesinda, por ser muy rudos y estar siempre metiéndose con ella!
-Tranquilizaos, alteza. Si no podemos tejer tan bien como los normandos, sí que podremos sorprender a la reina con nuestro alto nivel de orfebrería y eboraria. Recordad que el maestro Engelram y su hijo Rodolfo están aún alojados en el monasterio de San Millán, y que allí han elaborado al parecer un arca para contener las reliquias del santo, que a las contadas personas que la han podido contemplar les ha maravillado por su perfección y magnificencia.
-¿Y qué puede importarme a mí esa obra que decís, si va a ser para contener los huesos de un santo? Yo lo que quiero es algo como ese condenado pañuelo, con el cometa que profetizó la caída de los sajones cruzando los cielos, y no un arca que nadie verá nunca.
-Al contrario, alteza, todo el mundo querrá verla, y vendrá desde muy lejos para postrarse ante ella. Imaginad que ordenáis a sus artífices que tanto vos como vuestra esposa aparezcáis en ella muy noblemente representados. Y si eso no os conmueve lo suficiente, pensad también en los impuestos y tasas que podréis imponer a todos esos peregrinos que llegarán a este rincón de vuestro reino. Será una obra de arte de tal calibre que hará que vuestra memoria perdure por los siglos de los siglos. Y os aseguro que ni los normandos -los actuales y los que estén por llegar en épocas venideras- podrán hacerle nunca sombra.
-Eso ya me gusta más, Munio. Me alegra haber tenido tan buena idea. A veces hasta yo mismo me sorprendo de mi inteligencia...
-Desde luego, alteza. Vuestras ideas son siempre las mejores.
-Id pues inmediatamente a San Millán, y decid al abad don Blas que figuraremos mi esposa y yo en el lugar de más honor de ese arca: a uno y otro lado del sagrado Pantocrator. Y que le conviene no poner pegas a mi mandato, si no quiere acabar en algún cenobio mucho más cercano que el suyo a la frontera con los moros, donde las cabezas se separan de los hombros en un abrir y cerrar de ojos...
Decid igualmente al maestro Engelram que nos saque muy bien parecidos. Enseñadle si hace falta el maldito pañuelo bordado por mi cuñada para que pueda de esa forma superar el burdo arte de los condenados normandos. Y prometedle que yo sabré recompensárselo con creces.
¡Y que no se diga que el reino de Pamplona tiene nada que envidiar al de Inglaterra!
Addenda:
El arca deSan Millán fue elaborada hacia el año 1067 por el maestro orfebre Engelram, por iniciativa de los reyes Sancho IV el de Peñalén y Placencia de Normandía. Contaba la vida del eremita San Millán de la Cogolla según la había escrito muchos siglos atrás San Braulio. Talló las escenas y a muchos de los donantes y artífices en placas de marfil, que iban rodeadas por placas de oro cuajadas de piedras preciosas.
La noche del 20 de diciembre de 1809, los soldados franceses del ejército de Napoleón saquearon el monasterio y arrancaron todo el oro que recubría el arca. Los marfiles los dejaron porque no les concedieron valor alguno. Muchas de las placas se rompieron al ser forzada su cubierta, otras quedaron enganchadas al metal y acabaron en la faltriquera de algún soldado, y de ahí -si hubo suerte- en la de algún anticuario. Por eso hay ahora marfiles de San Millán en muchos de los mejores museos del mundo. Pero la mayoría pudieron rescatarse y continúan hoy en el monasterio, adosadas a una desaborida y bastante fea arca moderna que intenta remedar la antigua y que se hizo en los años 40 del pasado siglo.
Desafortunadamente, las figuras de don Sancho y doñaPlacencia de Normandía estaban labradas en oro, así que se perdieron para siempre aquella maldita noche de diciembre. De haber sobrevivido, constituirían la primera representación escultórica de unos reyes de Navarra, de la que sólo podemos hacernos una idea por las descripciones que autores del siglo XVI y XVII hicieron de tal joya artística.
Sancho IV el de Peñalén, fue asesinado por sus hermanos Ramón y Ermesinda, que tramaron un complot para derrocarlo, asesinándolo en el barranco de Peñalén (Funes). Su muerte supuso que Castilla y Aragón se repartieran el reino de Pamplona, que ya nunca volvió a poder recuperar las tierras de la Rioja, que fueron siempre la sede regia preferida de los monarcas navarros.
La reina Placencia, de la que se sabe bien poco, aparece siempre en las crónicas como nativa de Normandía. La coincidencia de fechas y de lugares me han permitido convertirla en hermana del duque Guillermo de Normandía, que el 14 de octubre de 1066, en la batalla de Hastings arrebató la corona de Inglaterra al rey Harold el sajón, como narró de forma incomparable la reina Matilde, esposa del propio Guillermo, en su bordado de más de setenta metros de largo. En todo caso no es seguro que Placencia y Guillermo fueran parientes, pero tampoco es completamente imposible...
Una de las escenas más famosas del ahora conocido como Tapiz de Bayeux (por ser ese el nombre de la ciudad normanda donde se conserva), es aquella en la que aparece reflejado el cometa Halley, que surcaba los cielos de 1066 y que todos interpretaron como un signo de mal augurio para los sajones. Quién sabe, quizás tan malévolo cometa también se asomó por los cielos de Peñalén, diez años más tarde, para desgracia de Sancho IV y de Navarra entera...
Por suerte nos quedan los maravillosos marfiles de San Millán, pero el arca en su conjunto se perdió para siempre, así que no queda más que envidiar la destreza de quienes en Bayeux sí supieron proteger su bordado tesoro, y lamentar la mala fortuna de que al enano corso no le diese por rascarse más abajo de donde solía tener siempre su mano o por invadir la lejanísima Groenlandia en lugar de las pacíficas y hermosas tierras de La Rioja.
Espero y deseo que, como castigo, la emperatriz Josefina le pusiese los cuernos con toda la Grande Armée.
© MIKEL ZUZA VINIEGRA, 2015
-¿Pero cómo que no se puede tejer aquí algo semejante? ¿Es que no hay en todo mi reino artesanos y costureras capaces de replicar el arte de esos bárbaros?
-Por Dios, alteza, considerad que estáis llamando bárbara a vuestra propia esposa y a su cuñada...
-¿Y qué otra cosa sino bárbaros son esos condenados hombres y mujeres de Normandía? No en vano sus antepasados fueron los vikingos, que arrasaron todo el occidente en sus correrías.
-Pero ahora son reyes de Inglaterra...
-¡¡¡Cuando el abuelo de mi cuñado Guillermo "el conquistador" era sólo un vulgar pastor de cabras, el mío, Sancho el Mayor, ya gobernaba todos los reinos cristianos a este lado de los Pirineos!!! Y ahora tengo que soportar que mi mujer, la reina Placencia, me esté todo el día pasando por las narices la "heroica campaña" de su hermano con ese condenado pañuelo que no se quita ni para ir a la cama, en el que su cuñada doña Matilde bordó todos y cada uno de los hechos que llevaron a la muerte al rey Harold el sajón. ¿Y vos os atrevéis a decirme que no puedo yo pagarle con la misma moneda ordenando tejer las hazañas de don Sancho? ¡Con razón me dice que somos nosotros y no ella, los auténticos bárbaros, y también que no soporta a sus cuñados, mis hermanos, don Ramón y doña Ermesinda, por ser muy rudos y estar siempre metiéndose con ella!
Placa del maestro Engelram y su hijo Rodolfo, artífices del Arca de San Millán |
-¿Y qué puede importarme a mí esa obra que decís, si va a ser para contener los huesos de un santo? Yo lo que quiero es algo como ese condenado pañuelo, con el cometa que profetizó la caída de los sajones cruzando los cielos, y no un arca que nadie verá nunca.
El cometa Halley, en el tapiz de Bayeux |
Cuadro del siglo XVII que muestra cómo era el arca de San Millán |
-Desde luego, alteza. Vuestras ideas son siempre las mejores.
-Id pues inmediatamente a San Millán, y decid al abad don Blas que figuraremos mi esposa y yo en el lugar de más honor de ese arca: a uno y otro lado del sagrado Pantocrator. Y que le conviene no poner pegas a mi mandato, si no quiere acabar en algún cenobio mucho más cercano que el suyo a la frontera con los moros, donde las cabezas se separan de los hombros en un abrir y cerrar de ojos...
Decid igualmente al maestro Engelram que nos saque muy bien parecidos. Enseñadle si hace falta el maldito pañuelo bordado por mi cuñada para que pueda de esa forma superar el burdo arte de los condenados normandos. Y prometedle que yo sabré recompensárselo con creces.
¡Y que no se diga que el reino de Pamplona tiene nada que envidiar al de Inglaterra!
Addenda:
El arca deSan Millán fue elaborada hacia el año 1067 por el maestro orfebre Engelram, por iniciativa de los reyes Sancho IV el de Peñalén y Placencia de Normandía. Contaba la vida del eremita San Millán de la Cogolla según la había escrito muchos siglos atrás San Braulio. Talló las escenas y a muchos de los donantes y artífices en placas de marfil, que iban rodeadas por placas de oro cuajadas de piedras preciosas.
La noche del 20 de diciembre de 1809, los soldados franceses del ejército de Napoleón saquearon el monasterio y arrancaron todo el oro que recubría el arca. Los marfiles los dejaron porque no les concedieron valor alguno. Muchas de las placas se rompieron al ser forzada su cubierta, otras quedaron enganchadas al metal y acabaron en la faltriquera de algún soldado, y de ahí -si hubo suerte- en la de algún anticuario. Por eso hay ahora marfiles de San Millán en muchos de los mejores museos del mundo. Pero la mayoría pudieron rescatarse y continúan hoy en el monasterio, adosadas a una desaborida y bastante fea arca moderna que intenta remedar la antigua y que se hizo en los años 40 del pasado siglo.
Reconstrucción moderna del arca de San Millán con las figuras de don Sancho y doña Placencia |
Sancho IV el de Peñalén, fue asesinado por sus hermanos Ramón y Ermesinda, que tramaron un complot para derrocarlo, asesinándolo en el barranco de Peñalén (Funes). Su muerte supuso que Castilla y Aragón se repartieran el reino de Pamplona, que ya nunca volvió a poder recuperar las tierras de la Rioja, que fueron siempre la sede regia preferida de los monarcas navarros.
Reconstrucción del frente del arca de San Millán, según la descripción del obispo Sandoval en el siglo XVI Arte Medieval Navarro /J. Uranga, F. Iñiguez Tomo II |
La reina Placencia, de la que se sabe bien poco, aparece siempre en las crónicas como nativa de Normandía. La coincidencia de fechas y de lugares me han permitido convertirla en hermana del duque Guillermo de Normandía, que el 14 de octubre de 1066, en la batalla de Hastings arrebató la corona de Inglaterra al rey Harold el sajón, como narró de forma incomparable la reina Matilde, esposa del propio Guillermo, en su bordado de más de setenta metros de largo. En todo caso no es seguro que Placencia y Guillermo fueran parientes, pero tampoco es completamente imposible...
Una de las escenas más famosas del ahora conocido como Tapiz de Bayeux (por ser ese el nombre de la ciudad normanda donde se conserva), es aquella en la que aparece reflejado el cometa Halley, que surcaba los cielos de 1066 y que todos interpretaron como un signo de mal augurio para los sajones. Quién sabe, quizás tan malévolo cometa también se asomó por los cielos de Peñalén, diez años más tarde, para desgracia de Sancho IV y de Navarra entera...
Por suerte nos quedan los maravillosos marfiles de San Millán, pero el arca en su conjunto se perdió para siempre, así que no queda más que envidiar la destreza de quienes en Bayeux sí supieron proteger su bordado tesoro, y lamentar la mala fortuna de que al enano corso no le diese por rascarse más abajo de donde solía tener siempre su mano o por invadir la lejanísima Groenlandia en lugar de las pacíficas y hermosas tierras de La Rioja.
Espero y deseo que, como castigo, la emperatriz Josefina le pusiese los cuernos con toda la Grande Armée.
Arca actual, con los marfiles originales que se han conservado in situ |
Arca original, forrada con un tejido árabe del siglo XI |
© MIKEL ZUZA VINIEGRA, 2015