Salón del Arquero, redacción del diario "Arriba España"
Calle Zapatería nº 50 de Pamplona.
20 de septiembre de 1940. 2'45 h. de la madrugada
-¿Sobre los cátaros? No mucho más que de lo que de ellos se dice en los libros de historia, don Gabriel: que durante los siglos XII y XIII se constituyeron en importante foco de herejía en el Languedoc, obligando al papa Inocencio III a ordenar una Cruzada contra ellos. Parece ser que tenían una concepción dualista del mundo, y pensaban que puesto que éste se ve asolado de continuo por la maldad, no podía ser obra de Dios, sino de Satán, y por tanto veían en la Iglesia de Roma y en sus jerarquías meras servidoras del Maligno. El enfrentamiento armado era pues algo inevitable, enmarcado además en el implacable deseo de la corona francesa por hacerse definitivamente con el levantisco territorio occitano. Los combates y las treguas se sucedieron durante casi treinta años, siendo los momentos claves de la guerra la batalla de Muret de 1213, en la que murió el rey de Aragón defendiendo a sus vasallos del otro lado del Pirineo, y la toma del castillo de Montsegur en 1244, que supuso el fin definitivo de las luchas y del propio movimiento cátaro. Pero no acierto a comprender qué puede tener que ver todo esto con nosotros, con Alemania o con la guerra europea...
-Paciencia, Angel María. No es extraño que te cueste vislumbrar las conexiones entre la desastrosa situación bélica actual y una herejía medieval como la albigense, pero si me escuchas con atención, descubrirás que otros antes que nosotros se empeñaron en sacarlas a la luz -creo firmemente que para nuestra desgracia y la de todo el género humano-, y que precisamente están a punto ahora mismo de dirigir el foco de sus investigaciones hacia Navarra. Pero antes de llegar a ese aspecto clave, es necesario que sepas algo más sobre el catarismo.
La palabra "Cátaro", con la que fueron denominados, viene del griego "Katar", que quiere decir "puro", pero ellos se nombraban a sí mismos como "omes bons", "hombres buenos", o simplemente como "Cristianos". Aunque aceptaban a Jesús como hijo de Dios, pensaban que por esa misma razón era imposible que éste se hubiera encarnado en el mundo impuro de la materia, y que su supuesta humanidad era simplemente una alegoría cuyo sentido había que desentrañar. Despreciaban por tanto los símbolos o los conceptos más caros a Roma, como el de la Cruz, pues no comprendían que pudiera adorarse el instrumento de tortura en que murió Cristo, pero sobre todo el de la Santísima Trinidad, pues para ellos no existía más que un solo ser creador del espíritu.
Al contrario que la Iglesia Católica, los adeptos a esta nueva religión no poseían una rígida organización, sino que se dividían en dos únicas categorías: los perfectos y los simpatizantes. Sólo los primeros podrían ser considerados como una especie de sacerdotes, pero teniendo siempre en cuenta que no creían en los sacramentos, y tan solo practicaban un ritual llamado "Consolament", por el cual creían transmitir el Espíritu Santo mediante la imposición de manos. Una vez recibido, indistintamente por hombres o por mujeres, se comprometían a mantener durante toda su vida un estricto voto de castidad, evitando incluso tocar a personas del sexo opuesto, pues interpretaban que la procreación era una trampa del demonio para retrasar la liberación de las almas de este mundo de pecado.
Su absoluto pacifismo, su ascetismo exacerbado, pues tenían igualmente prohibido comer carne, buscando no interrumpir por accidente la cadena de reencarnaciones mediante la que un alma podía acabar purificándose, y su obligación de trabajar manualmente para ganar su sustento diario, fueron granjeándoles la admiración de la población, que comparaba su sencillo modo de vida con el ostentoso y claramente corrupto del clero católico.
De esta forma, predicando con el ejemplo, fueron extendiendo su creencia por todo el mediodía de Francia, y de día en día aumentaba el número de simpatizantes, a quienes naturalmente no se les exigía una opción vital tan extrema, sino tan sólo que participasen en las plegarias y que saludasen respetuosamente el paso de los perfectos, que de dos en dos, vestidos siempre con un tosco sayal negro, llevaban sus enseñanzas por todos los caminos y poblaciones del Languedoc. Todos ellos podían también recibir el "Consolament", aunque únicamente cuando estuviesen en trance de muerte, y durante toda su vida podían recibir el asesoramiento y la ayuda espiritual de los "perfectos", a quienes sentían tan cercanos como a miembros de sus propias familias.
Ese ejemplo permanente de honestidad y coherencia con sus principios, fue el que luego, cuando llegaron los tiempos duros de la Cruzada ordenada por Roma contra ellos, les atrajo la protección no sólo del pueblo llano, sino de muchos nobles y caballeros que se pusieron de su parte, haciéndoles donaciones y herencias que a decir de algunos autores, acabaron conformando un fabuloso tesoro. Aunque ninguno se pone de acuerdo en si dicho legado oculto sería meramente espiritual, o estaría formado por oro y riquezas sin medida. Incluso hay quien une esas dos posibilidades y cree que lo que en realidad custodiaban con tanto celo los "perfectos",era el Grial, y que la noche anterior a la caída de la última fortaleza cátara, la de Montsegur, cuatro de ellos se habrían jugado la vida descendiendo los escarpados muros para poder ponerlo a salvo. Y esto es justamente lo que ha hecho que venga a verte esta noche, Angel María...
-Pero don Gabriel, por lo que sabemos, el Santo Grial se guarda en la catedral de Valencia, y se cree que lleva allí al menos desde tiempos del rey Alfonso V el Magnánimo, a mediados del siglo XV.
-Sí, el Grial "Católico" puede que esté allí, aunque la verdad es que no hay forma de probarlo a ciencia cierta. Pero el Grial "Cátaro" no puede ser ese. No podían considerarlo suyo quienes, cuando fueron perseguidos, se reconocían entre ellos pronunciando en voz baja el nombre de ROMA al revés, transformándolo en AMOR, poniendo así de relieve que la Iglesia era todo lo contrario a lo que ellos representaban. Y ese otro Grial, que quizás no sea Santo, ha estado oculto desde esa terrible noche del año 1244 en Montsegur, en la que más de doscientas personas prefirieron arder en la pira de la Inquisición a abjurar de sus creencias. Oculto, sí. Aunque quizás no exactamente desde entonces, sino desde unos pocos años antes.Y tampoco tan lejos como muchos pensaron...
Hasta hoy...
[Continuará...]
© Mikel Zuza Viniegra, 2012