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Channel: Crónicas irReales de Navarra
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ROJO Y AZUL CON ALGO DE BLANCO

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Preparando mi último libro: EN RECTA LÍNEA, rastreé muchas de las huellas que figuras como Carlos II de Navarra han dejado en la Historia. Una de las más curiosas y controvertidas sea quizás que cada vez que una bandera tricolor francesa se iza en algún mástil alrededor del mundo, no sólo se esté honrando a los ideales de Liberté, Egalité y Fraternité que a todos nos suenan, sino también a aquel rey de Navarra que mereció serlo también de Francia. Veamos:

En efecto, la revuelta parisina del 22 de febrero del año 1358 marcó el momento en el que Carlos II de Navarra estuvo más cerca de alcanzar el trono de Francia, que los Valois habían usurpado a su madre, Juana II, únicamente por ser mujer.
El preboste de los mercaderes, Etienne Marcel y sus hombres, tocados todos con el "chaperon" (el sombrero) rojo y azul, los colores propios del rey de Navarra, asaltaron el palais de la Cité, donde se refugiaba el delfín y tras eliminar a los jefes de su guardia, los mariscales Robert de Clermont y Jean de Conflans, le obligaron a ponerse también dicho sombrero si quería conservar la vida. Os pongo la imagen original, sacada de las Grandes Chroniques de France, y también una interpretación moderna de esa escena publicada por la revista Despertaferro.






El caso es que esta historia de los colores rojo y azul, que siempre me ha interesado y de la que os he hablado muchas veces, era difícil de contrastar con autores de los autodenominados "serios", muchos de los cuales insistían e insisten en que esos colores eran los de la ciudad de París, y no los de Carlos II de Navarra.
Hasta ahora, cuando bastantes historiadores comienzan a darle la misma credibilidad que yo le he concedido siempre. Por ejemplo Laurent Hablot, Director de Estudios de la IVª Sección de la Escuela Práctica de Estudios Superiores, y titular de la cátedra de Emblemática Occidental en la Université Paris-Sciencies et Lettres, que en su reciente Manuel de Héraldique et Emblématique Médiévale suscribe:
"Una de las primeras veces en que quedó atestiguado el uso político de la librea, fue durante la revuelta parisina del año 1358, dirigida por Etienne Marcel, y en la cual los partidarios de Carlos II de Navarra, sin citar jamás su nombre, llevaban broches y sombreros con sus colores (el rojo y el azul), que eran también los de su emblema: cuartelado de Navarra/Evreux".

Aunque gracias a la investigación que aporto en mi último libro: EN RECTA LÍNEA, podemos al menos dudar de que ese cuartelado no fuera el Navarra/Francia, que ahora sabemos que ordenó lucir a sus tropas alrededor del año 1364.


En todo caso, al no haberse atrevido Etienne Marcel a librarse del delfín, la revuelta fracasó y Carlos II nunca llegó a ocupar el trono que legítimamente le correspondía. El delfín, en cambio, no tuvo problema alguno en ordenar asesinar a Etienne Marcel el 31 de julio de 1358, desactivando así una revolución que nadie sabe hasta dónde podría haber llegado.
Pero esta historia no acaba en 1358, porque cuatro siglos más tarde, en 1789, cuando el pueblo se levantó contra el rey Luis XVI, algunos autores se acordaron de aquel otro precedente revolucionario llevado a cabo por el preboste Marcel, y recuperando los colores que había defendido (que no eran otros que los del rey de Navarra, aunque para entonces se habían convertido también en los de la ciudad de París), pusieron entre medio el color blanco de la enseña de los Borbones para diseñar la bandera tricolor de la nueva República Francesa, queriendo significar que el poder del pueblo sujetaba a partir de entonces al del rey. De esta última innovación fue responsable Lafayette, el famoso militar que años antes había ayudado a las colonias norteamericanas a emanciparse.



Efectivamente, y como si la Historia quisiera repetirse, el 17 de julio de 1789, apenas tres días después de la toma de la Bastilla, Luis XVI, conocido como "ciudadano Luis Capeto" por los rebeldes, fue invitado/obligado a presentarse en el Ayuntamiento de París, donde le esperaban entre muchos otros, el recién nombrado alcalde, Sylvain Bailly (hasta ese día la ciudad jamás había tenido alcalde), que según algunos cronistas fue quien le entregó la escarapela con los colores de la ciudad (rojo y azul). Pero la mayoría afirman que fue el citado general Lafayette quien se la ofreció, introduciendo entre ambos colores heráldicos, en señal de respeto y buscando integrar a la Monarquía en la Revolución, el blanco de los Borbones.

Podéis ver esta escena en el video que os adjunto, perteneciente a la película del año 1989: "Historia de una revolución", donde Sam Neill interpreta a Lafayette, y repite casi miméticamente lo acontecido entre el preboste Etienne Marcel y el delfín Carlos de Francia: ambos obligaron a los reyes a lucir los colores rojo y azul. Pero si en 1358 Marcel sabía perfectamente que se trataba de los colores de Carlos II de Navarra, en 1789 esa memoria se había perdido, y la ciudad se había apropiado de ellos como símbolo revolucionario, atenuado por el color blanco de la monarquía.



¿Que se había perdido esa memoria he dicho? No del todo, porque había autores que sabían perfectamente a quién pertenecían realmente esos colores, como os demostraré con estos fragmentos de la "Gazette de Paris" un periódico monárquico que se publicó en aquella capital entre el 1 de octubre de 1789 y el 10 de agosto de 1792. Podemos imaginar el valor o la inconsciencia que había que tener para publicar un periódico de propaganda regia en aquellas circunstancias, y efectivamente, de ambas cosas dio sobrada muestra su editor: Barnabe Farmian Durosoy, un periodista, escritor e historiador que acabó siendo detenido y juzgado sumariamente por el Tribunal Revolucionario, que lo condeno a ser guillotinado. Dicen que reaccionó de esta manera a su sentencia de muerte: "No habéis podido hacer mayor honor a un realista como yo, que ordenar mi ajusticiamiento el 25 de agosto, día de San Luis".








Pues en el número del 7 de abril de 1790 de la Gazette de Paris, Durosoy ya había comparado de forma visionaria -historiográficamente hablando- el momento revolucionario que le tocaba vivir con aquel otro ocurrido en febrero de 1358. y como veréis él no tenía duda alguna de a quién representaban entonces -y por extensión también en 1789- aquellos colores:

"Estos colores eran los de Carlos el Malo, de suerte que los ciudadanos de París llevaban la librea del rey de Navarra".

"El mejor de los príncipes [refiriéndose al delfín Carlos de Francia] llevaba los colores de Carlos el Malo".

El 31 de julio de 1789 (justo el día que se cumplía el 431 aniversario del asesinato del preboste Etienne Marcel), el propio Lafayette propuso a la ciudad de París que la escarapela tricolor fuera desde entonces la única que llevasen para identificarse todos los revolucionarios, incluidos los miembros de la Guardia Nacional. Andando el tiempo de esa escarapela nacería la bandera tricolor francesa. Así defendió su propuesta el general:

"Les traigo, señores, una escarapela que dará la vuelta al mundo, un emblema cívil y militar que triunfará sobre las viejas leyes de Europa y que reducirá a los gobiernos tiránicos a la alternativa de ser renovados si lo adoptan, o a ser derrocados si se atreven a enfrentarse a él"



Probablemente sin sospecharlo, se cerraba así una batalla de más de cuatrocientos años en la que, por fin, y siquiera de manera simbólica y emblemática, Carlos II (el más francés de todos los reyes de Navarra) salía por fin vencedor, haciendo que su divisa representase desde ese momento y hasta ahora mismo a Francia en todo el mundo, aunque seguramente de una forma mucho más republicana de lo que a él le hubiera gustado. Aunque, quién sabe...
Por cierto, Etienne Marcel es honrado todavía hoy en París con una estatua frente al Ayuntamiento, mientras que Carlos II de Navarra permanece conceptuado como traidor en casi todas las Historias de Francia.



¡Ingratos!


© MIKEL ZUZA VINIEGRA, 2022


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