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EL TERCER ENTIERRO DEL PRÍNCIPE DE VIANA Y LA GUERRA CIVIL DE 1936 (2ª PARTE)

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(Viene de: 1ª Parte )

Recordemos ahora que todo esto se publicó en Diario de Navarra el día 22 de octubre de 1935, haciendo referencia al acto que se había llevado a cabo el día 20 de octubre en Poblet. Pero si acudimos a otro de los periódicos que en aquellos años se publicaban en Pamplona (el tercero en discordia -nunca mejor dicho- sería El Pensamiento Navarro), en este caso el nacionalista La Voz de Navarra, veremos que ya el día 17 de octubre advertían en portada:

A los actos asistirán delegaciones de las principales asociaciones religiosas de Cataluña, representantes de Unió Democrática de Catalunya y posiblemente una comisión del Consejo Supremo del Partido Nacionalista Vasco.

¿No podría destacar la Excma. Diputación de Navarra una comisión de su seno, por lo menos alguien que la represente en un acto en el que por fuerza ha de evocarse a Navarra? Siquiera sea para honrar la memoria de uno de sus hijos más ilustres y dedicarle allí donde reposan sus restos un sufragio por el descanso eterno de su alma. 

O sea, que podemos colegir con bastante fundamento que realmente ni al diputado Garcilaso ni a la Diputación Foral, en la figura de su vicepresidente Arraiza, les importaba gran cosa o tenían siquiera conocimiento del re-enterramiento del príncipe de Viana en Poblet, pero que no quisieron dejar en manos del PNV la única representación navarra en la ceremonia. O eso, o que ya en aquel tiempo el secretismo era práctica tan habitual como hoy en día en la Administración Foral, y por eso La Voz de Navarra no se había enterado de si las “instancias oficiales” asistirían o no.

Permitidme que lo dude, entre otras cosas, porque el día 18 la Voz de Navarra volvió a solicitar en portada que acudiera a Poblet una representación oficial de Navarra, seña más que evidente de que en Diputación seguían sin mover ficha:

Todo esto quiere decir que la Excma. Diputación de Navarra no puede estar ausente de este acto que supone, entre otras cosas, un homenaje al ilustre cuanto infortunado Príncipe de Viana, uno de los varones egregios de nuestra historia. La representación debe ser de calidad y aún indicaríamos que la llevaran el señor Vice-presidente de la Gestora con alguno de sus compañeros; y si no algunos de los gestores. Y a última hora, algún navarro de calidad.

Que la Diputación se vio obligada a actuar, lo demuestra que el mismo día 20, fecha en que iba a tener lugar el acto de Poblet, La Voz de Navarra anunciase en portada la presencia en el mismo de su vice-presidente, Juan Pedro Arraiza:

El vicepresidente de la Diputación, don Juan Pedro Arraiza, salió en las primeras horas de la tarde de ayer para Tarragona, con el fin de asistir hoy, domingo, a los actos del traslado de los restos del Príncipe de Viana desde dicha ciudad catalana al monasterio de Poblet, donde serán depositados.

 


El día 22 de octubre, con prosa menos alambicada y grotesca que la de Garcilaso, La Voz de Navarra también dio en portada amplia noticia de la ceremonia llevada a cabo en Poblet, y el único dato novedoso entre esta crónica y la de Diario de Navarra era que:

Al poco rato llegaba también la representación de Navarra, que era representada por el señor Vicepresidente de la Gestora de la Diputación, a quien acompañaban don Onofre Larumbe, don Raimundo García y dos concejales del Ayuntamiento de Viana.

También estaba presente, ostentando la representación de la minoría nacionalista vasca, don Manuel de Irujo, diputado por Guipúzcoa. Este señor ostentaba a la vez la representación del Napar-Buru-Batzarra.

Al llegar la representación de Navarra al templo, se anunció su entrada en éste, abriéndose las puertas con gran solemnidad.


O sea, destacaba –lógicamente- mucho más que el Diario de Navarra, la presencia de Manuel de Irujo en representación del Napar-Buru-Batzarra. Una circunstancia esta que –dada la extrema polarización política que hemos visto reflejada en la crónica de Garcilaso- llamó incluso la atención del subdirector de Diario de Navarra, que el mismo día 23, en su sección “Postales”, parece reflejar su extrañeza ante la coincidencia de su periódico y del Napar-Buru-Batzarra en un mismo acto:

 

 

 

ALLÁ, EN POBLET…

¿Qué hubo de Navarra en la solemnidad emocionante?

Cuantitativamente hubo más Navarra ese día en el discurso de Gil Robles y en el discurso de Azaña en las Cortes. Gracias a Dios, nuestra Diputación estuvo presente en el acto en la persona de don Juan Pedro Arraiza, su vicepresidente. DIARIO DE NAVARRA hizo acto de presencia interventiva Con su Director, y ayer nos enterábamos que el Sr. Irujo ostentaba, en el acto, la representación del Napar-buru-batzarr.

Y nada más ni nadie más, en cuanto a personas representativas y claro, ni en cuanto a meramente personas de Navarra. Hubo sí, un obsequio de emoción exquisita, que tiene casi el temblor de la ternura: el puñado de tierra, de la tierra del Reino que al cabo de los siglos se mezclaba con amor entre sus cenizas. Es un detalle este que avienta todas las amarguras y hace cantar las alondras en la risueña alba del optimismo.

Pero el resumen es este: la política, en sus dos más amplios gestos contradictorios, absorbe la atención de los navarros. Y en ese día en que. la política, rusiente de tensión, nada dice a Navarra, el príncipe de Viana, que es Navarra entera, Navarra total, aunque con el corazón despedazado, el príncipe, víctima cruenta de la disensión en las entrañas de Navarra, se vio asistido amorosamente por las actitudes discrepantes.

¡Al príncipe, después de cuatro siglos, pudo satisfacerle esa compañía: al fin, quien discrepa en la historia, conoce la historia y ama la historia!

Yo, navarro, no podía menos de consignar esa coincidencia que brinda el comentario a todo espíritu que se preocupa del porvenir de su pueblo.

Del porvenir que, como nuestro príncipe, ha de estar hecho de dolor y de cenizas y también de la tierra natal y de la ilusión inextinguible...

Y sino, ¡Váyase todo Arga abajo!


Ese subdirector era el escritor lesakarra Eladio Esparza, que curiosamente había dirigido también La Voz de Navarra entre 1923 y 1929, año en que paso a ser redactor-jefe de Diario de Navarra. Julio Caro Baroja apunta que, por sus incendiarios artículos, le conocían como “Elodio Esparce”, apodo que desde luego describe muy bien a quien fue tan activo o más que su director en la conspiración contra la República y posterior Guerra Civil.

De hecho, apenas un año después de ese artículo suyo, digamos más “conciliador”, aunque ya avisaba de lo que iba a suceder en pocos meses con ese jotero y lamentable: “¡Váyase todo Arga abajo!” escribió y publicó diariamente perlas de locura y barbarie como esta, el 18 de septiembre de 1936:

Se impone urgentemente la designación de una Junta de expurgación social, sin cuya autorización no pueda ser considerado como obrero apto para el trabajo a nadie que, por sus antecedentes de actuación izquierdista o de afiliado a organizaciones ya disueltas infunda recelos. El comunismo ha de ser extirpado aun en la zona de la mera sospecha. ¡Tendría que ver que mientras nuestros obreros luchan en los frentes, exponiendo la vida a la metralla de los rojos, vivieran los rojos tranquilamente en sus casas ganándose el jornal sin peligro ni zozobra!

Pero frente al infame comportamiento de Garcilaso o Esparza surge, limpio como un cristal, el ejemplo contrario, encarnado precisamente por el director de La Voz de Navarra, José Aguerre Santesteban, que firmaba sus artículos con el seudónimo “Gurbindo”.  Porque el 25 de octubre de 1935 contestaba en portada de su periódico al texto publicado por Eladio Esparza dos días antes en Diario de Navarra. 

En la tercera y ultima parte de mi crónica, os transcribiré íntegramente ese artículo de Aguerre, que a mí me parece de una importancia trascendental.

(Continuará)

©MIKEL ZUZA VINIEGRA

 


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