Artajona, 18 de febrero de 1429
-Mira que te lo advertí, Pedro. Sólo tú podías tener la ocurrencia de querer convertir en layador a un olitejo. ¡Pero si allí no saben lo que es una cuesta! ¿Cómo va a desempeñarse entonces bien el muchacho?
-¡Yo ya le digo que entrene en las escaleras del palacio, pero no quiere!
-Claro, ¡no quiere desnucarse! Más seso que tú ya tiene, ya, y eso que es un mocete. Lo que tienes que pensar es que cualquier día esta manía tuya de artajonizarlo nos va a traer un buen disgusto. Si se entera su madre de que lo tienes toda la mañana arriba y abajo subiendo y bajando del cerco, acabaremos en la mazmorra. ¡O en el cadalso, si el que se entera es su padre!
-¡A nadie le viene mal saber lo que es sudar subido en las layas para lograr el sustento diario, y a él, menos que a nadie, que lo hace sólo por deporte! Y otra cosa: en Olite tendrán el palacio más hermoso del mundo, no lo niego. Pero no hay en Navarra ni lo habrá en otras naciones, cerco de torres más airoso que el de Artajona, de eso estoy bien seguro.
-¡Será por el mundo que has visto tú, que no has pasado de Tudela! ¿Ves? ¡Ya se ha vuelto a caer mientras hablamos! ¡Cómo un Ecce Homo tiene ya las rodillas? Su madre acabará por no creerse eso que le decimos que se cae tantas veces del caballo, verás...
-Bah, el mocete es fuerte. Está un poco entecado por el trato que le dispensan, pero ya sabes que no le quito ojo, y que además se conoce que lo criaron bien cuando pequeño, ¿no es cierto, Johana?
-En eso llevas razón, Pedro, que si me eligieron a mí para tan importante labor por algo sería, aparte de por lo que a simple vista resulta evidente...
-¡Y tanto, que leche de príncipes llevas en esos pechos tan redondos que Dios te dio, Johana! ¡A ver quién de tus paisanas puede decir lo mismo!
-Ya se ve que se te pegan las lecciones de retórica y oratoria que recibe el zagal todos los días, ya... ¡Mira que eres bruto, Pedro!
-Lo que quieras, pero si tú lo has amamantado, y yo le estoy enseñando a galopar sobre las layas, más artajonés no puede salir don Carlos, así que cuando crezca ha de querer y considerar como suyo a nuestro pueblo mucho más que a Olite, que a Pamplona o que a la misma ciudad de Viana, cuyo principado ostenta.
¡Y malo será que la reina doña Blanca, agradecida, no nos perdone los impuestos o nos conceda algún regalo por nuestros desvelos!
Esplendor Medieval Foto de Iñaki Larrea |
-¡Yo ya le digo que entrene en las escaleras del palacio, pero no quiere!
-Claro, ¡no quiere desnucarse! Más seso que tú ya tiene, ya, y eso que es un mocete. Lo que tienes que pensar es que cualquier día esta manía tuya de artajonizarlo nos va a traer un buen disgusto. Si se entera su madre de que lo tienes toda la mañana arriba y abajo subiendo y bajando del cerco, acabaremos en la mazmorra. ¡O en el cadalso, si el que se entera es su padre!
-¡A nadie le viene mal saber lo que es sudar subido en las layas para lograr el sustento diario, y a él, menos que a nadie, que lo hace sólo por deporte! Y otra cosa: en Olite tendrán el palacio más hermoso del mundo, no lo niego. Pero no hay en Navarra ni lo habrá en otras naciones, cerco de torres más airoso que el de Artajona, de eso estoy bien seguro.
-¡Será por el mundo que has visto tú, que no has pasado de Tudela! ¿Ves? ¡Ya se ha vuelto a caer mientras hablamos! ¡Cómo un Ecce Homo tiene ya las rodillas? Su madre acabará por no creerse eso que le decimos que se cae tantas veces del caballo, verás...
-Bah, el mocete es fuerte. Está un poco entecado por el trato que le dispensan, pero ya sabes que no le quito ojo, y que además se conoce que lo criaron bien cuando pequeño, ¿no es cierto, Johana?
-En eso llevas razón, Pedro, que si me eligieron a mí para tan importante labor por algo sería, aparte de por lo que a simple vista resulta evidente...
-¡Y tanto, que leche de príncipes llevas en esos pechos tan redondos que Dios te dio, Johana! ¡A ver quién de tus paisanas puede decir lo mismo!
-Ya se ve que se te pegan las lecciones de retórica y oratoria que recibe el zagal todos los días, ya... ¡Mira que eres bruto, Pedro!
-Lo que quieras, pero si tú lo has amamantado, y yo le estoy enseñando a galopar sobre las layas, más artajonés no puede salir don Carlos, así que cuando crezca ha de querer y considerar como suyo a nuestro pueblo mucho más que a Olite, que a Pamplona o que a la misma ciudad de Viana, cuyo principado ostenta.
¡Y malo será que la reina doña Blanca, agradecida, no nos perdone los impuestos o nos conceda algún regalo por nuestros desvelos!
Y como mi padre nos contaba que el suyo -mi abuelo- iba ¡¡¡andando!!! desde Zuazu de Izagaondoa hasta Artajona para layar los campos, y por tanto algo de layador debo llevar todavía dentro de mí, y además pienso que es Artajona un lugar muy hermoso, y casi todos los artajoneses que he conocido son de "muy buena lech", y compensan con creces a los de "muy mala lech" con los que yo haya podido toparme, dedico esta crónica a Fer, Pablo o Alfredo, por haber tenido la inmensa fortuna de nacer a la vera del Cerco, y les recuerdo desde aquí que sin duda fueron los cuidados que Johana y Pedro dedicaron al príncipe de Viana los que consiguieron que llegara a ser descrito de esta manera:
"Muy bello, muy sabio, muy sutil, y muy claro de entendimiento;
gran trovador, gran y buen cantador, cabalgador. Cumplido de todo amor y gracia;
Con mucha ciencia: todo el tiempo de su vida amó el estudio;
Fue verdadero y devoto cristiano, amable y juicioso en el trato con todas las gentes del mundo..."
Y yo os aseguro que todos los artajoneses y artajonesas que conozco, encajan perfectamente en esa descripción.
©MIKEL ZUZA VINIEGRA, 2016