Salón del arquero, redacción del diario "Arriba España"
Calle Zapatería nº 50 de Pamplona.
Martes, 5 de noviembre de 1940, 8'30 h. de la mañana
-Ya pensaba que te habías olvidado de mí, Angel María.
-Sí, desde luego el tiempo pasa callandico y hace hoy justamente un mes que nos vimos por última vez. Pero quería estar bien seguro de todas las informaciones que voy a darle, y confirmarlas fehacientemente me ha llevado todo este tiempo. Y exceptuando que ninguno de los habitantes de los pueblos de Izagaondoa afectados por nuestra "incursión" salió herido, no sé si el resto le parecerán demasiado buenas, don Gabriel...
-Sean las que sean, ardo en deseos de conocerlas yo también. El recrudecimiento de la represión en la Francia ocupada por los nazis, ha hecho que hayamos perdido nuestro contacto con Inglaterra, y estoy por eso más escaso de noticias que nunca. Leí lo que se publicó en los periódicos sobre la fugaz visita de Heinrich Himmler, y por los mismos medios sé que las tropas alemanas abandonarán hoy mismo Pamplona tras ser recibidos sus oficiales en el Ayuntamiento. ¿Has podido enterarte de si el Reichsführer ordenó tomar represalias?
-No. No lo hizo, Y no es de extrañar, teniendo en cuenta que muy probablemente sólo leyó una parte muy concreta de los informes que la Ahnenerbe recabó de Otto Rahn...
-¿Cómo? ¿En qué te basas para afirmar algo así, Angel María?
-Efectivamente, el Reichsführer Himmler, acompañado por sus lugartenientes el General de Estado Mayor Karl Wolf, el General de Brigada y médico Karl Gebhardt y el obergruppenführer de la Sicherheitdienst -o Servicio de Seguridad e Inteligencia de las SS-, Adolf Falkenhausen, cruzó a las nueve y media de la mañana del diecinueve de octubre el puente internacional de Irún, y fue recibido a este lado de la frontera por el conde de Mayalde -Director General de Seguridad-, y por Von Sthorer, embajador alemán en España. Tras pasar revista a las fuerzas que le rendían honores, su séquito se dirigió a San Sebastián, donde fue cumplimentado en la Diputación, el Museo de San Telmo y el Club Naútico, finalizando su estancia en la ciudad subiendo al monte Higueldo...
-Sí, eso es lo que se publicó, pero ¿y en Alsasua? ¿Qué sucedió en Alsasua?
-A eso iba, don Gabriel, a eso iba. En Alsasua, donde llegó igualmente en automóvil, le estaban esperando las máximas autoridades de Navarra. Entre ellas el Gobernador Civil -Francisco Jordán de Urriés-, y el Diputado Foral Cesáreo Sanz Orrio. Éste último, buen amigo mío, ha sido mi principal fuente de información sobre este encuentro. Por él he podido saber que entre los que esperaban la llegada del Jefe de la Policía Alemana, estaba también el Mayor Strasser, el comandante de las tropas acantonadas en Pamplona, que llevaba consigo un libro lujosamente encuadernado para entregárselo como presente a su superior.
-Sí, por suerte Sanz Orrio es muy observador, y mientras esperaban a la comitiva de Himmler dispuso de varios minutos para poder ver las letras doradas que componían el título: "Wilhelm von Saintonge Dossier"
-¡Claro: Wilhelm von Saintonge, el obispo que excomulgó al rey Sancho el Fuerte! Pero ya sabíamos que el Mayor Strasser estaba traduciendo esos documentos, los mismos que en su momento consultó Otto Rahn. ¿Cuál es la novedad entonces?
-La novedad es el gesto de sumo agrado con el que al parecer el Reichsführer recibió el libro, y como agradeció públicamente a Strasser su trabajo. Pero eso no es todo. Al finalizar el almuerzo, y tras departir amablemente con los asistentes, Himmler entregó a cada uno de ellos una fotografía suya dedicada personalmente. Sanz Orrio ha sido tan amable de proporcionarme la suya. Observe: ¿ve algo llamativo en ella?
-¿Llamativo, dices? ¡Pero sin han "nazificado" al obispo tallado en la iglesia de Artaiz!
-Y eso no es lo peor, don Gabriel. He hecho traducir la dedicatoria que va al dorso. Escuche con atención:
"Encantado de poder pisar al fin la tierra donde ese gran precursor, el obispo Wilhelm von Saintonge, puso por primera vez en práctica las medidas que ahora nos tocará a nosotros emplear a gran escala para preservar la pureza de la raza aria. Todos ustedes, altos representantes de Navarra, deberían estar muy orgullosos de su honrosa memoria y, si quieren seguir su prístino ejemplo, no duden que contarán siempre con la ayuda de Alemania para conseguir llevarlo a cabo. ¡Heil Hitler!"
-¿Pero qué significan todas estas locuras, Angel María?
-Quieren decir que ni la Ahnenerbe, ni las SS, ni organismo alguno del régimen nazi estuvo nunca interesado en las elucubraciones sobre el Grial del Obersturmführer Otto Rhan, don Gabriel. En realidad lo único que les interesaba era la idea de agrupación de un determinado tipo de gente en un mismo lugar que el obispo Guillem de Saintonge impuso para los cátaros. Rahn debió finalmente comprenderlo, y por eso abandonó las SS y, aterrado ante lo que él -aunque inconscientemente-, había ayudado a poner en marcha, y dispuesto a ser consecuente hasta el final con sus creencias, decidió suicidarse dejándose morir por congelación en la cima del monte Wilden Kaiser.
-Pero mis informes sobre su fin no hablaban en ningún momento de la posibilidad de un suicidio...
-No sea ingenuo, don Gabriel. Imagine usted el escándalo que hubiese supuesto que se filtrasen los detalles concretos de este caso. Aunque a nosotros nos hubiera venido bien saberlos, pues hubiésemos podido caer mucho antes en un detalle que se nos había pasado por alto, dentro de la escasez de nuestros conocimientos sobre los cátaros. ¿Recuerda que usted me comentó que sólo practicaban una única ceremonia llamada "Consolament"? Pues resulta que existió otro ritual denominado "Endura", que consistía en dejarse morir de hambre, de frío o incluso arrojándose a las hogueras inquisitoriales antes que renunciar a su fe. Por increible que pueda parecernos, eso es exactamente lo que creo que hizo Otto Rahn...
-¿Pero por qué? ¿Y qué es eso tan terrible que él ayudó a poner en marcha? ¿Es que acaso quedan todavía cátaros a los que poder perseguir?
-Ya le he dicho antes que probablemente nadie de las SS estaba interesado verdaderamente en los libros de Rahn. Los cátaros fueron la excusa: es a los judíos a quienes Himmler y sus secuaces quieren aplicar los inicuos metodos inspirados por el obispo Saintonge. Recuerde los disturbios que se desataron por toda Alemania la noche del 9 al 10 de noviembre de hace apenas dos años. Los nazis la denominaron "Reichskristallnacht", la Noche de los Cristales Rotos". Más de mil sinagogas fueron quemadas, más de siete mil tiendas propiedad de los hebreos fueron destruidas, varios cientos de personas murieron, pero lo peor es que decenas de miles de judios fueron a partir de esa noche concentrados en campos de trabajo cuya ubicación exacta se desconoce, pero cuya existencia me ha confirmado el representante de Falange Española Tradicionalista y de las JONS en Berlín.
Esto y no otra cosa es lo que Rahn contribuyó a poner en marcha con sus investigaciones, y al enterarse de ello, prefirió suicidarse antes que ver su nombre asociado a todo este delirio. La Navarra del siglo XIII ha sido entendida por las SS como un laboratorio de pruebas para lo que ahora ellos quieren llevar a cabo: el exterminio masivo de judíos. Y todos nosotros: Rahn, los británicos, usted, y por supuesto yo mismo, hemos sido utilizados por Himmler como títeres que ha hecho bailar al son de su propia demencia...
-Pero también hubo entonces un Sancho el Fuerte que se opuso a los designios de Saintonge, Angel María...
-¿Y quién será ahora el Sancho el Fuerte para todos esos judíos tratados como si fuesen ganado? ¿Su gordo fumador de puros, el primer ministro Churchill? Los dos sabemos que está practicamente derrotado. De un momento a otro un cohete alemán acertará a caer sobre el parlamento de Westminster, y todo el sistema imperial británico se derrumbará como un castillo de naipes. ¿Y entonces, de dónde saldrá un Sancho el Fuerte?
-Quizás los americanos... Yo puedo intentar poner sobre aviso a mi embajada y desde allí presionar para que todo el mundo conozca los planes de Hitler...
-¿Y cree que el mundo no los sabe ya? No se han esforzado mucho por ocultarlos. La noche de los cristales rotos fue publicitada por los nazis como un acto de rebelión de la población alemana ante el "cáncer judío" que corroía la nación. Los Estados Unidos retiraron a su embajador, pero no rompieron relaciones diplomáticas con Hitler. En cuanto a sus esfuerzos con la embajada del Uruguay, usted mismo me dijo que vivimos en una capital de tercer orden. ¿Por qué nos iban a hacer caso a usted o a mí? Sólo somos dos insignificantes escritores sin prueba ninguna...
-Pero, ¿y el Grial? Tú mismo viste su poder. El gobierno que lo emplee como arma tiene asegurada su victoria, y ahora está en manos de Inglaterra...
-Sí, el Grial... ¡Pobre herr Rahn!, ¡Cuánto le hubiese gustado saber que, finalmente, sus teorías eran ciertas! Pero siéntese, don Gabriel, por que lo que voy a decirle ahora no es menos asombroso que lo que hasta ahora ha escuchado. La noche del diez de octubre, el teletipo de la redacción escupió una noticia parecida a tantas otras en estos tiempos de guerra, así que mis redactores no repararon especialmente en ella. Pero ya sabe que soy muy detallista, y me gusta repasar todos y cada uno de los partes impresos. Pues bien. La Deutsche Presseavisaba de la desaparición de un submarino británico en aguas del golfo de Vizcaya. Aseguraba además que la Kriegsmarine, la Marina de Guerra Alemana, no había tenido nada que ver en ese suceso. Parecer ser que llevan muy a gala no atribuirse bajas enemigas que ellos mismos no hayan provocado. La fuente de la información era precisamente un submarino alemán que se encontraba en aquellas mismas aguas en el momento de la desaparición: el U-Boot C-96 "Von Eschembach".
¿Que casualidad, eh, don Gabriel? ¿Y sabe cuál fue su mensaje original? Pues que un submarino británico se había "volatilizado" justo delante de ellos. "Bass habe" -"está abajo"-, terminaba su nota...
A los pocos días, el catorce de octubre concretamente, la Agencia Reuters replicó un comunicado del Almirantazgo Británico admitiendo la pérdida de ese submarino, aunque acusaban a la nave alemana de haberla provocado. Proporcionaban también la lista de los principales oficiales dados por muertos: contramaestre Raymond Aigler, subteniente Peter Bonnet, piloto Daniel Daicart, teniente Peter Saint Martin, comandante Peter Roger Mirepoix, piloto Raymond Perelle, con el capitán Bertrand Martin al mando. Confirmaban igualmente el nombre del navío hundido: el "HMS Endurance"
-¿Endurance, dices? ¿Como el rito cátaro del que me has hablado antes?
-Exactamente igual, porque justamente ese ritual es el que llevó a cabo la tripulación del submarino británico una vez que tuvieron el Grial guardado en sus bodegas. Recuerde que fue al leer mucho más sobre la cruzada contra los albigenses cuando descubrí la existencia de esa forma de suicidio pactado tan característica. La última vez que hay constancia histórica de que la pusieron en práctica fue el 16 de marzo de 1244, cuando los derrotados defensores de la fortaleza de Montsegur prefirieron arrojarse a la pira que abjurar de sus creencias. Pues bien, ¿sabe como se llamaban los principales perfectos y nobles quemados vivos? Agárrese: Raimundo Agulher, Pierre Bonnet, Amiel Aicart, Pierre-de-Saint-Martin, Pedro Roger de Mirepoix, Ramon de Perella, y quien dirigía espiritualmente a todo el grupo: el perfecto Bertrand de Martí.
-¡Pero si son exactamente los mismos nombres que los de los oficiales del submarino británico!
-Don Gabriel: todo este tiempo nos hemos estado preguntado si la fe cátara había sobrevivido. La carta entre Sancho VII y su hermana Berenguela nos aportó la posibilidad de que los supervivientes de Montsegur, que se habían refugiado en un principio en Navarra, se hubieran acogido después al refugio de Inglaterra ante la presión de Roma por mano de su legado el obispo de Pamplona Guillem de Saintonge. Ahora no hay ya duda de que efectivamente así lo hicieron, y que, al igual que sus antepasados no quisieron usar contra sus adversarios un arma tan poderosa como el Grial, sus sucesores actuales han preferido destruirla inmolándose también ellos mismos, antes que permitir que cayese en manos de uno de los dos bandos en guerra, aunque fuese el que les había acogido desde hace casi setecientos años...
-¿Pero por qué habrán actuado de esta manera?
-Probablemente porque llevaban a las espaldas demasiados siglos de persecución y de vivir ocultando lo que en realidad eran, como para confiar en que nadie de este mundo utilizase el Grial para hacer el bien. Al menos han preferido no arriesgarse, y dados los antecedentes históricos, personalmente opino que han hecho lo correcto.
-¡Pero ahora la guerra puede durar muchos años más!
-¿Y que podría importar eso a quienes creían que este mundo era obra del Demonio? Si así ocurre, sólo confirmará definitivamente sus creencias. En cualquier caso, estén en el fondo del Oceano o no, espero que hayan encontrado por fin la respuesta a la pregunta que llevaban intentando responder desde que sus primeros correligionarios salieron a recorrer por primera vez los dulces caminos de la Provenza. Además: nadie más que nosotros sabe ya qué es lo que encontramos en Basabe...
-Te olvidas de los diez hombres del comando que transportó el Grial hasta el submarino, Angel María.
-Lea esta nota de Asociated Press. Acaba de llegar.
-"Diez soldados ingleses fueron sorprendidos la semana pasada por tropas alemanas del ejercito de ocupación cuando intentaban cruzar la frontera provenientes de España. Tras un encarnizado enfrentamiento, el Alto Mando Alemán para la cornisa atlántica indica que los diez hombres fueron eliminados."
-Entonces es cierto que ya no queda nadie más que sepa que hallamos el Grial aparte de ti y de mí, Angel María. Pero aún así podríamos advertir al Foreign Office en cuanto recuperemos el contacto perdido...
-¿Advertirles de qué, don Gabriel? ¿De que unos herejes escapados de todas las persecuciones de los últimos siete siglos han preferido convertirse en mártires antes que permitir que Su Graciosa Majestad experimentase un arma más allá de cualquier entendimiento humano contra sus enemigos? No cuente conmigo para eso. Hace poco más de un mes yo era un joven absolutamente convencido de mis ideales políticos y sobre todo de mi fe religiosa. Ahora esos cimientos se tambalean y no sé si podré, ni siquiera si querré apuntalarlos de nuevo.
-Siento vivamente haberte causado todos estos perjuicios, Angel María, aunque yo mismo tampoco pueda decir que salga completamente intacto de esta aventura.
-Bueno, puedo asegurarle que al menos hay una persona a la que le ha venido de perlas todo este asunto.
-¿Te refieres a...?
-Al mismo cabezota irlandés en el que está usted pensando, don Gabriel. Esta carta -sin matasellar-, llegó a la redacción hace pocos días. Reconocerá el remite: "el tío de Belfast". Se la leeré, al menos literariamente se sentirá usted concernido, se lo aseguro.
"Estimado mister Pascual. Espero que al recibo de ésta usted y mister Biurrun se encuentren tan bien de salud como la última vez que nos vimos. Al menos espero que se encuentren en mejor estado físico que el capitán Moore. Precisamente con estas breves lineas quiero atenuar su posible preocupación sobre mi persona. Tengo un gran sentido de la orientación y cierto don de gentes que me ayudaron a llegar bastante rápidamente a Pamplona a partir de mi precipitada despedida de aquellas ruinas donde, aún no entiendo para qué, los ingleses se empeñaron en perder el tiempo buscando el supuesto Grial. Y digo supuesto porque en Irlanda hasta los niños de cinco años podrían haberles dicho que el Grial está bien guardado en el Museo Nacional de Dublín desde que lo encontraron en 1868 dos jóvenes llamados Jim Quinn y Paddy Flanagan, mientras cavaban un campo de patatas en Ardagh, condado de Limerick. Pero hace tiempo que dejé de intentar entender a los ingleses.
Como ya habrá usted imaginado, mi "tío" tiene también buenos contactos en su ciudad, aunque no tan fuertes como para poder ponerme a salvo sin que mis compañeros o yo mismo corrieramos demasiado peligro. Así que opté por la vía más arriesgada, que siempre me ha parecido la más sencilla, y ofrecí mis servicios al Mayor Strasser, que se mostró muy dispuesto a sacarme de aquí en cuanto yo le contara todo lo que pueda sobre mi última estancia en Londres. Así que muy probablemente cuando usted lea esta carta yo estaré ya paseando por Berlín. No me juzgue, ya sabe lo que dicen: "los enemigos de tus enemigos son tus amigos".
Por cierto, no quisiera olvidar felicitarles por su libro "El coqueto don Sancho Sanchez". No le había prestado mucha atención, pero estos días escondido en Pamplona, al descubrirlo en el bolsillo de mi chaqueta, he tenido ocasión de leerlo y releerlo varias veces, y puedo decirles sin ánimo de halagarles falsamente que me ha encantado. Sobre todo el episodio de "la Caraba". Tienen ustedes dos buen gusto: la edición es ciertamente preciosa.
P.D: Cuando escapaba a todo correr de Najurieta, me cegó un extraño relámpago de luz. Soy irlandés, y allí estamos muy acostumbrados a que las tormentas se desaten en cualquier momento, aunque no haya nubes en el cielo, así que no me detuve a averiguar qué es lo que sucedió. Quizás quieran ustedes contármelo algún día, delante de una botella de whiskey. Pero por si acaso no volvemos a coincidir, espero que nos veamos en el cielo media hora antes de que el Diablo sepa que hemos muerto.
Firmado: Devlin"
-Todo un cáracter, este Devlin. Y efectivamente tiene buen gusto para la literatura. ¿pero qué es esa música que resuena?
-Deben ser las tropas alemanas desfilando hacia el Ayuntamiento. Salgamos al balcón. ¿Reconoce la melodía, don Gabriel? Es la Königgrätzer Marsch, la canción que el ejército prusiano cantaba cuando volvía victorioso de la guerra.
-Impresiona verlos desde tan cerca, pero creo que esta vez han vendido la piel del oso antes de cazarlo. Siempre existirá gente que, como Sancho el Fuerte, anteponga la hospitalidad y el derecho de asilo a los correajes y las supuestas razas superiores.
-Confío en no olvidar nunca tan esperanzadora visión de la humanidad. Y esto me ayudará sin duda a recordarlo:
-¡La baldosa con el águila y la cruz de Occitania! ¡Pudiste salvarla!
-Sí. Será el único testigo de todo lo que hemos vivido en estas últimas semanas. Y espero que vuele siempre más alto que la que campea amenazante en esos estandartes de ahí abajo.
-¿Recuerdas el lema del sello de Sancho el Fuerte, Angel María? Es el salmo 144, el de la oración de David contra Goliath: "Benedictus Dominus Deus Meus" "Bendito sea el Señor, mi Dios, que enseña a mis manos a luchar, y guía a mis dedos en la batalla". Buen presagio. Mientras haya una sola persona que se les oponga, nunca vencerán. FIN
Koniggratzer marsch
La próxima entrega, Dios mediante, será una explicación sobre qué hay de cierto en toda esta historia que he ido desarrollando en nueve capítulos. No soy muy partidario de desvelar los secretos de mis cuentos, pero tratándose del relato que, contra mi propio pronóstico, más se ha alargado, me parece justo hacer una excepción. Así que aunque hoy termina oficialmente, todavía habrá un escolio del que sacar algo de provecho y entretenimiento...
© Mikel Zuza Viniegra, 2012
Calle Zapatería nº 50 de Pamplona.
Martes, 5 de noviembre de 1940, 8'30 h. de la mañana
-Ya pensaba que te habías olvidado de mí, Angel María.
-Sí, desde luego el tiempo pasa callandico y hace hoy justamente un mes que nos vimos por última vez. Pero quería estar bien seguro de todas las informaciones que voy a darle, y confirmarlas fehacientemente me ha llevado todo este tiempo. Y exceptuando que ninguno de los habitantes de los pueblos de Izagaondoa afectados por nuestra "incursión" salió herido, no sé si el resto le parecerán demasiado buenas, don Gabriel...
-Sean las que sean, ardo en deseos de conocerlas yo también. El recrudecimiento de la represión en la Francia ocupada por los nazis, ha hecho que hayamos perdido nuestro contacto con Inglaterra, y estoy por eso más escaso de noticias que nunca. Leí lo que se publicó en los periódicos sobre la fugaz visita de Heinrich Himmler, y por los mismos medios sé que las tropas alemanas abandonarán hoy mismo Pamplona tras ser recibidos sus oficiales en el Ayuntamiento. ¿Has podido enterarte de si el Reichsführer ordenó tomar represalias?
-No. No lo hizo, Y no es de extrañar, teniendo en cuenta que muy probablemente sólo leyó una parte muy concreta de los informes que la Ahnenerbe recabó de Otto Rahn...
-¿Cómo? ¿En qué te basas para afirmar algo así, Angel María?
-Efectivamente, el Reichsführer Himmler, acompañado por sus lugartenientes el General de Estado Mayor Karl Wolf, el General de Brigada y médico Karl Gebhardt y el obergruppenführer de la Sicherheitdienst -o Servicio de Seguridad e Inteligencia de las SS-, Adolf Falkenhausen, cruzó a las nueve y media de la mañana del diecinueve de octubre el puente internacional de Irún, y fue recibido a este lado de la frontera por el conde de Mayalde -Director General de Seguridad-, y por Von Sthorer, embajador alemán en España. Tras pasar revista a las fuerzas que le rendían honores, su séquito se dirigió a San Sebastián, donde fue cumplimentado en la Diputación, el Museo de San Telmo y el Club Naútico, finalizando su estancia en la ciudad subiendo al monte Higueldo...
-Sí, eso es lo que se publicó, pero ¿y en Alsasua? ¿Qué sucedió en Alsasua?
-A eso iba, don Gabriel, a eso iba. En Alsasua, donde llegó igualmente en automóvil, le estaban esperando las máximas autoridades de Navarra. Entre ellas el Gobernador Civil -Francisco Jordán de Urriés-, y el Diputado Foral Cesáreo Sanz Orrio. Éste último, buen amigo mío, ha sido mi principal fuente de información sobre este encuentro. Por él he podido saber que entre los que esperaban la llegada del Jefe de la Policía Alemana, estaba también el Mayor Strasser, el comandante de las tropas acantonadas en Pamplona, que llevaba consigo un libro lujosamente encuadernado para entregárselo como presente a su superior.
Foto publicada en el Diario de Navarra del 22/11/1940
-¿Pudo ver como se titulaba ese libro?-Sí, por suerte Sanz Orrio es muy observador, y mientras esperaban a la comitiva de Himmler dispuso de varios minutos para poder ver las letras doradas que componían el título: "Wilhelm von Saintonge Dossier"
-¡Claro: Wilhelm von Saintonge, el obispo que excomulgó al rey Sancho el Fuerte! Pero ya sabíamos que el Mayor Strasser estaba traduciendo esos documentos, los mismos que en su momento consultó Otto Rahn. ¿Cuál es la novedad entonces?
-La novedad es el gesto de sumo agrado con el que al parecer el Reichsführer recibió el libro, y como agradeció públicamente a Strasser su trabajo. Pero eso no es todo. Al finalizar el almuerzo, y tras departir amablemente con los asistentes, Himmler entregó a cada uno de ellos una fotografía suya dedicada personalmente. Sanz Orrio ha sido tan amable de proporcionarme la suya. Observe: ¿ve algo llamativo en ella?
-¿Llamativo, dices? ¡Pero sin han "nazificado" al obispo tallado en la iglesia de Artaiz!
-Y eso no es lo peor, don Gabriel. He hecho traducir la dedicatoria que va al dorso. Escuche con atención:
"Encantado de poder pisar al fin la tierra donde ese gran precursor, el obispo Wilhelm von Saintonge, puso por primera vez en práctica las medidas que ahora nos tocará a nosotros emplear a gran escala para preservar la pureza de la raza aria. Todos ustedes, altos representantes de Navarra, deberían estar muy orgullosos de su honrosa memoria y, si quieren seguir su prístino ejemplo, no duden que contarán siempre con la ayuda de Alemania para conseguir llevarlo a cabo. ¡Heil Hitler!"
-¿Pero qué significan todas estas locuras, Angel María?
-Quieren decir que ni la Ahnenerbe, ni las SS, ni organismo alguno del régimen nazi estuvo nunca interesado en las elucubraciones sobre el Grial del Obersturmführer Otto Rhan, don Gabriel. En realidad lo único que les interesaba era la idea de agrupación de un determinado tipo de gente en un mismo lugar que el obispo Guillem de Saintonge impuso para los cátaros. Rahn debió finalmente comprenderlo, y por eso abandonó las SS y, aterrado ante lo que él -aunque inconscientemente-, había ayudado a poner en marcha, y dispuesto a ser consecuente hasta el final con sus creencias, decidió suicidarse dejándose morir por congelación en la cima del monte Wilden Kaiser.
-Pero mis informes sobre su fin no hablaban en ningún momento de la posibilidad de un suicidio...
-No sea ingenuo, don Gabriel. Imagine usted el escándalo que hubiese supuesto que se filtrasen los detalles concretos de este caso. Aunque a nosotros nos hubiera venido bien saberlos, pues hubiésemos podido caer mucho antes en un detalle que se nos había pasado por alto, dentro de la escasez de nuestros conocimientos sobre los cátaros. ¿Recuerda que usted me comentó que sólo practicaban una única ceremonia llamada "Consolament"? Pues resulta que existió otro ritual denominado "Endura", que consistía en dejarse morir de hambre, de frío o incluso arrojándose a las hogueras inquisitoriales antes que renunciar a su fe. Por increible que pueda parecernos, eso es exactamente lo que creo que hizo Otto Rahn...
-¿Pero por qué? ¿Y qué es eso tan terrible que él ayudó a poner en marcha? ¿Es que acaso quedan todavía cátaros a los que poder perseguir?
-Ya le he dicho antes que probablemente nadie de las SS estaba interesado verdaderamente en los libros de Rahn. Los cátaros fueron la excusa: es a los judíos a quienes Himmler y sus secuaces quieren aplicar los inicuos metodos inspirados por el obispo Saintonge. Recuerde los disturbios que se desataron por toda Alemania la noche del 9 al 10 de noviembre de hace apenas dos años. Los nazis la denominaron "Reichskristallnacht", la Noche de los Cristales Rotos". Más de mil sinagogas fueron quemadas, más de siete mil tiendas propiedad de los hebreos fueron destruidas, varios cientos de personas murieron, pero lo peor es que decenas de miles de judios fueron a partir de esa noche concentrados en campos de trabajo cuya ubicación exacta se desconoce, pero cuya existencia me ha confirmado el representante de Falange Española Tradicionalista y de las JONS en Berlín.
Esto y no otra cosa es lo que Rahn contribuyó a poner en marcha con sus investigaciones, y al enterarse de ello, prefirió suicidarse antes que ver su nombre asociado a todo este delirio. La Navarra del siglo XIII ha sido entendida por las SS como un laboratorio de pruebas para lo que ahora ellos quieren llevar a cabo: el exterminio masivo de judíos. Y todos nosotros: Rahn, los británicos, usted, y por supuesto yo mismo, hemos sido utilizados por Himmler como títeres que ha hecho bailar al son de su propia demencia...
-Pero también hubo entonces un Sancho el Fuerte que se opuso a los designios de Saintonge, Angel María...
-¿Y quién será ahora el Sancho el Fuerte para todos esos judíos tratados como si fuesen ganado? ¿Su gordo fumador de puros, el primer ministro Churchill? Los dos sabemos que está practicamente derrotado. De un momento a otro un cohete alemán acertará a caer sobre el parlamento de Westminster, y todo el sistema imperial británico se derrumbará como un castillo de naipes. ¿Y entonces, de dónde saldrá un Sancho el Fuerte?
-Quizás los americanos... Yo puedo intentar poner sobre aviso a mi embajada y desde allí presionar para que todo el mundo conozca los planes de Hitler...
-¿Y cree que el mundo no los sabe ya? No se han esforzado mucho por ocultarlos. La noche de los cristales rotos fue publicitada por los nazis como un acto de rebelión de la población alemana ante el "cáncer judío" que corroía la nación. Los Estados Unidos retiraron a su embajador, pero no rompieron relaciones diplomáticas con Hitler. En cuanto a sus esfuerzos con la embajada del Uruguay, usted mismo me dijo que vivimos en una capital de tercer orden. ¿Por qué nos iban a hacer caso a usted o a mí? Sólo somos dos insignificantes escritores sin prueba ninguna...
-Pero, ¿y el Grial? Tú mismo viste su poder. El gobierno que lo emplee como arma tiene asegurada su victoria, y ahora está en manos de Inglaterra...
-Sí, el Grial... ¡Pobre herr Rahn!, ¡Cuánto le hubiese gustado saber que, finalmente, sus teorías eran ciertas! Pero siéntese, don Gabriel, por que lo que voy a decirle ahora no es menos asombroso que lo que hasta ahora ha escuchado. La noche del diez de octubre, el teletipo de la redacción escupió una noticia parecida a tantas otras en estos tiempos de guerra, así que mis redactores no repararon especialmente en ella. Pero ya sabe que soy muy detallista, y me gusta repasar todos y cada uno de los partes impresos. Pues bien. La Deutsche Presseavisaba de la desaparición de un submarino británico en aguas del golfo de Vizcaya. Aseguraba además que la Kriegsmarine, la Marina de Guerra Alemana, no había tenido nada que ver en ese suceso. Parecer ser que llevan muy a gala no atribuirse bajas enemigas que ellos mismos no hayan provocado. La fuente de la información era precisamente un submarino alemán que se encontraba en aquellas mismas aguas en el momento de la desaparición: el U-Boot C-96 "Von Eschembach".
¿Que casualidad, eh, don Gabriel? ¿Y sabe cuál fue su mensaje original? Pues que un submarino británico se había "volatilizado" justo delante de ellos. "Bass habe" -"está abajo"-, terminaba su nota...
A los pocos días, el catorce de octubre concretamente, la Agencia Reuters replicó un comunicado del Almirantazgo Británico admitiendo la pérdida de ese submarino, aunque acusaban a la nave alemana de haberla provocado. Proporcionaban también la lista de los principales oficiales dados por muertos: contramaestre Raymond Aigler, subteniente Peter Bonnet, piloto Daniel Daicart, teniente Peter Saint Martin, comandante Peter Roger Mirepoix, piloto Raymond Perelle, con el capitán Bertrand Martin al mando. Confirmaban igualmente el nombre del navío hundido: el "HMS Endurance"
-¿Endurance, dices? ¿Como el rito cátaro del que me has hablado antes?
-Exactamente igual, porque justamente ese ritual es el que llevó a cabo la tripulación del submarino británico una vez que tuvieron el Grial guardado en sus bodegas. Recuerde que fue al leer mucho más sobre la cruzada contra los albigenses cuando descubrí la existencia de esa forma de suicidio pactado tan característica. La última vez que hay constancia histórica de que la pusieron en práctica fue el 16 de marzo de 1244, cuando los derrotados defensores de la fortaleza de Montsegur prefirieron arrojarse a la pira que abjurar de sus creencias. Pues bien, ¿sabe como se llamaban los principales perfectos y nobles quemados vivos? Agárrese: Raimundo Agulher, Pierre Bonnet, Amiel Aicart, Pierre-de-Saint-Martin, Pedro Roger de Mirepoix, Ramon de Perella, y quien dirigía espiritualmente a todo el grupo: el perfecto Bertrand de Martí.
-¡Pero si son exactamente los mismos nombres que los de los oficiales del submarino británico!
-Don Gabriel: todo este tiempo nos hemos estado preguntado si la fe cátara había sobrevivido. La carta entre Sancho VII y su hermana Berenguela nos aportó la posibilidad de que los supervivientes de Montsegur, que se habían refugiado en un principio en Navarra, se hubieran acogido después al refugio de Inglaterra ante la presión de Roma por mano de su legado el obispo de Pamplona Guillem de Saintonge. Ahora no hay ya duda de que efectivamente así lo hicieron, y que, al igual que sus antepasados no quisieron usar contra sus adversarios un arma tan poderosa como el Grial, sus sucesores actuales han preferido destruirla inmolándose también ellos mismos, antes que permitir que cayese en manos de uno de los dos bandos en guerra, aunque fuese el que les había acogido desde hace casi setecientos años...
-¿Pero por qué habrán actuado de esta manera?
-Probablemente porque llevaban a las espaldas demasiados siglos de persecución y de vivir ocultando lo que en realidad eran, como para confiar en que nadie de este mundo utilizase el Grial para hacer el bien. Al menos han preferido no arriesgarse, y dados los antecedentes históricos, personalmente opino que han hecho lo correcto.
-¡Pero ahora la guerra puede durar muchos años más!
-¿Y que podría importar eso a quienes creían que este mundo era obra del Demonio? Si así ocurre, sólo confirmará definitivamente sus creencias. En cualquier caso, estén en el fondo del Oceano o no, espero que hayan encontrado por fin la respuesta a la pregunta que llevaban intentando responder desde que sus primeros correligionarios salieron a recorrer por primera vez los dulces caminos de la Provenza. Además: nadie más que nosotros sabe ya qué es lo que encontramos en Basabe...
-Te olvidas de los diez hombres del comando que transportó el Grial hasta el submarino, Angel María.
-Lea esta nota de Asociated Press. Acaba de llegar.
-"Diez soldados ingleses fueron sorprendidos la semana pasada por tropas alemanas del ejercito de ocupación cuando intentaban cruzar la frontera provenientes de España. Tras un encarnizado enfrentamiento, el Alto Mando Alemán para la cornisa atlántica indica que los diez hombres fueron eliminados."
-Entonces es cierto que ya no queda nadie más que sepa que hallamos el Grial aparte de ti y de mí, Angel María. Pero aún así podríamos advertir al Foreign Office en cuanto recuperemos el contacto perdido...
-¿Advertirles de qué, don Gabriel? ¿De que unos herejes escapados de todas las persecuciones de los últimos siete siglos han preferido convertirse en mártires antes que permitir que Su Graciosa Majestad experimentase un arma más allá de cualquier entendimiento humano contra sus enemigos? No cuente conmigo para eso. Hace poco más de un mes yo era un joven absolutamente convencido de mis ideales políticos y sobre todo de mi fe religiosa. Ahora esos cimientos se tambalean y no sé si podré, ni siquiera si querré apuntalarlos de nuevo.
-Siento vivamente haberte causado todos estos perjuicios, Angel María, aunque yo mismo tampoco pueda decir que salga completamente intacto de esta aventura.
-Bueno, puedo asegurarle que al menos hay una persona a la que le ha venido de perlas todo este asunto.
-¿Te refieres a...?
-Al mismo cabezota irlandés en el que está usted pensando, don Gabriel. Esta carta -sin matasellar-, llegó a la redacción hace pocos días. Reconocerá el remite: "el tío de Belfast". Se la leeré, al menos literariamente se sentirá usted concernido, se lo aseguro.
"Estimado mister Pascual. Espero que al recibo de ésta usted y mister Biurrun se encuentren tan bien de salud como la última vez que nos vimos. Al menos espero que se encuentren en mejor estado físico que el capitán Moore. Precisamente con estas breves lineas quiero atenuar su posible preocupación sobre mi persona. Tengo un gran sentido de la orientación y cierto don de gentes que me ayudaron a llegar bastante rápidamente a Pamplona a partir de mi precipitada despedida de aquellas ruinas donde, aún no entiendo para qué, los ingleses se empeñaron en perder el tiempo buscando el supuesto Grial. Y digo supuesto porque en Irlanda hasta los niños de cinco años podrían haberles dicho que el Grial está bien guardado en el Museo Nacional de Dublín desde que lo encontraron en 1868 dos jóvenes llamados Jim Quinn y Paddy Flanagan, mientras cavaban un campo de patatas en Ardagh, condado de Limerick. Pero hace tiempo que dejé de intentar entender a los ingleses.
Como ya habrá usted imaginado, mi "tío" tiene también buenos contactos en su ciudad, aunque no tan fuertes como para poder ponerme a salvo sin que mis compañeros o yo mismo corrieramos demasiado peligro. Así que opté por la vía más arriesgada, que siempre me ha parecido la más sencilla, y ofrecí mis servicios al Mayor Strasser, que se mostró muy dispuesto a sacarme de aquí en cuanto yo le contara todo lo que pueda sobre mi última estancia en Londres. Así que muy probablemente cuando usted lea esta carta yo estaré ya paseando por Berlín. No me juzgue, ya sabe lo que dicen: "los enemigos de tus enemigos son tus amigos".
Por cierto, no quisiera olvidar felicitarles por su libro "El coqueto don Sancho Sanchez". No le había prestado mucha atención, pero estos días escondido en Pamplona, al descubrirlo en el bolsillo de mi chaqueta, he tenido ocasión de leerlo y releerlo varias veces, y puedo decirles sin ánimo de halagarles falsamente que me ha encantado. Sobre todo el episodio de "la Caraba". Tienen ustedes dos buen gusto: la edición es ciertamente preciosa.
P.D: Cuando escapaba a todo correr de Najurieta, me cegó un extraño relámpago de luz. Soy irlandés, y allí estamos muy acostumbrados a que las tormentas se desaten en cualquier momento, aunque no haya nubes en el cielo, así que no me detuve a averiguar qué es lo que sucedió. Quizás quieran ustedes contármelo algún día, delante de una botella de whiskey. Pero por si acaso no volvemos a coincidir, espero que nos veamos en el cielo media hora antes de que el Diablo sepa que hemos muerto.
Firmado: Devlin"
-Todo un cáracter, este Devlin. Y efectivamente tiene buen gusto para la literatura. ¿pero qué es esa música que resuena?
Soldados nazis desfilando por la calle Zapatería de Pamplona,
el 5/11/1940
-Deben ser las tropas alemanas desfilando hacia el Ayuntamiento. Salgamos al balcón. ¿Reconoce la melodía, don Gabriel? Es la Königgrätzer Marsch, la canción que el ejército prusiano cantaba cuando volvía victorioso de la guerra.
-Impresiona verlos desde tan cerca, pero creo que esta vez han vendido la piel del oso antes de cazarlo. Siempre existirá gente que, como Sancho el Fuerte, anteponga la hospitalidad y el derecho de asilo a los correajes y las supuestas razas superiores.
-Confío en no olvidar nunca tan esperanzadora visión de la humanidad. Y esto me ayudará sin duda a recordarlo:
-¡La baldosa con el águila y la cruz de Occitania! ¡Pudiste salvarla!
-Sí. Será el único testigo de todo lo que hemos vivido en estas últimas semanas. Y espero que vuele siempre más alto que la que campea amenazante en esos estandartes de ahí abajo.
-¿Recuerdas el lema del sello de Sancho el Fuerte, Angel María? Es el salmo 144, el de la oración de David contra Goliath: "Benedictus Dominus Deus Meus" "Bendito sea el Señor, mi Dios, que enseña a mis manos a luchar, y guía a mis dedos en la batalla". Buen presagio. Mientras haya una sola persona que se les oponga, nunca vencerán. FIN
Koniggratzer marsch
La próxima entrega, Dios mediante, será una explicación sobre qué hay de cierto en toda esta historia que he ido desarrollando en nueve capítulos. No soy muy partidario de desvelar los secretos de mis cuentos, pero tratándose del relato que, contra mi propio pronóstico, más se ha alargado, me parece justo hacer una excepción. Así que aunque hoy termina oficialmente, todavía habrá un escolio del que sacar algo de provecho y entretenimiento...
© Mikel Zuza Viniegra, 2012