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Channel: Crónicas irReales de Navarra
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Sintetizando muchísimo, el Sebastianismo podría definirse como un movimiento mítico-político surgido en Portugal en 1578 tras la derrota y muerte del rey don Sebastiao en la ciudad marroquí de Alcazarquivir.


Muerte supuesta, eso sí, porque nadie en el campo de batalla vio como ocurrió, o más bien nadie quiso admitir luego haberlo visto, pues de haberlo hecho, hubiera  supuesto para los nobles lusos una vergüenza intolerable, ya que habrían dejado morir a su rey mientras ellos escapaban. Así pues fue forjándose la leyenda de que en realidad el monarca no había muerto, sino que había podido escapar a una isla ignota de la que un día regresaría para convertir a Portugal en el imperio más importante de la Historia.

El mito no paró de crecer en el siglo siguiente, durante la dominación española, pero una vez recuperada la independencia tampoco perdió vigencia, de tal forma que tras cada crisis política la figura de don Sebastiao -conocido desde ese momento como "el encubierto" o "el deseado", aquél que solucionaría todos los problemas del país- volvía a cabalgar sobre la imaginación y el orgullo patriótico de muchos portugueses, hasta convertirse en una de las creaciones políticas más originales de la nación vecina.


De hecho, el sebastianista más famoso fue el genial e incomparable escritor Fernando Pessoa, ya en pleno siglo XX, y todavía hoy sigue habiendo círculos fieles ao rei que voltará numa manhâ de nevoeiro... (al rey que volverá en una mañana de niebla...), que se reunen en el puerto de Lisboa para ver aparecer, entre la bruma, las velas desplegadas de la nao que traerá por fin a su monarca de vuelta. Será oportuno añadir, no obstante, que en esas reuniones el vinho verde juega un importantísimo papel...    

No hará falta decir que, en un sentido estrictamente actual y puramente materialista, el Sebastianismo no sería más que la urgencia que un pueblo necesitado tiene siempre de hallar un héroe mítico que se ocupe de todos los problemas y le saque las castañas del fuego, depositando en él toda la confianza y el trabajo que en realidad debería llevar a cabo la propia sociedad afectada.

Tampoco hará falta decir que, por supuesto, esta triste y aburrida visión del asunto es la que menos me llama la atención a mí, porque el mito sebastianista me ha interesado desde que tuve conocimiento de que algo así pudiera existir. Aunque en realidad ya lo conocía de antes, porque si sois tan lectores y mitómanos como yo, la historia de don Sebastiao de Portugal tiene que sonaros de algo.

O más bien de alguien que se supone -bueno, que supongan otros, yo lo admito sin reservas- reinó en Inglaterra allá por el siglo VI, y que pacificó el alborotado país de los sajones con la ayuda de caballeros tan famosos como sir Lancelot, sir Galahad, sir Gawayn y el resto de los componentes de la Tabla Redonda. Efectivamente: a Arturo Pendragon me estoy refiriendo. Un rey sobre cuya legitimidad para ostentar la corona podríamos discutir mucho, muchísimo tiempo. Pero como los Monty Pithon ya dieron la mejor explicación posible, no os aburriré con otra versión:


El rey Arturo, en uno de los tapices tejidos
por Nicolas Bataille a fines del siglo XIV
Y si -evidentemente- el vinho verde ha jugado un papel trascendente a lo largo de los siglos para el mantenimiento del Sebastianismo, no puede negarse la importancia de la ginebra para el del mito Artúrico. De la reina Ginebra, concretamente, que todos los autores dicen que era sabia y hermosa, mucho más que su marido y mucho más que Lancelot, que anduvieron a la greña por ella durante siglos.

Bueno, en realidad los tres deben seguir dirimiendo sus diferencias amorosas, allá, en la isla de Avalon, donde, al igual que don Sebastiao en su isla, y the bonnie prince Charlie en su palazzo de Roma, esperan una mañana brumosa para regresar a Gran Bretaña y arreglar todos sus problemas de una vez.

El príncipe Carlos Estuardo,
rey legítimo de Escocia e Inglaterra
Y como uno de esos problemas -a mi juicio el principal, exceptuando quizás que tengan allí el pésimo gusto de beber la cerveza a temperatura ambiente- es el dominio y la rapiña inglesa sobre Escocia, por supuesto que al norte del muro de Adriano existe también un movimiento del mismo tenor político que los anteriores: el Estuardianismo, que básicamente se ocupa de mantener viva la llama y la memoria de los auténticos y legítimos reyes de Escocia, Gales e Inglaterra. Y esto lo hacen desde 1748, cuando el buen príncipe Charlie fue derrotado por el inglés duque de Cumberland (apodado muy justamente como "el carnicero") en la batalla de Culloden, que marcó -de momento, porque yo no desespero- el fin de las intentonas de los Stewart (la dinastía, no Rod, aunque quién sabe...) por recuperar la corona de sus antepasados. Afortunadamente Charlie pudo huir y, cruzando el mar, refugiarse en Francia primero, y luego en Roma.

El caso es que, como digo, desde entonces grupos y sociedades de partidarios de los Estuardo se reúnen secretamente en Edimburgo, Inverness, Falkirk, Skye, y en muchos otros lugares de Escocia para brindar con un vaso de estupendo scotch whisky "for the king over the water" ("por el rey que está  sobre el agua, sobre el mar"), rememorando de esta forma los crueles tiempos en que sólo de esta manera concreta podía recordarse al legitimo rey, pues hacerlo de manera más visible suponía la condena a muerte a manos de los invasores ingleses.

Para reconocerse entre ellos, dicho brindis se hacía siempre chocando las copas sobre un vaso lleno de agua, significando lo que ya he dicho: que la reunión se hacía en honor del legítimo rey que -de momento- está sobre las aguas, más allá del mar. Con el fin de documentarme para mi novela "Causa perdida", confieso que hice yo varias veces este alegre brindis, pero más allá de un violento calamocheo en la cabeza al día siguiente, no tengo constancia de que los Estuardo hayan retornado a todavía a Escocia. Aunque, of course, no desespero...

Y como de costumbre en el transcurso de mis averiguaciones, os estaréis ya preguntando... ¿pero qué puñetas tiene todo esto que ver con Navarra? Pues que ya imaginaréis que, en un asunto en el que ya vais viendo que el alcohol ha jugado siempre un papel de relevancia, es evidente que nosotros no podíamos quedarnos atrás. Nada de eso, porque no es que fuésemos a rebufo de estos grandes monarcas, sino que uno de los nuestros fue el precursor. Y no se quedó en isla imaginaria alguna, como los encubiertos Sebastiao o Charlie, qué va, sino que regresó de la muerte para arreglarlo todo, que era lo que se esperaba al fin y al cabo de él.

Al rey Alfonso I el Batallador me estoy refiriendo, el conquistador de Zaragoza en 1118 y de la muchísimo más importante y hermosa ciudad de Tudela en 1119. Fue este monarca tan aventajado guerrero que según las crónicas coetáneas, venció en veintinueve batallas contra los sarracenos. La que iba a hacer la treinta, en 1134, ante las murallas de Fraga, se convirtió sin embargo en su más sonora derrota. De tal calibre que según los mismos autores, del fuerte disgusto -en alguien tan acostumbrado a la victoria como él- murió a los pocos días en la aldea de Poleniño.

Y aquí, como de costumbre en estos casos, empieza el jaleo, porque como le ocurriría siglos más tarde a don Sebastiao, tampoco ningún noble se atrevió a reconocer la vergüenza de haber dejado solo a su rey en el campo de batalla, y por tanto nadie admitió haberlo visto morir, ni en Fraga,ni en Poleniño. Por si fuera poco, Alfonso no es sólo que no tuviese hijos a los que transmitir la corona de Pamplona y Aragón, sino que además en un testamento un tanto disparatado, legó todos sus dominios primero a Dios, y después a las Ordenes Militares del Temple, del Hospital, y de San Juan de Jerusalén:

        En nombre del bien más grande e incomparable que es Dios. Yo Alfonso, rey de Aragón y de Pamplona [...] pensando en mi suerte y reflexionando que la naturaleza hace mortales a todos los hombres, me propuse, mientras tuviera vida y salud, distribuir el reino que Dios me concedió y mis posesiones y rentas de la manera más conveniente para después de mi existencia. Por consiguiente temiendo el juicio divino, para la salvación de mi alma y también la de mi padre y mi madre y la de todos mis familiares, hago testamento a Dios, a Nuestro Señor Jesucristo y a todos sus santos. Y con buen ánimo y espontánea voluntad ofrezco a Dios, a la Virgen María de Pamplona y a San Salvador de Leyre, el castillo de Estella con toda la villa [...], dono a Santa María de Nájera y a San Millán [...], dono también a San Jaime de Galicia [...], dono también a San Juan de la Peña [...] y también para después de mi muerte dejó como heredero y sucesor mío al Sepulcro del Señor que está en Jerusalén [...] todo esto lo hago para la salvación del alma de mi padre y de mi madre y la remisión de todos mis pecados y para merecer un lugar en la vida eterna...

Como era de esperar, ni en Pamplona ni en Aragón se aceptaron tan descabalados deseos, y los reinos que habían estado unidos los últimos cincuenta años acabaron separándose definitivamente, iniciándose una lógica época de inestabilidad política que en Pamplona solucionaron escogiendo como rey a García Rámirez, mientras que en Aragón se inclinaban por el hermano del rey -supuestamente- fallecido: Ramiro II el Monje. A éste le dio tiempo de engendrar una heredera, Petronila, que acabó casándose con Ramón Berenguer, conde de Barcelona, teniendo ambos un hijo que comenzó a reinar con el nombre de Alfonso II el año 1164. Esto es, treinta años después de la -supuesta- muerte de su tío-abuelo Alfonso I el Batallador.

La crisis política no cesaba en Aragón. Y en ese contexto (de hecho ya vemos que el mito surge siempre en ese contexto) es cuando apareció de repente un anciano (recordemos que -supuestamente- había muerto con 61 años) afirmando que él era Alfonso el Batallador, y que avergonzado por la derrota de Fraga había abandonado Aragón y se había trasladado a Jerusalén, donde había estado luchando los últimos treinta años en las Cruzadas, y que ahora retornaba para reclamar su reino. Veamos como lo cuenta el rey Alfonso X el Sabio de Castilla en su Primera Crónica General:


Ahora sabéis también el final que tuvo el pobre viejo. Ya veis que cuando el mito se hace carne -cosa que aún no ha ocurrido en los casos de don Sebastiao, Arturo o Charlie- el más directamente afectado (Alfonso II en este caso) no tarda en quitárselo de en medio. Esa prisa por eliminar a su rival es lo que, a nueve siglos de distancia, más nos hace dudar sobre si no sería aquel personaje, al que muchos reconocieron como el auténtico Alfonso I, quien realmente decía ser. Es verdad que habían pasado muchos años ya, y que sólo los que en 1134 eran muy jóvenes podían reconocer a quien, con 91 años, se les presentaba defendiendo que era el rey que conocieron siendo tan niños. Pero el hecho es que se conservan unas cartas de Alfonso II dirigidas al rey de Francia Luis VII, en las que confirma esta alucinante historia a través de una lapidaria sentencia: "si el falso Alfonso pasa a vuestro reino, no dudéis en ajusticiarlo cuanto antes". 

Lo dicho: demasiadas prisas si sólo se trataba de un mero impostor. Y el caso es que no fue sólo gente del pueblo la que dio credibilidad al retorno del rey legítimo, pues se conservan dos poemas de Bertran de Born, uno de los trovadores más famosos de su tiempo, y que a nuestros efectos actuaba como una especie de revista del corazón de la época, acusando claramente a Alfonso II de haber eliminado a su antecesor. Justo es también reconocer que Bertran odiaba al rey aragonés porque sus tropas, en alianza con las inglesas, habían sitiado su castillo en 1183, fecha en la que se supone que escribió, quizás para animar a Sancho VI el Sabio de Navarra a un contraataque:

"El buen rey García Rámirez de Pamplona hubiera recuperado, de haber vivido lo suficiente, el reino de Aragón que le robó el rey Ramiro el Monje. Pero ahora el buen rey de Navarra [Sancho VI] lo recobrará fácilmente, ayudado por sus valientes alaveses. Puesto que así como vale mil veces más el oro que el azur, vale mil veces más y es más honrosa su progenie que la del falso rey. Lo siento por la esposa del aragonés, la buena reina Sancha, pero si ella me lo consintiese, le hablaría de los malos y villanos hechos de su marido, que llegó a dar muerte y a hacer traición a aquél mismo de quien salió su linaje..." 

Y en 1187 Bertran de Born remachó:

"Los aragoneses, los catalanes y los de Urgell se duelen en gran manera, pues no tienen quien les mande, sino un señor flaco, alto, que se alaba a sí mismo cantando [Alfonso II era conocido como "el trovador" y también como "el casto", siendo ambas categorías de casi imposible coexistencia en la misma persona, a juzgar por lo mucho que ha leído sobre los trovadores el autor de este blog], y prefiere el dinero al honor, pues ahorcó a su antecesor, por lo que él mismo se destruye y se condena..."

Las alusiones al redivivo Alfonso I no pueden ser más claras y, como imaginaréis, yo prefiero creer a un trovador como Bertran de Born que a un rey malvado que ordenó matar a su antecesor para quedarse con la herencia que no le pertenecía. Que tuviera o no razón no importa ya demasiado. Ni a mí ni a nadie, después de tantos siglos. Pero sí que me gusta reconocer que nos adelantamos en estos pagos a muchos alocados y lunáticos que simplemente tenían la esperanza de recuperar una Edad de Oro de buen gobierno -que por supuesto nunca existió- que les librase de su desdichada existencia. Y creo que la esperanza es el más humano de los sentimientos. Así que sí, probablemente yo hubiera creído, de haber vivido en aquella época, que aquel anciano era realmente el rey don Alfonso I el Batallador. En cualquier caso, y si queréis saber un poco más, el estupendo historiador Antonio Ubieto Arteta, que tantas veces ha salido ya en mis crónicas, se ocupó de este asunto en un artículo escrito para la revista Argensola, que es donde yo lo descubrí hace ya muchos años.

Pero no podría yo finalizar esta historia sin confesar algo que cualquiera que me haya leído alguna vez tendrá meridianamente claro. Y es que declaro que creo fervientemente en otro rey que lleva oculto desde 1461, y que hubiera  sido sin duda el mejor que Navarra o cualquier otro reino del mundo hubiese podido tener. Y también confieso que, algunas mañanas de nevoeiro, acudo a la ronda de Descalzos o a la de la Barbazana (los dos únicos lugares que merecerían ser nuestro puerto, si Pamplona tuviese mar y éste anegase súbitamente la Rotxapea y la Txantrea, barrio este último que es además lugar muy propicio para escuchar el canto de las más hermosas sirenas), y espero allí durante horas a ver llegar la nao en la que desde Barcelona, Mallorca o Nápoles, arribará por fin un día su majestad Carlos IV para traernos el buen gobierno, desde hace tantos siglos perdido en estas tierras. Debe ser lo que los médicos y los historiadores diagnostican como un caso agudo e incurable de Vianismo militante e irreductible, qué le voy a hacer.

Y como esta crónica será sin duda la última de este año, sólo me queda desearos un feliz año 2017, y desde luego que celebréis su llegada brindando, sobre un vaso lleno de agua, por el rey que esta más allá del mar...



© MIKEL ZUZA VINIEGRA, 2016


NADA DE MALO

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Palacio Real de Pamplona, 5 de enero de 1387

-¿Pero cómo vamos a disfrazarnos estando el rey de cuerpo presente? ¿Aún no se ha enfriado su cuerpo en la caja y ya estáis pensando en hacer el ganso? ¿No comprendéis que nos mandarán ahorcar por no mostrar respeto?

-Respeto en grado máximo es precisamente lo que mostraremos, que esta fue la última voluntad de don Carlos. Y en este documento quedó sellada con su propio anillo. Nadie podrá por tanto echarnos nada en cara, ni siquiera el propio príncipe Carlos cuando llegue desde Valladolid.

-Pues yo no las tengo todas conmigo, que sólo somos tres, y la guardia personal del rey era -y es- muy quisquillosa. Y el rey sólo hace cuatro días que murió... Dejadme ver ese papel... Sí, no hay duda, aquí lo pone bien claro:

"Yo, Charles, por la gracia de Dios, Rey de Navarra y conde de Evreux. A los que esta carta vieren u oyeren, ordeno y mando que se cumpla mi deseo. Y este es que sean agasajados mis hijos, Leonel, que tuve de Catalina de Lizaso, que ahora tiene diez años; y Johana, que tuve de Catalina de Esparza, que cuenta con nueve, por haber sido el único consuelo y alegría, junto con los proporcionados por mi hijo legítimo y heredero el buen príncipe Carlos, que he tenido en mi vejez. Y se hará de tal modo, dadas las fechas que son, justo como yo les había prometido, y será que tres hombres justos et cuerdos vestirán ropas lujosas et se pintarán el rostro con oleos y aceites para remedar ser los Reyes que de Oriente vinieron a adorar a Nuestro Señor. Et sepan todos que, de poder incorporarme del lecho, haré yo el papel de rey Melchor, que mucha devoción tengo por él, et si non pudiera yo incorporarme, o la muerte me llevase antes consigo, sea mi canciller Pedro de Zabalza -que gusta mucho siempre de hacer monerías- quien lo haga. Et sean entonces los otros dos reyes los caballeros Alberto de Elizalde -que es pelirrojo y sabio, como Gaspar- y Miguel de Zuazu -que es elocuente, retórico y moreno de piel, como Baltasar-. Y habrán de ir los tres juntos a la alcoba del palacio donde residen Leonel y Johana, y habrán de entregarles como regalo a cada uno una espada de madera muy bien labrada y una muñeca muy bien cosida. Entendiéndose que ambos recibirán tanto la espada como la muñeca, que muy partidario soy de educar en igualdad a hombres y mujeres. Además tienen los regalos hondo significado, pues la espada es para que ambos sepan lo que ha costado a su padre defender Navarra;  y la muñeca para que tengan muy presente lo que sufrió nuestro pueblo en todas las guerras que emprendí por mi loca cabeza. Et si todo esto no se hiciere tal y como así lo he dispuesto, no descanse mi corazón hasta vengarme del odiado rey de Francia primero, y de los tres supradictos caballeros después. 
Obedézcase y cúmplase."


-Pues sí, no cabe duda de que don Carlos lo dejó muy claramente establecido. Y buena cosa será hacerle caso, no sólo por no tener su tembible corazón latiendo sobre nuestras cabezas durante siglos, si no porque esos pobres mocetes estarán aterrados en su habitación, con todo este ruido de campanas atronando a muerto por toda la ciudad, y sobre todo con la tristeza de haber quedado huérfanos de padre tan distinguido.

-En eso tenéis razón, que mucha alegría les dará saber que su último mandamiento lo dictó pensando en ellos. Pero aún así me niego a dar un paso si no incluimos también a los huérfanos del cercano Hospital de San Miguel en este embrollo de los regalos no sexistas e igualitarios.

-¿Y de dónde sacaremos los carlines necesarios para tanto chaval? Porque las arcas reales están completamente vacías...

-¡Zabalza lo pagará todo, como siempre!



Et dicen que mucho se alegraron Johana, Leonel y todos los muetes del Hospital de San Miguel  por recibir tales regalos, que este cronista espera y desea que no sean nada comparados con los que tod@s l@s lector@s de mi Blog reciban esta noche. 
Y sed buen@s, al menos tanto como el rey don Carlos II de Navarra.




© MIKEL ZUZA VINIEGRA, 2017


PANORAMA PARA MATAR

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El pasado fin de semana el Diario de Noticias publicaba un artículo encabezado por los siguientes titulares:

El plan de Salesianos saldrá adelante si la subasta de suelo cubre el coste del traslado

El Gobierno no pagará a la congregación si no se cuadra la operación cifrada en 50 millones

El Ayuntamiento dará licencia a nueve torres de hasta 17 alturas

TORRES DE 17 ALTURAS SOBRE LA MEDIALUNA

De los tres, el que más me preocupa y me apena es el tercero. Tanto, que ha conseguido lo que hasta ahora no había conseguido nada ni nadie en este blog mío: que alabe yo a Carlos I España y V de Alemanía, un personaje por el que no siento simpatía alguna, como sabe cualquiera que me haya leído alguna vez.

Si teníais la edad justa cuando se estrenó la Guerra de las Galaxias, seguro que también cualquier cosa que suene a Imperio o a Emperador os repelerá profundamente. Si al crecer leísteis lo que quien nació en un retrete de Gante (actual Bélgica) cometió en Navarra, aún lo comprenderéis mejor. Pero lo cortés no quita lo valiente, como descubriréis -si tenéis paciencia- al final de esta indignada crónica mía.

Y digo indignada porque, en mi ingenuidad, pensaba que esa locura de las torres de 17 alturas sobre el talud de la Medialuna era un proyecto del anterior equipo de gobierno del Ayuntamiento pamplonés (ellos sí, toda una auténtica "Estrella de la Muerte" para el buen gusto,la historia y el arte de esta ciudad) que afortunadamente había quedado atrás. Y ahora me desayuno con que el actual equipo de Gobierno dará la correspondiente licencia para semejante desatino. Y de verdad que no me lo puedo creer.

EL HORROR MÁS ABSOLUTO
No entiendo la jerga legal que el artículo contiene. No sé si esto tiene o no tiene vuelta atrás. Me temo que no, que no la tiene. Al parecer las parcelas de Salesianos saldrán a subasta pública por 50 millones de euros, y si constructores, especuladores y demás adoradores del hormigón las compran, esas horrendas torres se alzarán sobre -y joderán- para siempre el horizonte pamplonés.

Dicen que harán 400 viviendas para mangantes (perdón, se me han trastabillado las letras, quería decir magnates. Bueno, igual en esta ocasión sí que quería decir lo que he dicho). De esos que apuesto desde ahora mismo que presumirán ante sus amistades de poder ver los toros -el paisaje nunca suele importarles- desde su balcón, con la neverica portátil bien llena de vino y jamón. ¡Ysis'hundelmundoques'hunda!

Y esto, en una ciudad donde se calcula que hay unos 20.000 pisos vacíos. Poderoso caballero es don dinero...

Para aparentar, también dicen que habrá un Civivox. Magra ganancia, sin duda alguna, para el destrozo sin remedio que cometerán en el paisaje histórico de Pamplona. ¡Ya está el canso contra cualquier cosa que signifique progreso! Pues sí: ya está el canso, pero no contra lo que algunos sacamantecas consideran progreso (cemento, hormigón y Calatravismo estúpido), sino contra lo que hace temblar sólo viéndolo sobre plano.

Y es que nada tendría yo que oponer a que estas torres se construyesen en Lezkairu, Ripagaña o donde quiera que pasen tan desapercibidas como el resto de sus cúbicas o paralelepipédicas colmenas humanas donde todos vivimos. Pero donde están proyectadas, ominosamente dominantes sobre una de las panorámicas más bellas de Pamplona -que gracias a barrabases anteriores ya tiene demasiado de lo que arrepentirse, urbanísticamente hablando- lo que me sale de dentro es poner el grito en ese mismo cielo que ellos van a llenar de cubos de sopicaldo grises y neosoviéticos.

Ser bruto no me hace desde luego compartir la fe en el Brutalismo, el único mandamiento y/o estilo ¿artístico? que parece emanar de la Facultad de Arquitectura que -desafortunadísimamente, en mi opinión- padecemos en Pamplona. ¿Quieren hacer sus boñigas acerokortianas? Pues háganlo en buena hora en lugares donde no se carguen algo bello, por favor.

Y no me estoy refiriendo al colegio de los Salesianos, que es igual de feo que lo que los hijos de San Juan Bosco acostumbraban a edificar (los jesuitas también sentían predilección por la fealdad más absoluta, lo que viendo la cara de su fundador no ofrece sorpresa ninguna). No, yo sólo estoy hablando, lo reitero, de esa skyline (si no utilizas términos ingleses no eres nadie, lo sé) dominada por la catedral, que es lo primero que se ve cuando se llega desde el norte, y que pasará a segundo plano para que las torres de Mordor sean lo que te horrorice primero desde cualquier punto cardinal.

Al que le guste semejante perspectiva que se la quede, lo que es yo se la regalo encantado. Tendremos lo mismo que cualquier otra ciudad, y perderemos lo que no tenía ninguna salvo Pamplona: esa panorámica concreta. He dicho que odio los imperios. También odio la uniformidad. Detesto que todo sea igual, y que si te dejan en medio de una plaza "mineral", no sepas si estás en Pamplona, en Logroño o en Cochabamba, porque todas son iguales las unas a las otras. Os pongo imágenes de los proyectos presentados. No diré nada sobre ellos, más allá de apuntar cuál es el ganador. Además, si dijera lo que realmente pienso de ellos probablemente me cerrarían el blog.

En cuanto a los Salesianos, que son los que han dado inicio a este disparate, sólo les recordaré una frase de su fundador:

"Nuestra misión principal será enseñar a todos los jóvenes del mundo la fealdad del pecado y la belleza de la virtud".

Pues eso, a ver si le hacen caso.

Gaztelu Jerez Arquitectos

Aguinaga y Asociados

Gaztelu Jerez

OM ARQ

OFS Architects

Rubio Bilbao
Larraz  Arquitectos
PROYECTO GANADOR
Larraz Arquitectos
PROYECTO GANADOR
Larraz Arquitectos
PROYECTO GANADOR
Y naturalmente que tales proyectos pueden pareceros maravillosos. Sólo que entonces no os consideraré soldados libres de la República, sino esclavos borreguiles del Imperio. Aunque tratándose de arquitectura y paisaje en Pamplona, "Jedi" no se pronuncie nunca "Jedái", sino "Jodí": Jodí la Plaza del Castillo, Jodí la Biblioteca de Navarra en el Centro, Jodí la Ciudadela levantando el Catafalco de Lenin, Jodí el Ensanche dejando levantar horribles emplastos como el que actualmente se termina en la avda de Roncesvalles. Habría tantos ejemplos de Jodí... Darth Barcious sabe bastante de esto. Bueno, ella sin duda lo  llamaría progreso...

Y seré ingenuo, pero me niego a pensar que gente que sé que verdaderamente siente la ciudad como el concejal Cabasés o el alcalde Asirón quieran pasar a la historia engrosando la lista de los Jodí. Y no de una manera cualquiera, si no de una que no se podrá ocultar jamás, porque será lo primero que salte a la vista en cuanto alguien mire hacia esta chiquita y apañada capital.

-Oye, ¿y qué pasa con el emperador Carlos V?

-Ah, sí. Pues resulta que en 1523 el obispo de Córdoba, un imbécil llamado Alonso Manrique, decidió abatir unas setenta columnas de la mezquita para insertar una iglesia de cuarenta y tres metros por quince. El municipio y el cabildo se opusieron a semejante locura, pero el mastuerzo recurrió al emperador, que no había estado nunca en la ciudad, y que acabó dando su regio permiso para la destrucción de la integridad del templo de los Omeya. La Junta del Ayuntamiento había declarado: "lo que se quiere deshacer no podrá ser reemplazado por nada que alcance semejante perfección". El ¿arquitecto? encargado del crimen fue Hernán Ruiz, que optó por un lamentable estilo plateresco que se daba de puñetazos con el entorno.


Cuando la salvajada culminó, unos años después, el emperador Carlos llegó a la ciudad y fue invitado a contemplar el resultado. Abatido, dijo a los canónigos: "Si hubiera sabido lo que teníais intención de hacer, de cierto que no os hubiera dado mi permiso, porque lo que aquí habéis hecho se puede hallar en cualquier sitio, mientras que lo que teníais antes no existe en parte alguna del mundo".

© JJ KING



Tristemente, este desahogo mío podría ser también un complemente para este otro texto que escribí hace unos meses:


© MIKEL ZUZA VINIEGRA, 2017




UNA NUEVA ESPERANZA

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Ayer, alarmado ante la noticia de que el desquiciado proyecto urbanístico que supone levantar torres de hasta 17 alturas en el solar que dejará Salesianos seguía para adelante, escribí una crónica que era tanto un grito de socorro como un mensaje dentro de una botella arrojada al siempre agreste e ignoto mar de la burocracia administrativa.

El hecho es que no podía yo creer que el nuevo Ayuntamiento diera su visto bueno a semejante locura, porque de ninguna otra manera puede llamarse a lo que cualquiera que sienta un poco esta ciudad ve inmediatamente: esas torres supondrían la modificación criminal y perpetua del horizonte más conocido, pintado y fotografiado de Pamplona/Iruña.

Es evidente que hay gente a la que todo esto se la trae al pairo, y que no cambiarían diez mil paisajes por un sólo cubo de hormigón. Pero yo no escribo para ellos, sino para quienes aún guarden dentro de sí un mínimo de preocupación por no alterar gravemente el entorno del que disfrutan. Y si lo disfrutan es gracias a que otros antes que ellos  lo cuidaron para que pudiese llegar hasta nosotros. Lo cierto es que no concibo más que un mandamiento urbanístico: no perder el tiempo -ni el dinero- en arreglar lo que no está estropeado.

Y he de decir, vista la información sobre la rueda de prensa que sobre este asunto han dado hoy el alcalde Joseba Asirón y el concejal Joxe Abaurrea, que afortunadamente el Ayuntamiento del cambio no está de acuerdo con el proyecto de Salesianos tal y cómo lo dejó -pésimamente, comme d'habitude- planteado UPN, y sobre todo con que esas torres de Mordor se recorten contra el cielo furiosamente azul que, los días de verano, puede contemplar todo aquel que suba desde Burlada, pasee por la Magdalena o simplemente se detenga embobado a disfrutar desde cualquier rincón prácticamente de la misma panorámica que dejaron dibujada los diletantes viajeros dieciochescos. Y júzguese si eso es o no es un privilegio, cuando los adoradores del cemento no paran de llenarlo todo en derredor con sus ocurrencias.



Os pego el enlace a dicha rueda de prensa, porque ellos evidentemente se explican mucho mejor que yo, y también para que veais que nunca, jamás, conviene perder la esperanza. Jugaba yo ayer en mi crónica a hacer analogías con "La Guerra de las Galaxias", y veo que, casualmente, en la nueva numeración de la saga, la que los de mi generación tuvimos por primera parte es ahora considerada la cuarta, y que su título es "Una nueva esperanza".


Y eso justamente es lo que tengo yo: la esperanza de que las cosas no vuelvan nunca en Pamplona a hacerse como antes, cuando los árboles se talaban a las 4 de la madrugada, los mosáicos se tiraban, las termas romanas no tenían ningún interés, las tumbas orientadas hacia la Meca valían menos que los Renault Clío, y las murallas enormes que quizás sirvieron para proteger al Burgo de la Población, sólo servirían ahora para apagar el cigarro de quienes dejen su coche en el aparcamiento de la Plaza del Castillo.


Enlace a la rueda de prensa: 

PAMPLONA RECHAZA EL PLAN DE SALESIANOS Y PIDE REPLANTEARLO

Todo está ahora en manos del Gobierno de Navarra, que afortunadamente es también un nuevo Gobierno de Navarra. El anterior Gobierno, comandado por un UPN en minoría, fue quien comenzó todo este desaguisado utilizando la artera trampa legal del Plan de incidencia supramunicipal (PSIS), y para vergüenza nuestra, el Ayuntamiento de Pamplona, comandado por la voz de su ama, dejó que le arrebataran sus competencias para meter 55.000 metros construidos en una parcela que, por su ubicación y dimensiones sólo permitía 35.000 metros cuadrados. Y evidentemente esa es también la explicación a las torres de hasta 17 alturas, porque la única manera de hacerlo es mediante la construcción de torres donde quepan muchos pisos, cuanto más altas, mejor (mejor, no sé para quién, porque para Pamplona es meridianamente claro que no). Así que espero que el actual Gobierno de Navarra esté a la altura -nunca mejor dicho- y modifique el proyecto para que lo que se construya en esa parcela no supere las alturas medias del Ensanche, que es lo que se debió hacer desde un principio, si al frente de este proyecto hubiese habido gente que ama a la ciudad donde vive y no sólo se preocupa por su cuenta corriente.

Y no quiero terminar esta nueva crónica sin agradecer a Joseba Asirón que haya comentado lo siguiente a mi alegato de ayer: "Nadie dirá que este fue el alcalde que propició semejante desastre. Como mucho, dirán que este es el alcalde por encima del cual tuvieron que pasar para hacerlo".

Sé que todas las comparaciones son odiosas, y que ayer empleé un ejemplo concreto del emperador Carlos I, aunque me temo que ni a Joseba ni a mí es un personaje que nos atraiga lo más mínimo, así que hoy (mucho más tranquilo que ayer) recordaréa otro rey con cuya actuación creo que estaremos los dos mucho más de acuerdo...


Pues resulta que, en 1475, en mitad de las luchas por la posesión de la corona castellana, la batalla crucial iba a darse en la localidad extremeña de Alcantara, famosa por su maravilloso puente romano. Ante la posibilidad de que los portugueses lo emplearan para cruzar por él, Fernando "el Católico" (qué raro), ordenó volarlo. Enterado el rey portugués, Alfonso V, envío un mensajero al campamento de Fernando para decirle que no se preocupase, que su ejército daría un rodeo para no pasar por el puente, "pues no quería el reino de Castilla si, para lograrlo, debía destruirse tan impresionante edificio". 

© MIKEL ZUZA, 2017






EN CAMINO

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Castillo de Mont de Marsan (Gascuña), 12 de febrero de 1517

-Madre, ¿estáis segura de que os conviene permanecer en lo alto de esta torre,  a merced del helador viento de las montañas?

-¿Estás seguro de haber colocado mi silla mirando al sur, Enrique?

-Sí, justo en el mismo lugar desde donde tantas veces padre y vos misma me habéis enseñado el camino que lleva de vuelta a Navarra.

-Esa es una ruta que yo ya no podré emprender en vida, Enrique. A ti te corresponde recuperar lo que es tuyo por herencia y por derecho. Eres el príncipe de Viana, heredero de los Estados de Navarra y de Bearne. No lo olvides nunca. Naciste en Sangüesa, que es villa de las más importantes que hay en nuestro reino. Tus hermanos y hermanas nacieron también todos en él. Ellos y ellas te apoyarán para que cumplas el destino para el que naciste: Ana, Catalina, Juana, Quiteria, Buenaventura, Francisco, Carlos e Isabel. Sólo Martín, Andrés y Magdalena no podrán ayudarte. Los tres murieron. ¿Los recuerdas?

-A Andrés y Martín sí, madre. Murieron mientras intentábamos todos alcanzar el Bearne para no caer en manos del duque de Alba, el invasor enviado por Fernando de Aragón para invadir Navarra. Ni siquiera pudimos parar a enterrarlos como dos príncipes merecen, que tuvimos que seguir a uña de caballo mientras ordenábais que fuesen llevados a sepultar a Leyre, ese antiguo monasterio que tantas veces me  habéis contado que guarda los restos de los primeros reyes. A Magdalena, en cambio, no la llegué a conocer. 


© CÉSAR OROZ "¿POR QUÉ LO LLAMAN ANEXIÓN CUANDO QUIEREN DECIR CONQUISTA?"
-Era la niña más risueña que una madre haya parido nunca de sus entrañas, Enrique. Nunca la vi llorar, salvo cuando Isabel de Castilla exigió, como garantía de uno de aquellos chantajistas tratados con los que pugnaban por maniatarnos, que le fuese entregada como rehén. Las amenazas contra navarra en caso de negarnos eran tan fuertes, que tuvimos que ceder. Llevo su llanto clavado en mis oídos desde entonces, y veo la carroza en la que se alejaba de Pamplona cada vez que cierro los ojos. Nunca, a pesar de todas las veces que reclamamos que nos la devolvieran, volvimos a verla. Murió -o más bien la dejaron morir- en el castillo de la Mota. 
Ahora Isabel y Fernando están muertos también, y espero que Dios les haga pagar en el Infierno todo lo que nos hicieron. Así se lo pido yo todos los días mientras rezo. Así se lo he de volver a rogar muy pronto, en cuanto muera y esté por fin ante su presencia.

-No digáis eso, madre. ¿Qué haré yo si me faltáis también vos? No hace ni un año que murió mi padre, y sólo soy un niño...

-Pues si eres un niño, acuérdate de esos otros tres niños, tus hermanos, y también de cómo murieron. Haz acopio de fuerzas, busca aliados, los que sean, y cuando estés seguro de poder lograrlo, enfila por ese camino que lleva al sur, y haz que no haya localidad en Navarra, por pequeña que sea, que no grite "¡¡Enrique, Enrique!!", cuando vean que se aproximan nuestras banderas y estandartes. No puedo dejarte más herencia que la sangre que viene de aquellos primeros reyes que en Leyre custodian a tus hermanos. 
¿Me preguntas que qué harás? Decir a todos bien fuerte que eres el rey de Navarra, el lugar cumplido de todo bien que está al final de ese camino...


Y FUE ESCRITA ESTA HISTORIA EL DÍA 12 DE FEBRERO DE 2017, 5º CENTENARIO DE LA MUERTE DE LA REINA CATALINA I, ÚLTIMA REINA DE HECHO Y DE DERECHO DE LAS DOS NAVARRAS. 

EN MAYO DE 1521, EL SEÑOR DE ASPARROTS, EN NOMBRE DEL REY ENRIQUE II DE NAVARRA, RECUPERÓ EL REINO Y SU INDEPENDENCIA DURANTE UN MES. FUE LA ÚLTIMA VEZ. 
DURANTE LA REPRESIÓN POSTERIOR QUE LLEVARON A CABO LOS VENCEDORES DE LA BATALLA DE NOAIN, BIEN PAGADOS POR EL EMPERADOR CARLOS V, UNA DE LAS ACUSACIONES PRINCIPALES QUE SE HIZO A LOS Y LAS HABITANTES DE SANGÜESA Y DE MUCHAS OTRAS VILLAS Y LUGARES DE NAVARRA ES QUE HABÍAN SALIDO ALBOROZADOS A RECIBIR A LOS ENVIADOS DEL LEGÍTIMO REY AL GRITO DE "¡¡ENRICH, ENRICH!!"





© Mikel Zuza Viniegra, 2017

COMICS Y TEBEOS

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Castillo de Tudela, 4 de marzo de 1198

-Fernando, ¿has ido ya al kiosko como te ordené?

-Hubiera ido yo de mil amores, Sancho, si hubiese sabido qué cosa es un kiosko, claro está.

-¡Qué lástima vivir en una época tan atrasada! Te digo que habrá un día en que baste con ir al kiosko para saber cómo termina nuestra historieta favorita, sin tener que esperar una eternidad, como ahora me acontece con el libro de Job, Hace ya cuatro meses que nuestro canciller publicó el libro de Esther, y en buena lógica ya tenía que haber editado el mentado libro de Job, pero pasan los días y no puedo más que releer una y mil veces lo que ya ha entregado.

-Quizás si soltases más sanchetes, don Ferrando Pérez de Funes podría contratar ayudantes para dar un impulso a su magna obra.

-¿Has dicho a su Manga obra? ¡No quiero saber yo nada de esos dibujos provenientes del Cipango!

-A ver si tu altura y tu sordera están en franca relación, hermano, porque lo que he dicho es su magna obra. Magna, repito. Y reitero también la necesidad de que aflojes tu nutrida bolsa de los dineros, porque el canciller tiene ya elaborada una lista de ayudantes que muy bien podrían convertir nuestra Biblia en la más hermosa jamás realizada, mucho más importante que todos esos Beatos tan antiguos.

-¿Y qué nombres son esos? Mira que los sanchetes no crecen en las copas de los árboles, y mucho menos desde que ordené retirar yo el árbol crucífero de mis acuñaciones. ¿Te he contado ya porque escogí la media luna y la estrella para sustituir ese enramado emblema?

-¡Por Dios, tu historia en Chipre otra vez, no!

-¡Allí te hubiese querido yo ver a ti, mequetrefe! Ricardo y yo pusimos en fuga al malvado Comneno que había raptado a nuestra hermana, y era de ver que jaculatorias y trisagiones en griego nos cantó para evitar que le cortásemos en rodajas, que es lo que se merecía...

-Vale, deja ya de irte por los cerros de Limassol y atiende a la selección de iluminadores que ha hecho don Ferrando. Por ejemplo, de Flandes ha contactado con el señor de Hergé y con el señor de Jacobs...


-Los conozco a ambos. Buenos elementos. El señor de Hergé me pidió permiso para retratarme y utilizar mi semblante para narrar las aventuras de un capitán, creo que se llamaba de Hadoque, porque dijo que mi carácter era el apropiado. ¡Y no sé por qué dijo tal cosa, truenos y rayos! El de Jacobs me presentó en Loches a dos lealísimos caballeros ingleses: el señor de Blake y el señor de Mortimer, con quienes tuve la fortuna de zurrar la badana a base de bien al conde de Tolosa. ¿Quién más quiere don Ferrando que contrate?


-Del otro lado del mar, el señor de Kirby y el señor de Foster. El primero es ya famoso por haber contado las hazañas del Capitán Bastárrica, un enmascarado famoso por emplear en sus combates sólo un escudo, y nunca una espada. El segundo te pidió permiso hace tiempo para utilizar tus historias chipriotas dibujando un Príncipe Valiente que sería sin duda tu alter ego, pero cabezota como siempre, no se lo quisiste dar.

-¡Es que me quería dibujar con unos pelos que parecía yo Crispín, el escudero zangolotino de ese Capitán Trueno que está todo el día retándome a participar en un torneo contra él. Y yo sólo quiero llevar el pelo más tan largo como los seguidores del Barón Rojo. ¿Te suena su última trova, Fernando?: "¡Barón, héroe de cuento, amo de las nubes, señor del viento...!"



-Ya veo, ya. Pero por Dios, deja de hacer como que tocas la mandolina y de mover tu pelo a diestra y a siniestra, que te tomarán por loco...


-Pues nuestro cuñado Ricardo siempre dice que el Heavy es religión...

-Si él lo dice, así será, pero volvamos a lo nuestro. ¿Pagarás a todos estos señores historietistas o no?

-¡No pienso hacerlo, que sería una gran lástima romper la unidad de estilo que va imponiendo a su obra don Ferrando! Lo que te pasa es que hace mucho tiempo que no pasas por su taller, pero la última vez que estuve yo pude contemplar muchas páginas dibujadas ya, adelantándose al plan original. Las que más me gustaron fueron la del crudelísimo desmembramiento de Santa Corona, empleando dos palmeras, que hay que ser bruto, y la de la multitud que espera que comience el Juicio Final. Y están ahí representados algunos amigos nuestros, y sin duda alguna el más guapos e inteligente. Basta simplemente con fijarse un poco...







©MIKEL ZUZA VINIEGRA, 2017

CARPINTEREANDO

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Patio de la pajarera, palacio real de Olite, 25 de marzo de 1429


-¡Ya estoy harto de este estruendo que no cesa ni de día ni de noche! En Castilla hace tiempo que todos estos pájaros estarían listos para ser asados a la parrilla. Y si no fuera por la escena que seguro me prepararía mi mujer, a fe que ya estarían todos en mi plato...

-Pero mi señor don Juan, recordad que vos sólo sois el rey consorte, y que ella es la reina propietaria, No queráis darle otro disgusto más pensando en llevar a cabo esa locura que decís.

-¿Y a vos qué os importa lo que yo haga o deje de hacer? Lo que ocurre es que sin esta plaga de alas, picos y patas, perderíais vuestro bien remunerado puesto de pajarero mayor del palacio, que os otorgó el bobo de mi hijo porque -él sí- tiene siempre la cabeza a pájaros. ¿Y total, para qué? Si aún fuesen águilas, tagormas o neblíes las aves que custodiáis en este rincón, todavía podría entenderlo. Pero de eso se ocupan gentes más capaces que vos, que no tiemblan ante la sangre, ni con la carne desgarrada por las rapaces. Recordad esta lección de política aplicada, majadero: siempre habrá halcones y palomas. Yo soy indudablemente de los primeros, y mi hijo Carlos ya voy comprobando que su madre lo está convirtiendo en representante máximo de las segundas. No le arriendo la ganancia...

-Mejor recordad vos los santos evangelios sobre los que jurasteis mejorar y no empeorar la condición de los navarros: "Mirad las aves del Cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen semillas en graneros, y sin embargo nuestro Padre celestial las alimenta".

-Esa es otra, gracias por recordarmelo: ¿quién paga todo el grano que comen estas inmundas bestias? Yo, ¿no es cierto?

-No es cierto: es vuestra esposa Blanca quién lo  hace.

-Pues id entonces a pedirle vuestro finiquito, porque no quiero veros más por aquí. Y marchad tranquilo, que ya me encargaré yo personalmente de que todos estos alados gorrones  acaben en la barriga de mis guardias castellanos. Pero.... ¿qué hace este bicharraco? ¡¡¡Quitádmelo de encima!!! ¡¡¡Quitádmelo!!!

-Imposible, señor: ved que es un hermosísimo pájaro carpintero, que demasiado bien ha comprendido que vuestra cabeza está hecha del más apetecible de los alcornoques. ¡Y escuchad como resuena a hueco cada vez que os picotea en ella! Además, vos, que sois tan observante de la etiqueta, entenderéis perfectamente que no pueda hacer yo nada para evitaros el daño, pues estaréis comprobando que su plumaje es precisamente rojo, blanco y azul: los colores emblemáticos de los reyes de Navarra, y por lo tanto de mi señora doña Blanca y de mi señor el príncipe don Carlos. ¿Cómo habría yo entonces oponerme a su ataque? Llamad a esas águilas, tagormas y neblíes que decíais antes, a ver si ellas pueden con él. Mientras tanto disculparéis que yo obedezca escrupulosamente vuestra última orden y corra a refugiarme a galope tendido en mi pueblo, donde os aguardaré encantado, si acaso queréis que solucionemos nuestro problema persona. Recordad, señor: me llamo Walter, y soy de Lantz. Así que es a Walter Lantz a quien podéis enviar vuestra carta de desafío. Y una última cosa: si el príncipe me llega a contar que habéis tocado la pluma de uno solo de estos pájaros, les daré de comer vuestros ojos. Y tened en cuenta que los de Lantz no amenazamos en vano, sino que cumplimos siempre lo que nos proponemos. Preguntad si no a mi gran amigo Miel Otxin...










© MIKEL ZUZA VINIEGRA, 2017

ENTRE JUANAS ANDA EL REINO

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El escritor y periodista lesakarra Eladio Esparza, publicó en 1950 una obrita histórica titulada "Hubo Pirineos o entre Juanas anda el reino", que venía a aumentar su producción literaria, siempre supeditada a su labor como editorialista en Diario de Navarra en los años de la posguerra civil. Esta faceta suya, caracterizada por un fuerte extremismo ideológico, hizo que Julio Caro Baroja, a la hora de hablar sobre él en la estupenda biografía que dedicó a su propia familia: "Los Baroja", comentase con mucha sorna -y también con mucha razón- que muchos le conocían más bien como "Elodio esparce" por sus incendiarios y siempre sesgados artículos.


El caso es que el título de ese librito suyo me ha venido a la cabeza ahora que la portada de Santa María de Olite luce como nueva tras su restauración. Y es que todo parece indicar  que una de esas Juanas que se disputaron el reino entre finales del siglo XIII y mediados del XIV aparece -sonriente y coqueta- en una de las arquivoltas. El estilo, relacionado con una de las puertas de Notre Dame de París, y la cronología, nos llevarían a asumir esa identificación.


Y es que Juana I de Navarra, condesa palatina de Champaña y de Bría, reina de Francia al fin por su casamiento con Felipe IV el Hermoso, tiene una importancia capital en nuestra  historia. Porque no sólo fue nuestra primera reina "propietaria", sino que además su asendereada trayectoria vital hace que la podamos considerar como nuestra verdadera "Helena de Troya". Porque sí: los ejércitos de varios países fueron a la guerra por esta princesa, aunque era tan pequeña que probablemente no se enteró de cuánta gente acabó muriendo por ella.


Y eso que en origen no contaba para nada, pues no estaba llamada más que a ser otra segundona en el siempre nutrido campo de las princesas casaderas. Pero hete aquí que en 1272 su hermano y heredero al trono, el infante Teobaldico, cayó de las almenas del castillo de Estella y fue a estrellarse en el duro suelo del claustro de san Pedro de la Rúa, donde en un pequeño sepulcro muchos afirman que espera la resurrección para emprender el vuelo justo al revés de cómo lo hizo la última vez. Es otra historia, la de este príncipe volador, que siempre me ha interesado mucho.

El caso es que de este modo quedó la princesa Juana como heredera única del trono navarro, y muy pronto las naciones vecinas (las de siempre: Francia, Castilla y Aragón) comenzaron a presionar para que uno de sus príncipes se casara con la niña (tenía sólo tres  años cuando murió su padre, el rey Enrique I el Gordo en 1274).

La reina madre, Blanca de Artois, vio tan comprometida la vida y la libertad de su hija, sobre todo por la invasión que Alfonso X (sí, el de las cantigas no sólo se dedicaba a la poesía) ordenó para hacerse con la niña, que ambas tuvieron que huir de Pamplona a uña de caballo y refugiarse en la corte de su primo, el rey Felipe III el Atrevido de Francia, quien por supuesto no tardó en concertar el matrimonio de Juana con su primogénito, Felipe. La más que golosa dote fueron los territorios de Navarra y de Champaña. Eso ocurrió en 1275, y apenas un año más tarde, esa fuga tuvo como consecuencia que el ejército francés entrase también en Navarra con tal poder, que los castellanos se retiraron inmediatamente, dejando a sus aliados del burgo de la Navarrería completamente a merced de los franceses. El poeta Anelier lo contó, y muy bien además.

Es lo que se conoce como "Guerra de la Navarrería", en la que ese barrio quedó completamente arrasado, pues sus habitantes fueron asesinados prácticamente en su totalidad. También se perdieron muchos tesoros artísticos sobre los que ya sólo podemos soñar, porque el ataque principal se produjo sobre la catedral románica, donde se había refugiado la población autóctona pensando que un ejército de cristianos respetaría el sagrado recinto. Naturalmente se equivocaron y todos y todas fueron pasados a cuchillo sin el menor remordimiento. Entre esos tesoros citados que se perdieron, los más destacados fueron las estelas funerarias de cobre dorado y esmalte de Teobaldo I y de Enrique I, que la soldadesca destrozó al pensar que estaban fabricadas en oro. Entre los que milagrosamente se salvaron, y todavía podemos disfrutar, estarían la imagen titular de la propia catedral: Santa María la Real (aquella ante la que debían jurar los reyes de Navarra para llegar a serlo), que se sabe además que los canónigos sacaron en procesión frente al ejército invasor para ver si se conmovían, y también el maravilloso relicario del Santo Sepulcro, regalado pocos años antes por San Luis de Francia.

Muchas veces he imaginado yo por dónde pudieron sacar los canónigos esas dos joyas, y es una de esas crónicas irreales que siempre tengo pendiente de escribir. Ya le llegará su turno, y entonces destacaré lo mismo que quiero expresar ahora: que como tantas veces a lo largo de nuestra historia, en aquel lejano y triste año de 1276, Aragón, Francia y Castilla pusieron la fuerza, y Navarra exclusivamente los muertos. Todos los muertos. Como nunca hemos aprendido de nuestros errores, así nos ha ido, y probablemente así nos va. Precisamente por esa misma época el gran Dante Alighieri dejó escrito sobre nuestra vapuleada tierra: "Y feliz Navarra, si se protegiese con los montes que la rodean". Y desde luego yo no creo que su diagnóstico haya variado demasiado en estos siete siglos posteriores...

Pero volvamos a esa niña por la que todos se lanzaron a matar y a morir, y que como os decía acabaron casando con el heredero de la corona francesa. Este futuro Felipe IV, hoy es sobre  todo recordado por haber sido el rey que ordenó la persecución y eliminación de los Templarios, a los que acusó de sodomitas y herejes con el único fin de hacerse con sus pingües rentas económicas. La leyenda dice que como castigo a tan innoble proceder, los tres hijos de Juana y Felipe: Luis el Hutín, Felipe el Luengo y Carlos el Calvo fueron sucediéndose en el trono francés sin tener herederos legítimos,propiciando así el fin de la dinastía de los Capeto. Quedó una hermana de los tres pasaportados: Isabel, casada con Eduardo II de Inglaterra, y a través de la cual nacieron los motivos que dieron inicio a la guerra de los cien años, que arruinó Francia durante todo ese tiempo. Pero es que el último maestre del Temple, el completamente inocente Jacques de Molay, sabía desde luego como echar una maldición...

Aún así, que conste que quien debió ascender al trono francés a la muerte del último de los Capeto fue Juana II de Navarra, que naturalmente no es la misma Juana de la que estamos hablando hasta ahora. Para impedirlo, los franceses se sacaron de la manga la Ley Sálica, que impedía reinar a las mujeres en el país vecino. Como en el nuestro eso afortunadamente no ocurría, esta segunda Juana tuvo que conformarse con el trono de Pamplona, y su hijo, el futuro Carlos II, también.

Retomando  el hilo, Juana I era muy niña como para enterarse del conflicto de la Navarrería, pero como puede que su aterrorizada madre le hablase de lo belicoso de nuestro carácter, y de ese dicho que tan exáctamente nos define, asegurando que donde haya dos navarros habrá -al menos- tres opiniones, ya asentada en el trono de París decidió abrir una institución de enseñanza en aquella hermosa ciudad, a la que naturalmente dio el nombre de "Colegio de Navarra", buscando sin duda ofrecer a sus paisanos la oportunidad de desasnarse y de resolver sus pendencias mediante el intelecto y no mediante los pedruscos de 50 kilos arrojados contra la recién redescubierta torre de la Galea, que era como acostumbraban a hacerlo habitualmente. Resulta evidente que no tuvo demasiado éxito en sus pretensiones. Tal vez si en vez de un colegio hubiese montado una taberna...

JUANA I DE NAVARRA, PROVENIENTE
SUPUESTAMENTE DEL COLEGIO DE NAVARRA 

EN PARÍS - DATADA HACIA 1310 - 82 CM.  
El caso es que en la fachada de dicho colegio hizo representar a su marido Felipe y a ella misma, llevando en las manos la "maqueta" del edificio que acababa de fundar. Desafortunadamente la construcción sufrió lo suyo durante la Revolución Francesa, y fue definitivamente demolida en 1842. Se pensaba que esas efigies de los soberanos habían desaparecido, pero al preparar una de sus estupendas conferencias sobre la restauración ya mencionada de la portada de Santa María de Olite, la profesora Clara Fernández-Ladreda cree haber encontrado la de la reina en el Bode Museum de Berlín. Sin embargo Manuel Sagastibelza fue el primero en darse cuenta, en julio de 2015, de que en el catálogo de la exposición "D'or et d'ivoire" que se celebró aquel año en el Louvre, ya aparecía esta representación de Juana I. En cualquier caso sería una noticia histórico-artística sensacional, porque se conservan muy escasos ejemplos de efigies de reyes o reinas de Navarra, fuera de las puramente funerarias.






Sin embargo, comparando la fotografía con los dibujos que el gran Gaignieres realizó en el siglo XVIII, y gracias a los cuales podemos hacernos una idea de todo el arte medieval que se perdió en Francia durante la Revolución, creo que esta talla no es la de Juana I de Navarra y Francia (al menos no la que estaba en la fachada del Colegio de Navarra), por más que como tal la tengan catalogada los alemanes. Abundando en esta impresión mía, si observamos los dibujos que quedan de la fachada del Colegio de Navarra, veremos que las dos estatuas eran de buen tamaño, cosa lógica para que pudieran ser fácilmente contempladas desde abajo, mientras que la talla redescubierta apenas mide 82 centímetros, un tamaño que, a mi juicio, la relaciona mucho más con las pequeñas y preciosas estatuillas de princesas de la dinastia de Evreux-Navarra que aún se conservan en la chapelle de Navarre de Notre Dame de Mantes, que con la fundadora del Colegio de Navarra.

DIBUJO DE GAIGNIERES DE LA ESTATUA DE JUANA I DE NAVARRA
EN LA FACHADA DEL COLEGIO DE NAVARRA EN PARÍS


COLEGIO DE NAVARRA EN PARÍS, HACIA 1750
PRINCESA EVREUX-NAVARRA
CHAPELLE DE NAVARRE
MANTES LA JOLIE
HACIA MITAD DEL SIGLO XIV
Aún así es hermoso recuperar un testimonio del pasado tan significativo como esta imagen que pasa por ser la de Juana I de Navarra, aquella mujer que quiso poner la inteligencia por delante de  la efusión de sangre, algo siempre muy complicado de llevar a cabo. Y en Navarra todavía más. Pero desde luego yo se lo agradezco igual.





© MIKEL ZUZA VINIEGRA, 2017

LIBREROS

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Rue des libraires, París, 29 de abril de 1404

-¡Espabila, Lucien, que el rey de Navarra está a punto de llegar!

-¿Seguro? Mira que hace dos semanas también anunció su visita, y luego estuvimos esperándole toda la mañana en vano...

-Pero eso fue porque su tío, el poderoso duque de Berry, lo invitó sorpresivamente a su palacio, ¿cómo iba a desairarlo por venir a vernos a nosotros, que somos unos simples comerciantes?

-¿Simples comerciantes? Ojo con lo que dices, Antoine, que aunque a ti te daría igual vender manzanas o paños de Ypres, yo soy un librero vocacional, y sé por tanto distinguir las joyas bibliográficas de la purria que sólo leen los descerebrados. 

-Descerebrados o no, muy poca gente sabe leer, así que pasamos vos y yo más hambre que le chien de Imén-Asà. Sobre todo desde que ese maldito conde de Foix se negó a comprarnos el libro de horas que le habíamos preparado con tanto mimo ¡En mala hora encargamos su realización a los maestros miniaturistas de Bruselas!

-Se lo encargamos a ellos porque son los mejores en su oficio. Igual que nosotros en el nuestro, que te repito que es vender joyas bibliográficas.

-Ya, pero tú me dirás que vamos a hacer con un libro que en cada una de sus páginas tiene pintadas las armas del conde de Foix, si resulta que éste no lo quiere porque le parece demasiado caro...

-¡Burro! No es lo que vamos a hacer, sino lo que yo ya he hecho para asegurar tu fortuna y la mía. Dices bien: el problema principal son esos condenados escudos de Foix, así que hace dos semanas, cuando el rey Carlos excusó su visita, encargué a nuestro amigo Zebo da Firenze que los raspase con mucho cuidado y pintase por encima las armas de Navarra.

LOS 4 EVANGELISTAS, EN EL LIBRO DE HORAS DE CARLOS III EL NOBLE
HACIA 1404 - MAESTRO DE BRUSELAS Y ZEBO DE FIRENZE
MUSEO DE CLEVELAND (OHIO) 
-¿Hoja por hoja? ¡Nos cobrará una barbaridad!

-¡Ni una décima parte de lo que  nosotros vamos a sacarle a nuestro regjo cliente, estúpido!

-¿Pero qué seguridad tienes de que don Carlos comprará finalmente el libro?

-La que me da el conocerle y haberle vendido en otras ocasiones obras y volúmenes que fueron muy de su agrado.

-¿Cómo cuáles?


-Le gustan los armoriales, y en general cualquier libro en el que salgan escudos muy bien miniados. Ama también las historias de las materias de Bretaña y Francia, pues él mismo se tiene por descendiente del Carlomagno. En su anterior estancia en la corte le vendí por ejemplo un tratado científico muy hermoso que versaba sobre si el olifante de don Roland pudo oírse desde el Catay y el Cipango de los que habló Marco Polo, cuando el sobrino del emperador de los francos lo hizo sonar, allá en Roncesvalles. Incluso encargué a un paisano suyo, el bachiller Miguel de Zuza, que le escribiese "La Crónica de los Nueve Pares de la Fama y las Nueve Heroínas, con especial estudio de las armas de la reina amazona Hipólita", pero el muy infame cobró el adelanto que le dí, y tengo entendido que aún no ha escrito ni una letra, y va ya para tres años que le hice tan sencilla encomienda. Te digo que como me lo encuentre por ahí, le haré tragarse las obras completas de santo Tomás de Aquino...

-Precisamente el otro día lo vi yo entrando en el Colegio de Navarre. Iba en compañía de una hermosa dama de rubios cabellos.

-¿Y no les majaste las costillas?

-No me atreví, que son muy altos y muy bien parecidos los dos...

-¡Mequetrefe! Voy a pedir a su majestad que esté atento y que, si alguna vez ese bergante retorna a su país, lo haga apresar inmediatamente en la más profunda mazmorra de su castillo de Olite o de Pamplona hasta que termine el libro que nos tiene prometido. Se va a enterar ese holgazán...


-Sí,más nos vale que el buen Zebo da Firenze es mucho más trabajador. Me maravillo del trabajo que ha hecho en tan poco tiempo: ¡no se nota nada que las armas de Navarra no eran las originales!

-Eso es, y malo será que no le saquemos al rey de Navarra los dos mil florines que pienso pedirle por él.

-¡No bajes de mil seiscientos, que te conozco y sé cómo te ciegan los fastos monárquicos! Te dará uno de sus collares de hojas de castaño -que tienen menos plata que un dedal- y tú le rebajarás mil florines.

-Esta vez no hay rebaja posible, Antoine: él sabe de libros tanto como yo, y por lo tanto comprenderá perfectamente que lo que le exijo es lo justo, y que allá donde este libro se abra y consulte, por mucho tiempo que haya pasado, todos evocarán con alegría y admiración el buen gusto del rey Carlos III el Noble de Navarra. Y dime si no merece la pena pagar por tan honrosa posteridad...




©MIKEL ZUZA VINIEGRA, 2017


LOS DRAGONES DE TIEBAS VUELVEN A VOLAR

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El próximo sábado, 20 de mayo, ocho hermosos dragones provenientes de Champaña volverán a ver la luz en el Museo de Navarra, donde formarán parte de la colección permanente con todo honor y merecimiento, pues fueron encargados por el rey Teobaldo II para que decorasen el suelo de la sala principal del palacio que había decidido construir ex novo en el centro de su reino, harto de tener que mendigar al obispo alojamiento en la capital, dividida siempre por las rencillas de los tres burgos. Un lugar al que para que no cupiesen dudas, dio además su propio nombre, la denominación por antonomasia de los príncipes más famosos de su dinastía: Thiebault – Thiebes – Teobaldo - Tiebas – la "ciudad" de los Teobaldos.  

Ahora, al fin, de las ilustres ruinas de lo que debió ser uno de los palacios más hermosos de la Cristiandad, levantado a imagen y semejanza de los del Louvre en París, y que fue quemado y arrasado al menos en las guerras de 1378, 1521 y 1833, emergen milagrosamente estas cuatro parejas de criaturas aladas, nacidas con toda probabilidad hacia 1260 en Reims, de donde llegarían a Navarra, si no volando, sí en carreta muy bien preparada para que no sufrieran daño ni menoscabo alguno en tan largo viaje.

Dejaron allí muchos primos y parientes, algunos de los cuales todavía se conservan, lo que nos permite afirmar que aquellos son mucho más feos que los nuestros, y que Teobaldo II tuvo muy buen ojo al elegir maestro ceramista.

Fueron redescubiertos por el Gabinete de Arqueología e Historia Navark, con su director Mikel Ramos Aguirre al frente, en la campaña del año 2009 (ver el informe de excavación en este enlace), y desde entonces han permanecido custodiados en el almacén arqueológico del Gobierno de Navarra, de donde, como digo, saldrán a surcar de nuevo los cielos navarros la próxima semana.

Desde que tengo yo recuerdo, siendo muy niño, me han gustado los dragones, así que muchas veces han salido ya en mis crónicas, sobre todo estos con perilla que forman círculo en Tiebas, que parecen todos igualespero que son distintos, pues cada pareja tiene distinta expresión y tamaño.

Y precisamente buscando explicación a este fenómeno, creo haber dado con el origen literario de forma tan curiosa de representar a estas ocho amables y hermosas bestias, que a partir de ahora vuelven a formar parte de nuestro patrimonio histórico-artístico. Gracias eternas le sean dadas al rey Teobaldo II por ello.

A ver qué os parece mi teoría… 



“Deberíamos recordar
la BATALLA DE LOS DOS DRAGONES
de la que nos habla el Libro de los Bretones;
Porque si ellos hicieron pedazos el castillo,
ahora es nuestra época la que va a derrumbarse,
si Dios no pone fin al conflicto.
Habrá que recurrir a la sabiduría del mago Merlín
para poder adivinar el futuro.
Pero el Anticristo va a llegar, no lo dudéis,
gracias a la malicia del diablo”.

Es la estrofa cuarta de la chanson de Teobaldo I el Trovador "Dios es como el pelicano".

Hace referencia a la "Historia de los reyes de Britannia", de Geofrey de Monmouth, que en 1138 sentó las bases del mito artúrico, que tanto éxito alcanzaría en los siglos posteriores.

En ella se cuenta como el traidor Vortigern, rey de los bretones, que, aunque gobernaba aliado con los sajones desconfiaba de ellos, ordenó construir un fuerte castillo para protegerse. Pero todo lo que se levantaba por el día, se derrumbaba por la noche. Por fin, sus druidas le aconsejan que para evitarlo riegue los cimientos con la sangre de un niño que no tenga padre. Ese niño es Merlín, que cuando está ya a punto de ser ejecutado, revela a todos que el castillo se viene a tierra cada noche porque lo estaban queriendo construir sobre un lago subterráneo. Cuando excavan y ven que el niño tenía razón, éste siguediciéndoles:

 "Vaciad el estanque y veréis en el fondo dos piedras huecas, y dentro de ellas, DOS DRAGONES durmiendo"

Entonces Vortigern y sus druidas vieron que Merlín seguía contándoles la verdad, pues una vez vaciado el estanque, se levantaron temibles los DOS DRAGONES, uno blanco y otro rojo, entablándose un feroz combate entre ambos, pues echaban abundante fuego por sus monstruosas fauces abiertas.

Así interpretó Merlín el significado de aquella lucha: el dragón rojo representaba a los bretones, y el blanco a los sajones, que, aunque de momento habían sido vencidos, no tardarían en derrotar definitivamente a los bretones.


Hablando ya concretamente de las baldosas recién restauradas de Tiebas, creo que el significado de esas parejas de dragones afrontados puede venir perfectamente de esos versos de Teobaldo I. Más aun si tenemos en cuenta que muestran a dos dragones claramente distintos, con diferencias reseñables en su expresión (uno sonriente y otro serio), su tamaño (el de la derecha siempre es más grande que el de la izquierda) y su morfología (por ejemplo, el de la derecha tiene cola de sierra y el de la izquierda no). Todas esas diferencias equivaldrían al distinto color de cada dragón de la que nos habla la profecía de Merlín.



Esta hipótesis mía abre además varias perspectivas:

1. Esos círculos de dragones encargados por Teobaldo II para su palacio de Tiebas se convertirían de este modo en un homenaje a su padre y antecesor en el trono de Navarra, Teobaldo I el Trovador. Esto no sería nada extraño en el entorno champañés del que ambos -y también- las baldosas provenían, pues ya el monje de Saint Dennis que en 1274 (las baldosas de Tiebas se datarían hacia 1260) redactó las Grandes Crónicas de Francia, dejó escrito que:

“…Pero cuando Teobaldo comprendió que ella era una dama tan importante, de tan buena e irreprochable vida, que no cabía albergar esperanza alguna, sus dulces pensamientos amorosos trocaron en gran tristeza. Y como profundos pensamientos engendran siempre melancolía, le fue aconsejado por algunos hombres sabios que compusiese hermosos sones de viola y dulces y deleitables cantos. Así lo hizo, y junto con Gace Brulé, creó las más bellas y melodiosas canciones que jamás fuesen escuchadas para ser tocadas con viola.
Y LAS HIZO ESCRIBIR SOBRE LOS MUROS DE LA GRAN SALA DE SU PALACIO DE PROVINS, Y TAMBIÉN EN LA DE SU PALACIO DE TROYES.
Y son conocidas como las canciones del rey de Navarra, pues por la muerte de su tío, había heredado aquel reino”. 

Su hijo vivía entre esos mismos muros y estaría orgulloso de la obra poética de su padre, así que nada se opone a pensar que pudo intentar repetir una decoración similar en Tiebas.

Por qué Teobaldo II escogió este tema de los dragones concretamente, podría tener que ver tanto con sus propios gustos literarios personales como con el hecho de que la fábula de los dos dragones hable precisamente de la construcción de un castillo, justo lo que él mismo estaba haciendo en Tiebas.

Además, puede también que los Dragones jugaran un papel emblemático, que hoy se nos escapa, para su dinastía. De hecho, su padre aparece en una miniatura coetánea llevando un Dragón como cimera de su yelmo.


Pero resulta que no termina ahí la relación de los Champaña con los  dragones…

Veamos la nómina de los condes-reyes: Teobaldo I “el Trovador”, Teobaldo II, Enrique I “el Gordo”, Juana I y Luis I “el Hutín”. Éste fue el último que ostentó el título privativo de conde de Champaña, pues a su muerte, su hermano Felipe el Largo, que había usurpado ya la corona de Francia a la única hija de Luis, que a la sazón llegaría a ser Juana II de Navarra en 1328, usurpó también el condado de Champaña anexionándolo definitivamente a Francia.

Luis el Hutín, cuyo periplo de siete meses por Navarra, adonde acudió en 1307 exclusivamente para coronarse, ha salido ya también numerosas veces en mis crónicas, fue por tanto la última persona en poder denominarse con toda legitimidad como rey de Navarra y conde de Champaña, y este sello suyo para la ciudad de Pamplona (se conserva otro igual para la ciudad de Tudela) lo atestigua sin duda alguna:


¿Y quiénes guardan y soportan en él las armas dimidiadas de Navarra y de Champaña? Pues ya veis que, sea por casualidad o no (y yo no creo que lo sea, porque ningún otro rey de Navarra posterior, salvo Carlos II, precisamente el hijo de Juana II, la heredera robada por su tío Felipe el Largo, y también el último que reclamó que le fuera devuelto el condado de Champaña, incluye dragones en sus sellos, aunque en su casosean tres y no dos) el último de los Navarra-Champaña se hace acompañar en su símbolo principal de autoridad por dos dragones como los que aparecen en las baldosas de Tiebas y en la cimera de su bisabuelo poeta.

Sí, si tuviese que apostar, desde luego que lo haría yo por la certeza de que estos animales fantásticos significaron algo muy especial para los Navarra-Champaña…   


2. La clara alusión al mito del rey Arturo tampoco puede sorprender demasiado en una familia que llevaba acogiendo escritores y poetas desde muchas décadas atrás, cuando la condesa de Champaña, Maria de Francia, abuela de Teobaldo I, patrocino a Chretien deTroyes, autor del archifamoso "Cuento del Grial", otro de los hitos más destacados del tema artúrico.

En sus poemas, el rey de Navarra presume evidentemente de sus conocimientos literarios, tanto de la materia de Roma (mitología grecorromana), de la materia de Francia (Roldan, Oliveros) y de la de Bretaña (Merlín), citándolos constantemente como ejemplos morales.

Estas baldosas de Tiebas vendrían así por tanto a reforzar el testimonio que el propio Fuero General de Navarra ofrece sobre el mito del rey Arturo, pues en las cronologías que lo anteceden (datadas hacia 1185), aparece por vez primera su nombre escrito a este lado del Pirineo. Esto es lo que puede leerse en ellas: "Era D. LXXX aynos fizo la bataylla el rey Artús con Modret Equibleno..."


3. Si admitimos que este círculo de los dragones se basa en unos versos de Teobaldo I, bien podemos pensar que el resto de los motivos también podrían estarlo.

Recordemos que además de decoraciones vegetales, aparecen en Tiebas pájaros enfrentados picoteando una espiga, y también lo que parecen ser unos anillos entrelazados, que es de esperar que alguna vez puedan ser también restaurados y expuestos como su calidad y su historia merecen.



De hecho, la primera y la última estrofa del mismo poema donde aparece la historia de los dragones, "Dios es como el pelicano", nos habla de pájaros:

"Dios es como el pelicano
que hace su nido en lo más alto del árbol;
y el PÁJARO MALVADO que viene desde abajo,
mata a las pequeñas crías, el muy inmundo."

"Dios nos permita servirle y amarle,
así como a Nuestra Señora, a la que no debemos olvidar,
y nos proteja por siempre
de los PÁJAROS MALVADOS que tienen veneno en sus picos."

Wallenskold, el principal editor de las canciones de Teobaldo, dice que no es nada habitual en los troveros de la época que se asigne al diablo el simbolismo del pájaro malvado, y que, en este caso concreto, y dado que el pelícano representa indudablemente la pasión de Cristo, Teobaldo habría resultado bastante original al contraponer a Dios y al Diablo en forma de pájaro bueno y pájaro malo. Y subraya que muy probablemente el pájaro que en la Edad Media denominaban pelícano no tiene nada que ver con el que hoy conocemos por tal, sino casi seguro con un ave que quienes escuchasen la canción conocerían por formar parte de la fauna habitual de su entorno.

También en otro de sus poemas más famosos, "Tanto canta el ruiseñor", aparece de nuevo la figura de un pájaro:

"Tanto canta EL RUISEÑOR
que cae de lo más alto del árbol;
Nadie vio jamás muerte tan bella,
ni tan dulce, ni tan agradable.

En cuanto al círculo que en Tiebas muestra lo que parecen ser unos anillos entrelazados, en otro poema del rey de Navarra, "Soy como el unicornio", Teobaldo nos dice:


"Señora, cuando estuve delante de vos,
y os vi por primera vez,
mi corazón palpitó de tal manera,
que quedó a vuestro lado cuando me fui.
Yo fui entonces apresado sin posibilidad de rescate,
cautivo en la dulce prisión
en la que los pilares están hechos de deseo,
las puertas de bellas miradas,
y LOS ANILLOS de buena esperanza".

En este caso resulta evidente que Teobaldo no se refiere a anillos-joya, sino a los eslabones de una cadena, es decir, a unas anillas como las empleadas en su época para elaborar también las cotas de malla. Y de hecho el dibujo de Tiebas recuerda poderosamente la manera de tejer ese instrumento defensivo, propio de los caballeros medievales.



Y esto es todo.Sólo me queda invitaros a que vayáis al Museo de Navarra a conocer a mis ocho dragones favoritos, que no son míos, sino que queriendo homenajear a su padre trovador, fueron primero del rey Teobaldo II y que ahora son ya nuestros. De todos y de todas, porque forman parte inalienable de nuestra Historia. 

¡A disfrutarlos!



©MIKEL ZUZA VINIEGRA, 2017

IGUALICO IGUALICO...

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Castillo de Tudela, 18 de mayo de 1235

-¡Teobaldo: que dicen que sin sello y sin señal completamente nuevos, no pueden coronaros rey de Navarra!

-¿Eh? ¿Y cómo es eso, Felipe? ¿No soy acaso el legítimo sucesor del rey Sancho por ser el hijo de su hermana Blanca?

-Bueno, recordad que en realidad vuestro tío había donado el reino al rey don Jaime de Aragón, y que hay muchos que le siguen viendo con mejores ojos que a vos...

-Poca o mucha, sólo por mis venas corre la sangre de mi abuelo Sancho el Sabio, aunque sólo fuera por eso, ya deberían acatarme sin exigencia alguna.

-Ya tendréis tiempo de conocer a vuestros nuevos súbditos, Sire. Pero por ahora os bastará con saber que mucho más que a aquellos bizantinos del Oriente lejano, les gusta a los navarros perder el tiempo en pejigueras que no llevan a parte alguna, más que a una rotunda perdida de tiempo. Es más, seguro estoy que habrá matemáticos en el futuro, que han de estudiar el comportamiento de las gentes de esta tierra para establecer el mecanismo que rige las progresiones geométricas, porque si se juntan dos navarros, habrá siempre tres opiniones; si se juntan tres, defenderán cuatro posturas, y así sucesivamente hasta que muy probablemente acaben a palos o a espadazos.

-¿Y qué ocurre cuándo sólo hay un navarro?

-Pues que ya buscará la manera él solo de complicarse la vida a sí mismo, y también a los demás en cuanto le dejen. Es esta una ley inmutable.

-¿No sería mejor entonces habernos quedado en Champaña, mi buen Felipe?

-¡Eso se piensa antes, Teobaldo! Si os marcháis ahora, dirán en toda la Cristiandad que el conde de Champaña es un falso...

-¿Un qué?

-Un faux, un sans parole, un fainéant... Perdonadme, pero es que se me están pegando ya las sandeces de todos estos revoltosos.

-En fin, volviendo al asunto del sello y la señal: salid y dadles mi sello de conde de Champaña para que se aplaquen. Mirad que guapo y caballero que salgo en él... Y con el lema que mi propia madre escribió para mí: Passeavant le meilleur!¡Adelante el mejor! Con eso seguro que tendrán más que bastante...

-Dicen que ni hablar, que lo quieren totalmente nuevo.

-¿Eh? ¿Y si los hago ahorcar a todos para que se acaben las exigencias y las discusiones?

-Sabia medida, sin duda, si fueseis vos un sátrapa asiático de esos de los que hablan los libros de los antiguos romanos. Pero como sois un rey moderno y preparado, será más adecuado que les deis lo que piden. Podéis por ejemplo recuperar el águila de vuestro tío don Sancho...

-¿Cómo? ¿Ese pájaro de mal agüero? ¡Ni hablar! ¿Habéis olvidado lo mal que me trató cuando vine yo a verle a Tudela? Casi me echa los perros para que me fuese. No quiero saber nada más de él ni de todo ese montón de cadenas que se trajo del sur. ¿Habráse visto necio semejante, que pudiendo elegir todo el botín del rey de los moros, sólo se trajo unas cadenas oxidadas? En Castilla y en Aragón todavía deben de estar partiéndose de la risa. Os juro que mi primer edicto como soberano ha de ser repartir todos esos eslabones por las cuatro esquinas del reino. ¡No quiero verlos más!

-Pues vos veréis que hacéis, pero sin sello nuevo, no os reconocen como rey.

-¿Y si les presento este hermoso dragón que sirve de cimera a mi yelmo? Siempre me han gustado los dragones, ya lo sabéis de sobra...

-El caso es que esto no es Gales, Teobaldo, y aquí los dragones no gozan de demasiado predicamento. Dicen que hubo alguno en Aralar, que es una montaña  muy alta de este reino, pero como hace tiempo que no da señales de vida, la gente lo ha olvidado. No. Tiene que ser otra cosa, y tenéis que pensarlo rápidamente, porque si cuando salgamos de esta estancia no tenemos modelo nuevo  que mostrarles, ya podéis ir despidiéndoos de la corona...

-Pues no sé... ¿Qué tal dos espadas cruzadas?

-Un poco hortera, ¿no os parece? Parecería vuestro sello el emblema de uno de esos grupos de juglares melenudos que gritan más que cantan por esos caminos de Dios...

-¿Y un caliz dorado y con mucha pedrería?

-¿Para que os llamen el rey de copas? Pensaba que un poeta tendría más imaginación, mi señor Teobaldo...

-Y la tengo, la tengo: ¡para hacerlos ahorcar a todos y acabar con este tormento!

-Ya os he dicho que eso resulta, al menos de momento, completamente desaconsejable. Veamos que hay en esta sala que pueda servirnos de inspiración: Botellas de vino, un jabalí recién asado... No, demasiado rústico y vulgar. ¿Qué tal un libro de vuestros versos?

-¿Un libro  como emblema de un país? Rompedora propuesta, y también halagadora, pero pensad por un momento cómo lo hacen los navarros. Dirían unos: ¿Y qué libro será ese? Ah, sí: será la Biblia. Pero otros dirán: prudente rey, que ha escogido el Fuero General como símbolo. Y los que defienden la Biblia dirán que eso es imposible, que las leyes de Dios van delante de las de los hombres. Y los que defienden el Fuero dirán que ya va siendo hora de acabar con el oscurantismo. Y ya estará liada otra vez. No... Tiene que ser algo más complicado de interpretar, que los deje dubitativos y sin ganas de mostrar su ignorancia. Veamos... ¡Lo  tengo! ¿Qué os parece esto, Felipe?

Este alquerque de doce no se halla en Navarra, pero sí que pueden
verse aún dos de nueve en el pórtico de San Esteban de Eusa
-¿Cómo: un alquerque de doce? Pero entonces dirán que sois un "tahur del Olaz txipi", que es donde vuestro tío tenía un hermoso palacio...

-¿Qué van a decir, si ellos no sabrán qué es esto, y nosotros tampoco se lo vamos a explicar? Inventaremos cualquier milonga: que es un nudo celta, o que lo talló Túbal cuando anduvo por estos pagos, por ejemplo, que es lo que dicen siempre los cronistas cuando no saben qué más inventar.

-La verdad es que el diseño no es feo, porque parece también la bloca de un escudo. Eso calmará a los nobles, siempre tan fatuos. Y además es muy sencillo de dibujar: un cuadrado con dos cruces cruzadas en su interior. Quizás un poco soso...

-¿Y si le ponemos unos morabetines de oro en cada cruce? Creo que mi tío tiene ánforas llenas de ellos en los sótanos de este castillo.

-¡Eso es! Y en el medio una joya, para darle más empaque.

-¿Qué os parece esta esmeralda, que llevo siempre conmigo para no olvidar el color de los ojos de mi amada?

-Vale, pero a ellos les diremos que es la esmeralda que llevaba en su turbante Miramamolín el Verde el día de aquella batalla famosa  de vuestro tío.

-Tampoco os falta imaginación a vos, Felipe...

-Mejor, porque combinar la de ambos es la que nos hará falta para salir con bien de este enredo. Esperad que haga un bosquejo rápido en este pergamino, y acompañadme afuera, que si Dios quiere, acabáis de crear las armas de este reino. Que sea para bien.

-¡Oid bien todos! ¡Aquesta es la voluntad del rey Teobaldo I, legítimo señor mío y vuestro!

-¡Nuestro no lo es aún, hasta que no jure el Fuero!

-¿Pero cómo va a jurar el Fuero ese que decís, si todavía no ha sido compilado?

-¡Ese no es asunto nuestro! Compiladlo vosotros, y ya veremos luego si le damos nuestra aprobación.

-¡Pues yo creo que un reino sin leyes es mucho más divertido! Si los caballeros no podemos hacer ya lo que nos dé la gana, llegará el aburrimiento y el hastío. Digo más: ¡Viva el mal, y viva el Capital!

-Disculpad al señor de Avería, Sire. Sin duda todos estaremos de acuerdo en castigar su atrevimiento como merece.

-¡Todos no! Primero habrá de juntarse una comisión que estudie su caso. Podrá apelar luego al Consejo Real, y finalmente, será don Teobaldo quien dicte sentencia.

-¡Será don Teobaldo quien la dicte, si previamente ha jurado el Fuero, claro está! Si no, nosotros no acataremos su sentencia.

¡¡¡¡Basta!!! Si no os calláis todos de una vez, sabréis de veras quién soy yo: vuestro rey, Teobaldo I de Champaña. el hijo de la condesa Blanca, el nieto de Sancho el Sabio, y aquél que tiene unas ganas cada vez más grandes de ahorcaros a todos. Me habéis exigido un sello nuevo, despreciando el mío propio, donde por cierto aparezco tan galano, y aquí lo tenéis. ¿Qué os parece?

-¿Y qué representa? Parece una bloca de escudo.

-Decís bien, lo parece. Lo  cual no quiere decir que lo sea...

-¿Son acaso unos trozos de las cadenas que trajo vuestro tío?

-Muy bien pudieran serlo, efectivamente...

-¿Y por qué esas monedas y esa esmeralda?

-No faltarán nunca sabios que os lo expliquen...

-¿Pero qué diremos que es cuando no los pregunten desde otras cortes?

-Decid simplemente que esta es la voluntad de vuestro rey Teobaldo.

-¡Pues a mí me parecen las cadenas!

-¡Pues a mí una bloca!

-¡Pues a mí un alquerque de doce!

-¿Eh? Sin duda mi edecán Felipe de Nanteuil ha debido beber más de la cuenta de ese vinillo de Peralta que hay en las bodegas. ¿Cómo puede pensar que un rey vaya a elegir un juego para representarle a él y a su país?

-¿Estáis diciendo, don Teobaldo, que es por eso que el fondo del escudo es rojo? ¿Por el vino de Peralta? Buena elección, pardiez...

-Pues no lo había pensado, la verdad...

-¡Pues  entonces nosotros exigimos que sea el fondo verde, como las alcachofas de Tudela!

-¡Y nosotros que sea el fondo blanco, como los espárragos de Puente la Reina!

-¿Pero a qué condenada tierra me he venido yo a reinar? ¿Es que habréis de discutir siempre por todo?

-¡Mientras no juréis el Fuero, por supuesto que sí!

-¡Y cuando lo hayáis jurado también! Ahora mismo vamos a organizar una nutrida manifestación que discurrirá entre la plaza de San Jaime y la puerta del Juicio para defender el fondo alcachófico y verde de vuestra bandera.

-¡Pues nosotros convocamos otra en este instante para ensalzar  el color blanco esparraguino!

-¿Sabéis por dónde podéis meteros esos espárragos?

-¿Por el mismo sitio que vuestras alcachofas, quizás?

-¡A mí, los del color verde!

-¡A mí los del color blanco!

-¡Hala, ya está liada otra vez! ¿Qué hacemos, Sire, los encerramos a todos en las mazmorras?

-¿Encerrarlos dices, Felipe? ¡Ni pensarlo! Déjales que se den todo lo que quieran, y vámonos tú y yo a compilar ese Fuero de una vez, antes de que me arrepienta y salga a uña de caballo hacia Champaña para no regresar nunca más a esta tierra de locos.

-Bien dicho, mi señor Teobaldo, que estoy seguro que con tantas y tan pulidas leyes prosperará mucho este reino, y no tendrán ya sentido más discusiones por banderas ni otras melonadas similares.

-Ya me gustaría a mí poder mirar por un agujero lo que pasa aquí dentro de, por ejemplo, 783 años justos,mi buen Felipe. Seguro que siguen igual.

-Me permito recordaros que entonces el vinillo de Peralta también seguirá igual...

-¡Schhhhh! ¡Que no os oigan, que vuelven a empezar...!


© MIKEL ZUZA VINIEGRA, 2017

URTEBETETZEA

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Palacio de Olite, 29 de mayo de 1434

-Hoy alcanzas los trece años de edad, hijo mío: ya eres todo un hombre.

-Pues Blanca y Leonor dicen que no soy más que un crío bastante cargante, madre.

-¡No te importe lo que te digan esas dos habladoras, que ya les daré yo a tus hermanas motivos de los que preocuparse!

-Pero es que dicen también que padre no dejará nunca que yo os suceda en el trono de Navarra...

-¿Eso dicen? Algún botarate de los muchos que habitan en este castillo se lo habrá dicho entonces, que ellas son demasiado lelas para hilar tan fino.

-¿Tampoco vendrá este año, madre?

-Sabes perfectamente que las guerras en Castilla lo mantienen muy ocupado, y que sus ganancias serán algún día también las tuyas. Además, te ha enviado un arnés de justa muy bien bruñido, deberías estar contento.

-¡Pero es que yo preferiría que él estuviese aquí, en vez de que me mandase un regalo! Además Blanca y Leonor me han dicho que vos le tuvisteis que recordar que se acercaba la fecha de mi cumpleaños...

-Así fue, ya ves que no te lo niego. Pero te repito que debes pensar que tu padre es un hombre de honor que lucha por el bien de todos nosotros. A mí también me gustaría que estuviese aquí, pero cuando te sientes en el trono -y no dudes que lo harás- entenderás que las labores de gobierno absorben muchas veces el tiempo que un rey debería dedicar a su familia.

-¡Pero el abuelo Carlos no era así, tú nos lo has contado muchas veces!

-No, desde luego que no era así, pero en ningún libro, ni siquiera en los de las Sagradas Escrituras se recoge sentencia alguna que indique que dos hombres hayan de ser exactamente iguales. Al contrario: cada uno dispone de su libre albedrío para cumplir los objetivos que se haya impuesto. Mi padre, don Carlos, los consiguió siempre por métodos pacíficos, el tuyo, don Juan, no sabe hacerlo más que por medio de la guerra.

-¡Pues cuando yo sea rey no quiero que haya guerra!

-Y ojalá puedas cumplir tu deseo, Carlos, porque no habrá mejor regalo que puedas hacer a Navarra. Pero mientras no alcances tan alta posición, tanto tú, como tus hermanas y yo misma debemos seguir la política del rey, sin elevar jamás queja alguna en contrario.

-¿Aunque vos seáis la reina propietaria?

-Aunque yo sea la reina propietaria, pues en el juramento regio que hice en la catedral de Pamplona antes de ser coronada, ya dejé claramente establecido que lo hacía "con licencia del rey don Juan, mi marido".

-¿Y si al final resulta que le importan más sus dominios en Castilla que todo el reino de Navarra?

-¡No insultes a tu padre, y sobre todo recuerda que sólo eres príncipe, y no profeta! Los sicilianos, que me dieron mucho trabajo para poder gobernarlos cuando fui su reina, tenían un dicho: "Chi sará, sará" - Lo que haya de ser, será. Llevas el mismo nombre de tu bisabuelo y de tu abuelo: te digo que serás rey de Navarra. Igual que lo fueron ellos. Y basta ya de cháchara, que como todos los años, para celebrar la fecha de tu nacimiento, has de ofrendar en Santa María y en San Pedro dos florines de oro. Y por el camino habrás de dar muchas monedas más menudas a quienes se habrán congregado esperando verte pasar para felicitarte. No les hagas esperar más, que bastante desgracia tienen. Déjales que te cuentes sus problemas, y si tu maestre limosnero puede solucionárselos, dale la orden sin dudarlo ni un instante. Y cuando vuelvas esta noche, aunque podrás disfrutar del convite preparado  para celebrar tu aniversario, no se te olvide luego escribir una carta a tu padre para agradecerle tu regalo...

-No pienso escribirle más. Nunca tiene tiempo para contestarme. ¡Que se quede en su querida Castilla y no vuelva más! A mí sólo me importa Navarra, y no pienso compartirla con nadie, ni siquiera con él.


-¿Qué decías Carlos? Ya  sabes que parece que he heredado la sordera de mi madre, doña Leonor, y no he oído lo que has susurrado...

-Decía que no os preocupéis, madre, que en cuanto regrese, escribirle será lo primero que haga...



Y FUE ESTO ESCRITO EL 29 DE MAYO DE 2017, 596 ANIVERSARIO DEL NACIMIENTO DEL PRÍNCIPE CARLOS DE VIANA.  




© MIKEL ZUZA VINIEGRA, 2017


CAMBIO CLIMÁTICO

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Palacios reales de Pamplona, 27 de julio de 1384

-Ved, mi señor don Carlos II, que lo que hemos descubierto resulta extremadamente grave…

-Sí, claro que es grave saber que mi archienemigo, Carlos V de Francia, está construyendo gran número de ferrerías en nuestra frontera norte, y que lo mismo están haciendo los ingleses a muy pocas leguas. Tendremos que hacer nosotros lo mismo.
 

-Pero Majestad, de lo que llevamos más de tres horas intentando convenceros es de que hagáis justamente lo contrario. Si hacéis lo mismo que ellos, el mal del que os hablamos se extenderá sin control…

-¿Pero qué mal hay en el progreso industrial? ¿Y en el chocar de las espadas? Os digo que no hay nada mejor que una buena guerra para dinamizar nuestra maltrecha economía.

-Hay informes que dicen que la gran pestilencia se extendió precisamente gracias al humo negro de tanta ferrería, que a ratos llegó a ocultar al mismo sol. Si se siguen construyendo a este ritmo infernal, los árboles acabarán desapareciendo, y sin árboles todo vuestro reino se convertirá en un desierto.

-Los árboles son necesarios, claro que sí, pero para alimentar los hornos de los que saldrán las espadas recién forjadas con las que conquistaré Francia algún día. Además, ¿qué pruebas tenéis de eso que decís sobre que cada año el verano es más cálido?

-Ved que nuestro abuelo, el primero al servicio de vuestra augusta dinastía, ya recogía datos que confirman que la nieve de las cumbres cada año se derrite antes, y que el agua recogida en las represas se evapora cada vez más rápido y baja más negra y sucia de las montañas. Comparando sus anotaciones con las nuestras, podemos confirmar que en los últimos ochenta años se ha producido un recalentamiento que el humo de todas esas ferrerías no hace sino aumentar exponencialmente. De ahí la importancia de que vos no hagáis lo mismo.

-Pero esta sugerencia vuestra de que construya miles de molinos enormes en la frontera para que sus aspas se lleven los malos humos hacia el interior de Francia y de Aquitania detraería las cantidades que ahora dedicamos a la guerra. Y no es cosa de que se nos rían nuestros enemigos. ¿A qué iluminado se le ha podido ocurrir semejante solución? Al maestro de ingenios Sagastibelza, como si lo viera…

-Pero es que además dice que podría usarse también la fuerza de esas aspas para no tener que emplear tanto carbón vegetal para cocinar y calentar las casas. Y con ello se reducirían aún más los malos humos. Mas renovados, imposible…

¡Lo que tiene que hacer es ponerse a diseñar catapultas y bombardas, y dejarse de árboles y aire puro, del que ya disfrutaremos todos en el Paraiso, cuando muramos! Bueno, todos, lo que se dice todos, desde luego que no. ¡Porque os digo que allí no irán jamás ni Carlos V de Francia, ni Enrique II de Castilla, ni Eduardo III de Inglaterra, ni el maldito DuGüesclin, ni el traidor Arellano, ni…!

-Nada, que con este rey no tenemos nada que hacer, ya ha entrado en bucle con su lista de enemigos, como de costumbre, y como tiene tantos no acabará hasta pasadomañana…

-Es que está mayor, no parece comprender la gravedad de lo que le decimos. Pero mirad: ¡el príncipe heredero nos llama para que le sigamos fuera del salón de audiencias.

-He escuchado con mucho interés lo que contabais a mi padre, y quiero que sepáis que, cuando yo sea Carlos III, estoy plenamente dispuesto a que las ferrerías sólo fabriquen poleas, andamios y grúas para construir palacios bien hermosos. Detesto la guerra y los cañones.

-Pero Alteza, si mantenéis el plan de ferrerías de vuestro padre, y no adoptáis el de molinos que hemos propuesto, el problema del humo seguirá incrementándose, y vuestro reino se deforestará igual.

-No sé… Habrá que estudiarlo en una gran reunión de todos los líderes mundiales, que establezca a su vez un gran número de comisiones y subcomisiones donde tratar las distintas problemáticas que afectan a cada país. Quizás Navarra hasta pudiera presentar en alguna de ellas ese plan de los mega-molinos que decís. Quedaríamos estupendamente bien presentándonos como una “potencia verde”, ¿no os parece?

-No sé, alteza, creo que fue Carlomagno quien dijo que si quieres solucionar algo, nombres a un encargado, y si quieres que nunca se arregle nada, nombres a una comisión…

-¿Carlomagno dijo eso? Me extraña, porque precisamente yo soy descendiente “en recta lignea” suyo, y no me acuerdo de habérselo leído nunca. Además, primero se empieza pidiendo aire puro, y luego se acaba por pedir que se prohiban la caza, los matatoros y tener leones en casa, como mi queridísimo Marzot, que se pega la gran vida en Olite...

-Buena cosa sería esa también, Alteza, que hay personas que, de tal, sólo tienen el nombre, y son mucho más brutas que cualquier animal. Y pienso que Marzot estaría mucho mejor en Africa que bajo la morera.

-¿Vosotros creéis? No se yo… Habrá que organizar una comisión de expertos que decida qué es lo mejor. Y me temo que para cuando dicte sentencia, probablemente ni vosotros ni yo estaremos ya en este mundo. Así que, ¿por qué preocuparse? Que lo solucione mi nieto, que seguro que se llamará también Carlos.

-Lo malo es si para entonces seguirá habiendo mundo que salvar…



© MIKEL ZUZA VINIEGRA, 2017

NO EN MI NOMBRE

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Pamplona, 1 de junio de 1456

-La situación es desesperada, príncipe Carlos: los Peralta por el sur y los Foix por el norte están a punto de cerrar el cerco sobre la ciudad. Si no os marcháis cuanto antes, lo más probable es que volvais a ser apresado por vuestro padre, y me temo que esta vez no saldréis con la cabeza sobre los hombros...

-Para lo que me ha servido hasta ahora la cabeza, quizás sería un descanso que me la cortaran. ¿Y no hay otra solución que irme? Dirán que huyo, que os dejo desamparados...

-Cabría todavía la posibilidad que os llevo comentando desde hace tanto tiempo: levantar cuatro poderosas torres en el flanco noreste la muralla, casi sobre ella. Allí meteremos a todos los sospechosos de ser partidarios del rey don Juan, y os juro que les haremos pagar con sangre su traición. Bien sabéis que a él mismo le pareció buena idea levantarlas, que siempre ve traidores a su alrededor. Hagamos entonces lo mismo que él. ¡Dadme el permiso para construirlas y de vos quedará siempre memoria en estos reinos!

-Sí: memoria de sangre, memoria amarga, porque si ahora hago lo mismo que iba a hacer mi padre, ¿en qué me distingo de él?

-¡En que por una vez ganaríais vos! El sentimentalismo no tiene cabida en las labores de gobierno: sólo el dinero y el número de enemigos muertos en el campo de batalla.

-¿Y merece la pena reinar para acabar actuando así?

-Cuentan los griegos y los romanos que no ha habido rey sobre la tierra que haya hecho las cosas de otro modo, príncipe.

-Pues ya va siendo hora de que haya uno que las haga de otra manera, ¿no creéis?
 No. Ni mi última orden ni mi legado serán cuatro ominosas torres cuya fealdad me quite las ganas de entrar en Pamplona cuando regrese del exilio.

Marcharé mañana mismo, y os prometo que recabaré toda la ayuda que pueda en Francia, Roma o Nápoles. Pero ya que el de hoy va a ser mi último día en esta ciudad os diré en qué voy a aprovecharlo: cabalgaré hasta Burlada, y pararé a refrescarme en el pequeño palacio donde vivió mi prima Leonor, la hija de mi tía Beatriz.

Dejaré allí mi caballo, y subiré de nuevo a Pamplona a pie, silbando tranquilamente una tonada de Raimon de Miraval, mi trovador favorito,  probablemente acompañado por los peregrinos a Santiago que por allí pasan. ¿Qué mejores compañeros para un príncipe errante como yo?

Y por el camino me iré deteniendo a contemplar la extraordinaria vista que ante los ojos de quien saben apreciarla se ofrece: al extremo diestro la catedral, todavía en obras, como vigilando desde los montes de Goñi hasta el Gaztelu que tiene enfrente; entre medio, sólo las pequeñas torres de iglesias que no se atreven a cuestionar la hegemonía de las del templo mayor del reino; y en el extremo diestro, sobre la Magdalena, el placer de poder posar los ojos -viviendo en plena ciudad- en el color verde de las huertas que baña el Arga.

¿Y me decís que levante cuatro torres-adefesio sobre este vergel? No lo haré jamás.
No soy mi padre, a quien ni Pamplona ni el resto de Navarra le han importando nunca. No las conoce, y por tanto tampoco puede amarlas. Lo sé muy bien, porque es exactamente lo mismo que le pasa con mi hermana Blanca o conmigo.


-Como queráis, pero seguro que vendrán otros que sí levantarán las torres.

-Lo sé, tales personas abundan. Y dirán lo mismo que vos: que son necesarias, que son la mejor solución, que no han podido hacer otra cosa... Y dirán la verdad, porque ese tipo de gente jamás ofrece otra solución que multiplicar el horror a su alrededor. Destruirán un paisaje que sólo teníamos aquí, para hacer lo mismo que existe en cualquier otro sitio. Pero no podrán decir nunca que fui cómplice.

-Tan terco y testarudo como siempre, príncipe.

-¿No recordáis el dicho popular, mi señor tio don Juan de Beaumont? Pues resulta que se me puede aplicar muy bien:

"Cabezudo fue mi abuelo,
 porque nació aragonés.
 Más tozudo fue muy padre, 
¡Y yo como entre los tres!" 

-En fin... Id preparando vuestras valijas para el largo viaje que os espera mañana. Pero antes aún os queda una última labor de gobierno: en la sala contigua hay unos frailes Salesianos aguardando ser recibidos. 

-¿Y qué es lo que quieren, mi señor tío don Juan de Beaumont?

-Hablaros sobre no sé qué proyecto que dicen abanderar.

-Ya no tengo tiempo. Pero recordadles de mi parte lo que decía su fundador:"enseñemos a todos la belleza de la virtud." Si acaso veis que no reaccionan, y como parece que les gustan tanto las torres, encerradlos una buena temporada en la más alta del castillo de Monreal, que les vendrá muy bien reflexionar allí dentro... 



© MIKEL ZUZA VINIEGRA, 2017


 


FIN DE TRAYECTO

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Barcelona, Palau Reial, 23 de septiembre de 1461

-Tío, prometedme que llevaréis algo mío a Navarra.

-¿Qué he de prometeros? Vos mismo iréis conmigo. Y recorreremos de nuevo las veredas entre Tafalla, Olite y Ujué. Las gentes saldrán a los caminos para ver a su rey y señor, y os pedirán remedio  a todos sus males, como siempre.

-No, ya nunca más volveré a prenderme una sanjaimeta al pecho.

-¡Os juro que lo haréis, aunque tenga que matar yo mismo a todos estos matasanos que os afligen!

-Mi problema ya no es de médicos, sino de clérigos. No pasaré de esta noche. Casi lo anhelo, estoy tan cansado...


-¿Qué decís? ¿Y qué haremos entonces los que nos jugamos todo por vos?

-Y demasiadas veces sin que yo os lo pidiera, tío. Me usasteis como cometa, y de tanto ascender al cielo, he acabado chamuscado por el sol. Otros quizás lo hagan mejor que yo.

-¿Quién, vuestro padre? ¡Ah, si le hubiera alcanzado la lanza que le arrojásteis en Aibar...!

-Ahora tendría todavía más grandes pecados de los que confesarme. No, ayer fue día de luchar como caballero, y hoy lo es de morir como cristiano. Y dejad de llorar, ¿qué dirían si vieran a un gran guerrero como vos con los ojos cargados de lágrimas?

-Se me ha debido meter una carbonilla en los ojos, Majestad.

-Creo que ya podéis apearme el tratamiento, tío. Fuisteis siempre el primero en considerarme rey de Navarra, ahora tenéis mi permiso para retirar la corona de mi cabeza. Me ha pesado siempre tanto como las cadenas a un preso...

-¡Nunca! No hay cabeza en el mundo más digna de ceñir una corona que la vuestra, Charles.

-Hubiera sido estupendo que todos pensaran como vos, querido tío Johan. La de malos tragos que nos hubiésemos ahorrado, ¿no es cierto?

-¡Os juro que se lo haré pagar personalmente al maldito mosén Pierres y a su hermano don Martín!

-Templad vuestra furia, tío. Es una orden. Mi última orden. Navarra ya ha sufrido bastante mientras yo estaba vivo, que al menos sosiegue definitivamente el reino cuando yo muera. En realidad tengo otro mandato para vos.

-¡Lo que sea, aunque tenga que ir a Constantinopla para conseguirlo!

-No os pido tanto, mi buen don Johan: sólo que adornéis mi capilla ardiente con esos cinco paños bordados con las historias de Hércules tan hermosos que traje de Sicilia. Nunca fui tan fuerte como él, pero los trabajos a los que tuve que hacer frente no fueron, desde luego, menores que los suyos. ¿Lo haréis?

-Os lo prometo, príncipe. Perdón, Majestad.

-No os disculpéis, tío, que ni yo mismo he sabido nunca si era rey o príncipe. Y ahora ya da por fin lo mismo...



Y FUE ESCRITO ESTO PARA RECORDAR QUE MAÑANA SE CUMPLE EL 556 ANIVERSARIO DE LA MUERTE DE 
CARLOS IV DE EVREUX, REY DE NAVARRA, 
PRÍNCIPE DE VIANA 

© Mikel Zuza Viniegra, 2017


EL CONSEJO NAVARRO DE CULTURA SUGIERE ESTUDIAR ALTERNATIVAS AL PLAN ESPECIAL DE SALESIANOS

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EL CONSEJO NAVARRO DE CULTURA SUGIERE ESTUDIAR ALTERNATIVAS AL PLAN ESPECIAL DE SALESIANOS


Ante el procedimiento administrativo que plantea cuatro torres de entre 13 y 17 pisos en la parcela que dejará libre en pleno centro urbano el traslado del Colegio de Formación Profesional de Salesianos, el Consejo Navarro de Cultura quiere expresar su desacuerdo y su oposición a que esta actuación se lleve a cabo tal y como está planteada en este momento.

El paisaje urbano histórico dePamplona-Iruña tiene la suerte de poder contar con una panorámica que apenas ha variado en los últimos siglos, como puede constatarse comparando los dibujos que conservamos de viajeros del siglo XVIII, con la vista que la ciudad ofrece todavía hoy cuando se llega a ella desde el norte o se pasea por las huertas de la Magdalena. Una de sus perspectivas más icónicas, por cierto, ya que es la que durante generaciones han pintado, fotografiado o filmado casi todos los artistas que han querido reflejar el que probablemente sea su paisaje más hermoso.

Vista de Pamplona dibujada por Le Jeune hacia 1823
Esa secular línea del cielo es la que ahora mismo está en peligro de muerte, porque las cuatro torres previstas la destruirán a perpetuidad. Y por supuesto que las ciudades evolucionan, pero creemos que los posibles cambios han de hacerse respetando los lugares o paisajes concretos que las hacen distintas las unas de las otras y, sobre todo, las hacen perfectamente reconocibles para quienes hayan vivido, viven y vivirán en ellas.

Hemos aludido previamente al paisaje urbano histórico de Pamplona. Para que todas las personas tengan una idea aproximada de lo que hablamos, diremos que la Recomendación sobre el paisaje urbano histórico de la UNESCO, de 10/11/2011, define cómo paisaje urbano histórico, la zona urbana resultante de una estratificación histórica de valores y atributos culturales y naturales, lo que trasciende la noción de “conjunto” o “centro histórico" para abarcar el contexto urbano general y su entorno geográfico.

Este contexto general incluye otros rasgos del sitio, principalmente su topografía, geomorfología, hidrología y características naturales; su medio urbanizado, tanto histórico como contemporáneo; sus infraestructuras, tanto superficiales como subterráneas; sus espacios abiertos y jardines, la configuración de los usos del suelo y su organización espacial; las percepciones y relaciones visuales; y todos los demás elementos de la estructura urbana. También incluye los usos y valores sociales y culturales, los procesos económicos y los aspectos inmateriales del patrimonio en su relación con la diversidad y la identidad.

En su preámbulo considera, además, que los conjuntos históricos urbanos están entre las manifestaciones más abundantes y diversas de nuestro patrimonio cultural común, que se ha forjado generación tras generación y constituye un testimonio crucial del quehacer y las aspiraciones del género humano a través del tiempo y el espacio.

Igualmente reconoce el carácter dinámico de las ciudades vivas. Observando, sin embargo, que el desarrollo rápido y a menudo incontrolado está trasformando las zonas urbanas y sus entornos, lo que puede fragmentar y deteriorar el patrimonio urbano afectando profundamente los valores comunitarios en todo el mundo.

Por lo tanto, afirma que para defender la protección del patrimonio natural y cultural ha de hacerse hincapié en la necesidad de integrar estrategias de conservación, gestión y ordenación de conjuntos históricos urbanos en los procesos de desarrollo local y planificación urbana, como los asociados a la arquitectura contemporánea y la creación de infraestructuras, y que la aplicación de un planteamiento paisajístico contribuiría a mantener la identidad urbana.

Considerando por último que el principio de desarrollo sostenible entraña la preservación de los recursos existentes y que la protección activa del patrimonio urbano y su gestión sostenible es una condición indispensable del desarrollo.

Así mismo, el Convenio Europeo del Paisaje (Florencia 2000) Ratificado por España, en vigor y de obligado cumplimiento desde 2008, insta a las administraciones y agentes de cada territorio a establecer los mecanismos adecuados para la efectiva protección jurídica del paisaje. En definitiva: a llevar a cabo una política de paisaje.

Dicen que el emperador Carlos V, al ver que habían construido una catedral plateresca en mitad de la mezquita de Córdoba, exclamó totalmente abatido: Si hubiera sabido lo que teníais intención de hacer, de cierto que no os hubiera dado mi permiso, porque lo que aquí habéis hecho se puede hallar en cualquier sitio, mientras que lo que teníais antes no existe en parte alguna del mundo.

Construir en este lugar torres exactamente iguales a las que se elevan ya en cualquiera de sus barrios periféricos conseguirá justamente ese efecto: hacer lo mismo que hay en cualquier lado, para arruinar un paisaje que sólo existe allí, pues superarán por ejemplo el impacto visual de la catedral gótica. Y ya no tendrá remedio.


También queremos dejar constancia de que entendemos que la zona y el entorno en el que se quieren edificar las torres, posee una importancia cultural innegable, si tenemos en cuenta la definición de la misma incluida enla Carta del ICOMOS Australia para Sitios de Significación Cultural - Carta de Burra, que entiende por importancia cultural, entre otros valores el estético, el histórico, y el social o espiritual que un sitio reviste para las generaciones pasadas, presentes y futuras y que se manifiesta físicamente en el sitio propiamente dicho.

Todas estas razones son las que nos mueven a solicitar que se adopten medidas para proteger este paisaje histórico y cultural, por lo que recomendamos que se valoren otras alternativas y se opte por soluciones urbanísticas más respetuosas con el entorno y con la propia historia de la ciudad.


EL CONSEJO NAVARRO DE CULTURA
KULTURAREN NAFAR KONTSEILUA

LA CAZA DEL PATXARÁN ROJO

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Palacio Real de Pamplona, 2 de enero de 1378

-¡Despertad, Sire, está ocurriendo algo muy grave!

-¿Pero es que  no hay forma de dormir más de trece horas seguidas en este reino?

-¡Un heraldo del príncipe de Gales acaba de llegar, y dice que una nave rusa se acerca a la costa aquitana a toda velocidad!

-¿Rusa? ¿Pero dónde está Rusia? ¿No está allí donde dicen los bestiarios que viven los patagones y el Preste Juan? ¿Qué nos importa a nosotros una gente que ni siquiera sigue los sagrados mandamientos de la Iglesia de Roma?

-¡El mensajero dice que esa nave está equipada con una enorme bombarda, capaz de alcanzar Pamplona con sus proyectiles y dejarla convertida en polvo!

-¿Desde la costa aquitana? ¿No será que el príncipe Eduardo ha vuelto a abrir el barril de esa condenada bebida escocesa que me dio a probar cuando estuve con él en Libourne? Todavía me duele la cabeza al recordarlo...

-¡Sire, el enviado dice que no nos queda apenas tiempo!

-Está bien, hacedlo pasar.

-Majestad, soy Sir Jack Ryan, embajador plenipotenciario de mi señor, el príncipe Eduardo de Gales. Os supongo informado ya del motivo de mi presencia en vuestro reino...

-¿Y qué crédito puedo dar a esa razón, si me aseguráis que esos rusos cuentan con un arma capaz de alcanzar objetivos a tanta distancia? ¿Cómo voy a creerme semejante majadería? Y aunque la creyera, ¿que miedo puedo tener yo, si Navarra no ha tenido nunca problemas con Rusia?

-Porque la situación internacional ha variado por completo, Majestad: el rey de Francia, vuestro enemigo Carlos V, ha denegado el visado de entrada en su reino a una compañía de juglares que el Zar Leónidas le enviaba para su diversión y entretenimiento, pero los franceses han creído que en realidad venían para espiarles para nosotros, los ingleses, y ahora el Zar, desairado, amenaza con destruir toda Francia con su invencible bombarda.


-¿Destruir toda Francia? Que maravillosa perspectiva... ¡Si no me quieren como rey, que perezcan todos bajo las balas de cañón rusas!

-Disculpad, Sire, pero no creo que esa sea lo que la nave rusa pretenda en realidad. Opino que quieren desertar. Pero si Inglaterra los acoge, la furia del Zar vendrá contra nosotros. En cambio, mi señor Eduardo ha pensado que, si sois vos quien les da refugio en Navarra, Leónidas no podrá reprocharos nada, puesto que vuestro reino no tiene cuentas pendientes con Rusia. 

-¿Y cómo sabéis que esa nave quiere desertar y no hacer funcionar su bombarda?

-Porque su capitán no es ruso, sino lituano. Se llama Marko Ramius, aunque los rusos le llaman Vilnius Nastaniek (el maestro Vilnius). Si me proporcionáis un salvoconducto garantizado con vuestro sello real para él, para su tripulación, y para la compañía de juglares rechazada por los franceses, os aseguro que podremos evitar el conflicto. 

-La verdad es que ya estoy un poco aburrido de los juglares navarros, siempre que si la Txantrea barrio conflictivo, que si joder qué bien se vive en esta capital, que si nosotros los de La Única somos de buen corazón... Nada, está decidido: les otorgaré el salvoconducto que pedís. Por cierto, ¿no os habrá dado vuestro príncipe Eduardo alguna botella de ese brebaje escocés, estoy un poco aburrido también de tanto patxarán..

-¿Patxarán? ¿Y eso que es, Majestad?

-¿No sabéis lo que es el patxarán y decís que sois el consejero más avezado del Príncipe Negro?

-A mi señor Eduardo no le gusta que le llamen así...

-¿Cómo? ¡Sabed que soy Carlos II de Navarra, y que cuando vuestro señor no era más que un mocoso al que tenían que limpiarle los pañales, yo ya estaba combatiendo en Francia contra los reyes usurpadores, contra los Jacques, y contra todo el que ose llevarme la contraria, Sir Ryan!

-Como digáis, Majestad, pero please, firmad los salvoconductos ya, porque como me equivoque, Burdeos, París y Pamplona serán borrados del mapa.

-Mirad que si luego no me gustan los juglares esos...

-Os garantizo que os encantarán, Majestad, aunque son muchos. ¿Tenéis en Pamplona algún lugar donde puedan actuar tantos cantantes juntos? 

-¡Me ofende que lo pongáis en duda, Sir Ryan! Claro que lo tenemos, y además allí se sentirán como en casa, porque tengo entendido que nuestro Baluarte es calcado a la tumba de un famoso profeta ruso que está en la Plaza Roja de Moscú. Y os confieso que también es igual de feo, pero es que el arquitecto aprovechó mi ausencia en Francia para construirlo, y huyó en cuanto se entero de mi retorno, porque si lo llego a pillar yo...





En homenaje y recuerdo a que acudí yo ayer al catafalco pamplonés, y me di con su tremenda puerta en las narices, porque al Coro del Ejército Ruso, como si estuviéramos en plena Guerra Fría, le denegaron los visados de entrada y han tenido que suspender su gira. 
дерьмо!


© MIKEL ZUZA VINIEGRA, 2018

ESCRITURA AUTOMÁTICA

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Cuenta la Crónica de Leyre que en el año 976, el severo abad don Munio, harto de la mala caligrafía que exhibían los novicios, les impuso como castigo que copiasen todo el Fuero Juzgo, códice que, además de ser pesado por las leyes que contenía, lo era también por lo grueso de su volumen.
Pasaban los jóvenes monjes las jornadas copiando cada capítula hasta que les dolían los dedos, porque ninguno se atrevía a desairar al abad. Pero tanta página dio como resultado que se agotasen todas las vitelas disponibles en el monasterio.

Se obtenía este material puliendo la piel de becerros recién nacidos, y muy pronto no quedó ni uno en los alrededores de Leyre, pues tenía don Munio la jurisdicción sobre la hacienda de todos los moradores, y exigió que fuesen llevados todos los becerros disponibles a la cuadra de los frailes.

Y asegura la Crónica que tan sólo Alodia de Unanua se negó a participar en semejante hecatombe, y que contestó a don Munio que no le daría ni uno sólo de sus pequeños becerros para que los convirtieran en libros de leyes, que como todo el mundo sabe luego no lee nadie. Y dijo más todavía, pues anunció que apelaría al rey Sancho II (apodado "Abarca"), para impedir que tal sacrificio siguiera llevándose a cabo.

Muy tranquilo quedó el abad ante este desafío por parte de Alodia, pues sabía muy bien que al rey le gustaba mucho leer, y no se opondría a que el monasterio produjese muchos libros, aunque fuesen de leyes. Pero no podía sospechar que Alodia sabía que a don Sancho lo que más le gustaba leer eran las historias de la Biblia, y que ella misma se las sabía también de memoria. Así que acogiéndose a la Justicia Real, citó a don Sancho, al abad, y a sus respectivos acompañamientos justo para dentro de dos meses: la mañana del día 28 de noviembre.

Y llegados todos ellos a su dominio, les situó en un estrado muy alto, delante del prado recién segado, y fue haciendo salir del corral, para sorpresa y maravilla de los allí congregados, a todos los becerros en perfecta fila, uno detrás de otro. Llevaban cada uno en su lomo escritos en letras muy grandes fragmentos de las Sagradas Escrituras, que era a lo que Alodia se había dedicado los últimos sesenta días, empleando -según aseguró al monarca- sólo pigmentos naturales que se disolverían con la lluvia, convenciendo de esta manera a don Sancho Abarca de que no hacía falta matar animales para obtener libros -nunca mejor dicho- hermosos y vivos.

Pero no todos los ternericos seguían la fila, sino que algunos se quedaban ramoneando la jugosa hierba, y otros, bien fuera por timidez o por cabezonería, se negaban a avanzar, permitiendo que les adelantasen sus hermanos, de tal forma que la historia que llevaban escrita variaba una y otra vez, sin que los lectores pudieran apartar la vista de tan hipnótico y mutante texto.

Aprendieron así que Moisés lo mismo bajaba que subía al Sinaí, hablando con Isaac, que había escapado del puñal de su padre. Aunque al rato volvía a estar otra vez dispuesto a la degollina, según avanzase o no el becerro que tenía escrito ese fragmento concreto en su piel. Y también que Cristo resucitó y fue después crucificado mientras los pastores cantaban villancicos, y que al tercer día huyó a Egipto con sus padres, mientras los Reyes Magos conversaban con el rey Salomón y la reina de Saba. O también que las Doce Tribus de Israel eran sólo Ocho, porque las otras cuatro preferían estar echadas a la sombra en lugar de seguir su orden en la fila, de suerte que quienes las sustituían llevaban escrita la historia de la creación del Mundo, que Dios no había hecho (al parecer) en siete días, sino tan sólo en tres, porque los otros cuatro se negaban a dar un paso más.

-¡Herejía! -Estalló don Munio a voz en grito, acusando a Alodia de manipular las Escrituras-. Pero don Sancho II estaba entusiasmado por aquella nueva manera de explicar la doctrina cristiana, mucho más entretenida que la que le hacían sufrir todos aquellos aburridísimos monjes. Así que declaró que el dominio de Alodia de Unanua quedaba bajo su protección, no pudiendo ser sacrificado ni uno solo de sus becerros, ni tampoco los de los predios vecinos, que siempre encontrarían allí seguro refugio.
A don Munio lo condenó a pasar lo que le quedase de vida leyendo exclusivamente el Fuero Juzgo, como un triste notario. En cambio a Alodia la nombró Señora de la Escritura Automática y Surrealista, cuyo propósito es vencer la censura que se ejerce sobre el inconsciente, merced a unos actos creativos no programados y sin sentido inmediato para la consciencia, que escapan a la voluntad del autor.

RETRATO DE ANDRÉ BRETON, por Victor Brauner
Muchos siglos después, en la primera mitad del XX, André Breton y los surrealistas, paseando por la orilla del Sena, encontraron, en los puestos de libros viejos de los bouquinistes, una copia de la Crónica de Leyre, y en ella la historia de Alodia, a la que tomaron desde entonces como ejemplo fundacional y vivificante de su movimiento literario, considerando que, de tal forma, el yo del poeta podría manifestarse libre de cualquier represión, dejando crecer el poder creador del hombre fuera de cualquier influjo castrante, aunque en el París de su época ya no hubiese vitelas ni becerros, pero sí -afortunadamente- cada vez más personas tan maravillosas como Alodia...



© MIKEL ZUZA VINIEGRA, 2018






FEMINISMO

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Guillaumes de Marlain, rey de los heraldos de S. M. Carlos III el Noble de Navarra, siempre supo que aquel día llegaría. Lo que resultaba milagroso era haber podido ocultar hasta ahora a todos la verdad: que esos preciosos armoriales que a todo el mundo asombraban no los pintaba él, sino su mujer, Nanua de Irubide.

¿Pero cómo habría podido llegar a ocupar tan honroso cargo si hubiese mostrado desde el principio sus nulas artes para el dibujo? No: le había bastado siempre con apuntar las preferencias del monarca, y luego, por la noche, cuando estaba seguro de que ningún cizañoso de la Corte de Olite podía verlos, ir describiéndoselas a ella para que las plasmase sobre el papel o el pergamino.

Y claro que fue esa cierta excentricidad de los motivos reflejados en los escudos, la que fue dando fama al heraldo Guillaumes, pues nunca pudo conseguir que Nanua se ciñese a las rígidas reglas de la Emblemática. Respetaba el núcleo central de lo que debía representar, por supuesto, pero siempre le añadía algún detalle que parecía sacado de los márgenes de las Biblias moralizadas siglos atrás.

Así, en el Privilegio de la Unión, a la hora de representar al león pasante del nuevo escudo de la ciudad de Pamplona, lo hizo mostrando al rey de los felinos devorando a una pareja de cazadores, pues a ella nunca le había gustado la caza. Y cuando su marido tuvo que pintar el escudo de Olite para el Ayuntamiento de la villa, ella dibujó junto al olivo heráldico a la antigua diosa griega de la sabiduría Atenea, pues sabía que Atenea bendecía perpetuamente a los amantes que se besan bajo el que ella plantó en la Acrópolis de Atenas.

Y fue tal el renombre que alcanzó Guillaumes, que muy pronto comenzó a recibir encargos de muchas otras cortes de la Cristiandad, mientras el virtuosismo pictórico de Nanua crecía a la par. Hasta el día que el rey de Navarra comenzó las negociaciones para casar a su hija Blanca con el infante Juan de Aragón. Éste, siempre fanfarrón y altanero, no concebía su vida –y la de los demás- sino como una permanente competición. Así que nada más llegar propuso un desafío simbólico entre Guillaumes y su propio heraldo: Lope de Teruel. Cada uno trazaría el mismo escudo ante los ojos de todos los cortesanos, y luego los reyes decidirían cuál de los dos era el mejor.

Guillaumes no pudo negarse, pues su señor había aceptado de buena gana el reto, confiando en que su heraldo era uno de los más competentes y capaces del mundo, así que llegado el día del malhadado torneo, afrontó la vergüenza pública –que era también la de don Carlos y la de su hija Blanca- de admitir que él no era quien había pintado todos aquellos tan hermosos armoriales, sino que era Nanua quien los había dibujado. La carcajada del infante aragonés resonó por todo el palacio: “¿Es que hay heraldas en Navarra? ¡Por mi fe que nunca se vio tal cosa en el mundo!”

Pero entonces Blanca –cuyo rostro reflejaba su tremendo enfado- se levantó de su escabel y ordenó a Nanua que se aproximase. Allí mismo la nombró Reina de los heraldos de Navarra. Luego, sacándose el guante que recubría su mano, se lo arrojó a la cara a Lope de Teruel, diciéndole con voz muy taxativa: ¡Representad cada uno como mejor os parezca la condición femenina que tendrá la próxima monarca de estos reinos! Y muy presto se pusieron a ello ambos artistas.

Finalizado el plazo, pudieron ver todos –y todas- que el heraldo aragonés había dibujado un escudo de fondo rosa, en el que únicamente campeaba una paloma con una rama de olivo en el pico. Don Lope explicó que así se representaba perfectamente la manera pacífica de ser que ha de mostrar toda dama que por tal se precie, aunque el infante don Juan no pudo dejar de apostillar que el detalle de la rama de olivo en el pico estaba muy bien escogido, porque debía significar que la esposa debe tener siempre cerrada la boca mientras su marido no le dé permiso para hablar.

Dieron la vuelta entonces todos –y todas- para acercarse a contemplar la armería trazada por Nanua. Había pintado tantos y tantos motivos, que alguno incluso se salía del marco del escudo. Con muy firme voz fue explicándoselos todos: primero unos cubos y calderos, representando todos los que las mujeres tenían que llenar y transportar cada día hasta su casa desde los pozos de cada ciudad o pueblo; luego unas manos agrietadas, por tener que lavar la ropa en los ríos helados; luego un niño y un viejo, que simbolizaban las distintas edades de las personas que las mujeres tenían que cuidar en sus casas; luego venían unas letras desenfocadas, que representaban que no se les enseñaba a leer ni a escribir, y sólo por ser mujeres; luego venía un cuartel únicamente pintado de rojo, haciendo alusión a la sangre que derramaban las mujeres heridas, violadas o muertas en las guerras; y después venía una sirena muy elegante, porque a Nanua le gustaba nadar en el mar; y finalmente aparecía una corona muy hermosa y bien pintada, y a su lado un burro. Pero esta alegoría no quiso Nanua explicarla, aunque Blanca tenía cara de haberla entendido perfectamente…

Huelga decir que fue la Reina de los Heraldos de Navarra quien ganó el desafío, y que no tuvo que ocultarse nunca más para desempeñar su oficio. Mientras ella trabajaba, Guillaumes iba al pozo, lavaba en el río, cuidaba a sus hijos, enseñaba a leer y escribir a todos –y todas- los que se lo pedían, y se afanaba en aconsejar al rey para que mantuviese la paz en Navarra, cosa que ocurrió mientras el infante Juan no alcanzó el trono.



©MIKEL ZUZA VINIEGRA, 2018

ULTIMA VOLUNTAD

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Ermita de Santa Brígida, Olite, junio de 1456



-Esta imprudencia nos puede costar muy cara, Carlos...

-¿El valiente canciller vicecanciller Pedro de Sada, después de todo lo que ha pasado conmigo, tiene ahora miedo?

-No más que en otras ocasiones, pero meterse en pleno dominio de mosén Pierres no me parece lo más inteligente que me habéis obligado a hacer.

-Por eso no te preocupes: no tiene imaginación suficiente para pensar que podamos estar aquí. Y de todas formas tenía que venir aquí antes de marcharme definitivamente de Navarra.

-Si nos atrapan aquí, es cuando no podremos irnos para buscar ayuda que nos permita seguir con vuestra lucha. Nuestras arcas están vacías, y vos os empeñáis en hacer una ofrenda en este recóndito lugar.

-No tan recóndito, Pedro. Parece mentira que fueras alcalde de Olite.

-Me nombrasteis vos...

-¿Lo hice? Todo parece ya tan lejano... Pero aún así, desde la villa hasta aquí no hay más que un paseo. Siendo tan temprano, y al resguardo del encinar, es imposible que nadie nos vea.

-¿Queréis decirme de una vez qué estamos haciendo aquí en lugar de preparar el viaje a Francia? Os recuerdo que las tropas de vuestro cuñado Foix por el norte, y las de vuestro padre don Juan por el sur comenzarán en cualquier momento su ofensiva. Y si os apresan de nuevo, vuestra causa estará definitivamente perdida.

-¿Y cuándo no ha estado perdida mi causa, amigo Pedro? Eso es algo que nuestros enemigos no tienen: el ensueño de una causa perdida.

-Los que mueren por vos no lo hacen por un ensueño, a veces parece que lo olvidáis.

-No, no los olvido, y les agradeceré siempre todo lo que hacen por mí, pero también a estas alturas deben saber ya cómo soy.

-Seguís sin responderme: ¿qué estamos haciendo aquí?



-Ah, sí. Veréis, cuando era un niño, mi madre nos traía a la romería a mis hermanas y a mí, insistiendo durante todo el camino en que fuéramos generosos con nuestras limosnas. Una de esas veces, cuando la gente concentrada a nuestro alrededor era tanta que el dinero dispuesto para ese menester se había ya agotado, ella extrajo de una cajita que llevaba consigo una moneda  hermosísima: la prueba que el maestro numismático Guy de Toulouse le había preparado para celebrar los cinco años de su coronación. Una pieza única, con la B de Blanca coronada y el carbunclo y las lises de nuestra dinastía magníficamente buriladas en cada cara ¿Te das cuenta, Pedro? Y ella me la dio para que yo se la entregase a uno de aquellos mendigos que nos rodeaban.

-¿Y qué hiciste?

-Para mi vergüenza, he de decir que, como puedes ver en mi mano, me la quedé. Yo ya tenía ínfulas de coleccionista, a pesar de mi corta edad, y no podía consentir que aquella joya sólo sirviese para pagar el vino de alguna taberna  de Tafalla. A mi madre le dije que se la había dado a un ciego, a quien en realidad no ofrecí más que un mísero cornado de cobre...

-¿Y por eso estamos aquí, para calmar vuestra mala conciencia?

-Porque la voluntad de una reina es ley. Doña Blanca quiso que esta moneda se ofrendase en esta ermita, y eso es lo que voy a hacer, ahora que no sé siquiera si podré volver alguna vez. Si consigo hacerlo, juro ante la imagen sagrada de Santa Brígida de Suecia que daré esta moneda que ahora procedo a esconder en el suelo de su ermita, al primer pobre o necesitado que me encuentre.

-¿Y por qué no lo hacéis ahora mismo?

-Porque soy un rey tan en precario, que ni siquiera puedo permitir mostrarme ante los pobres y tullidos sin miedo a que me denuncien ante mis enemigos. Así que cumplo ahora la primera parte de mi voto, y en cuanto pueda, lo más pronto posible, haré lo mismo con la segunda. Y si yo no puedo, espero que tú lo hagas en mi nombre. Y si, a pesar de todo, tú tampoco puedes, confío en que siempre habrá en Olite romeros que, encontrando esta moneda tan particular, puedan liberarme al fin de mi juramento.

-Así se hará sin duda alguna, Majestad... 




© MIKEL ZUZA VINIEGRA, 2018

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